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Cámaras frente al fusil en Colombia (III): Héctor Fabio Zamora

Por ~ Publicado el 4 marzo 2016

Cuatro fotógrafos tienen un arma en común: la cámara. Y, también, un testimonio compartido: ser testigos del conflicto armado en Colombia. Esta serie de Puroperiodismo recoge parte del trabajo realizado por las estudiantes de periodismo Camila Aranaga Hernández y Laura Tatiana Rojas, en el contexto de un taller de prensa en la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá, Colombia. En esta tercera entrega el fotógrafo Héctor Fabio Zamora, de la Casa Editorial El Tiempo, recuerda sus experiencias y emociones.

Héctor Fabio Zamora

“TENGO LA MEJOR PROFESIÓN DEL MUNDO: CONTAR HISTORIAS CON FOTOS”

Héctor Fabio Zamora comenzó trabajando en el periódico Diario de Colombia en Armenia, su ciudad natal. Luego se desplazó a trabajar en el Diario la Tarde en Pereira y en 1998 empezó a trabajar en la casa editorial El Tiempo y cubrió todo el eje cafetero. Después de cuatro años lo trasladaron a Cali para concentrarse en el Valle del Cauca, Nariño y Putumayo.

Ha sido reconocido en el exterior por sus fotografías del cubrimiento del terremoto en el Eje cafetero, ha ganado premios como el II Concurso de Fotografía “Por ser niña”, el Premio Nacional Simón Bolívar por las imágenes de la masacre de Jamundí (Valle del Cauca), el Premio Alfonso Bonilla Aragón, de la Alcaldía de Cali.

Actualmente, además de trabajar en la Casa Editorial El Tiempo, es docente de la Universidad del Rosario y la Universidad Sergio Arboleda.

Zamora es un hombre de contextura gruesa, de voz aguda y acento paisa, de humor contagioso, de sonrisas espontáneas y sobre todo un ser humano antes de reportero gráfico. La fotografía para él en un principio fue el negocio de vender fotos, pero hoy eso pasó a un segundo plano y la pasión por el oficio se le nota en su manera de expresarse y de narrar los años que lleva caminando para fotografiar.


Ha visto cosas que no debería haber visto ningún ser humano. Niños y niñas armando tatucos —mortíferos cilindros explosivos—, un soldado muerto por un francotirador, niños desplazados por la guerra o el combate. “Son cosas que no se olvidan”, expresa con la voz temblorosa y estremecida.

Ser reportero gráfico es avanzar, es ser responsable, es tomar riesgos, es mirar como no ser cruel al momento de mostrar las fotos y no caer en amarillismo, es llevar la pasión en el cuerpo y en la vida.

Héctor Fabio dice no haber elegido la fotografía y está convencido de que tiene la mejor profesión del mundo: contar historias a través de imágenes y, sobre todo, poder transmitir las emociones de la gente que le surgen en ciertos lugares.


Hay una historia que lo marcó. La historia de un niño que los soldados bautizaron como Adán. Después de un enfrentamiento la fuerza pública logró entrar a un caserío indígena y encontraron cadáveres dentro y fuera de una casa. Al interior, el llanto de un niño, “desnudo, llorando porque los moscos se lo estaban comiendo, los moscos estaban al lado de personas que ya habían muerto hace dos días”, relata Héctor.

Los soldados, cuenta, pensaron que el niño moriría. Por las picaduras, por la desnutrición. Héctor llegó al recinto de niños abandonados en Quibdo buscó al “niño de la selva”. Entonces una enfermera le dijo: “¿Buscas a Adán?” Y Héctor peguntó cómo sabía que se llamaba Adán. “Así le pusieron los soldados”, respondió ella. “Cuando lo veo”, dice Héctor, “él se queda mirándome y se ríe, y todos como ‘¡ay Adán se está riendo!’ Es un lugar donde normalmente los niños no se ríen, son niños muy tristes, han sido abandonados por sus padres. Con Adán hubo una química increíble cuando nos vimos”.

Héctor volvió a Bogotá, habló con su esposa. “Le dije ‘quiero que adoptemos un niño’. Me dijo ‘listo’. Cuando volví a Quibdó Adán no existía, no sabemos si lo adoptaron pero estaba vivo, pero nunca supe más de él. Esa es una historia que me parte el alma, porque yo quería que Adán creciera al lado mío, ¡sí!, que yo pudiera estar pendiente del crecimiento de Adán, poder brindarle muchas cosas y también cambiarle un poco la mentalidad de lo que él había sentido. Y no, no pude”.

Héctor, respira y suspira y suspira…

Parte 1: Historias de reporteros gráficos colombianos
Parte 2: Un mapa del conflicto
Parte 3: Héctor Fabio Zamora
Parte 4: Milton Díaz
Parte 5: Carlos Ortega
Parte 6: Henry Agudelo

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