La crónica, dice Óscar Durán Ibatá, periodista y docente de la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Colombia, es como un rompecabezas. En la cuarta parte de “La costura de la escritura”, Durán profundiza sobre las distintas perspectivas para configurar un texto y advierte que al sentarnos a escribir debemos considerar no sólo el presente sino que también el futuro, “pensando que en 25 o en 100 años llegará alguien que querrá saber cómo éramos nosotros como comunidad”.
Una vez realizada la investigación con las entrevistas, los documentos, los especialistas y la observación aparecerán, entre todos los datos, aquellos que llamamos datos fríos, que al verlos aislados representarán una cifra, una estadística, una encuesta, pero por sí solos no tendrán un elemento que conecte con el relato de la crónica; sin embargo, existe una manera de volverlos calientes con el texto, y hay que hacerlo, pues son necesarios y enriquecerán la historia. A partir de este punto avanzaremos con un ejemplo al que le vamos a aplicar el proceso de ensamble y vamos a ver cómo se va armando el rompecabezas.
Abordemos el tema de la tasa de homicidios en Bogotá, por ejemplo. Como cronista parto de hacerme una pregunta general: ¿por qué se están matando los bogotanos? Esta sola pregunta, además de generar un gancho para apartarme de los textos académicos, hace que sea una crónica que invite a leer, pues a cualquier bogotano o persona que viva en esta ciudad le interesaría conocer esta historia.
¿Qué beneficios puede tener esta crónica para que un ciudadano me lea? Nos debemos encargar de que algo le quede en la mente.
Posteriormente esos datos fríos me ayudan a ubicar en esa temporalidad que les sugería. Si vamos a los antecedentes entonces revisaremos las tasas en los años 2012, 2013, 2014 y las del año actual, y así vamos delimitando el escenario. El tema no concluye toda vez que nos hagamos más preguntas. Por ejemplo: ¿es un problema solo de Bogotá? Entonces iremos a comparar con otras ciudades principales, por ejemplo, Cali, Medellín, Barranquilla y Bucaramanga. Cada temporalidad y contexto nos aporta entonces diferentes voces. Para el caso de este ejemplo podríamos definir que es importante hablar con la policía local, con el comandante, con el agente, los gremios, la alcaldía, las víctimas e incluso las pandillas; y así sucesivamente con el objetivo de agregarle al relato nombres, connotación, atmósfera e importancia, trascendencia y respaldo en evidencias.
Pasamos al momento de pensar en proyecciones, y es un punto relevante pues este va a justificar porqué tu texto merece ser leídos. Siguiendo con el ejemplo, me vuelvo a formular una pregunta: ¿qué beneficios puede tener esta crónica para que un ciudadano me lea? Aunque documente, entretenga e informe, nos debemos encargar de que algo le quede en la mente; entonces pienso en la información que les será de utilidad para no sólo conocer esa realidad, saber las estadísticas, saber del panorama nacional de esa situación, sino además qué hacer si no les queda más remedio que seguir viviendo en la ciudad donde los bogotanos se están matando. Podemos echar mano a los datos fríos, como por ejemplo suministrarles la línea del número de los cuadrantes de la policía, la indicación de las zonas de mayor peligrosidad y demás elementos que le presten un servicio y, en últimas, les tranquilice la existencia luego de haberle alertado y haberles dicho “preocúpese, tome medidas ante esta problemática”.
Este relato debe estar plasmado en un escenario; es decir, para que el relato reclame su toque de realidad debo incluirle una historia, es allí donde el poder de la observación se hace presente y es necesario salir para poder narrar. Pues bien, en el segundo paso vámonos a lo más inmediato y vivencial, un día para medicina legal (o el Servicio Médico Legal en Chile), un fin de semana de quincena, a ver si el tema es solamente coyuntural o uno diferente y comprueban que el tema es que los bogotanos no saben celebrar. Todo esto antes de avanzar al tercer paso.
DEFINIR EL ENFOQUE
Es hora de escoger el enfoque. Tenemos toda esta información, después de que entrevisté a tantas personas, obtuve tantos documentos, tantos estudios, ya me fui para medicina legal, ya recorrí las calles de Bogotá, ya fui con un policía a recorrer las principales calles, las más problemáticas de Bogotá, e incluso percibí el temor de los transeúntes y constaté qué grupos hacen peligrosas ciertas zonas a ciertas horas. Ahora vuelvo, como buen periodista, a formularme preguntas: ¿qué quiero hacer con eso? ¿Cuál es mi finalidad, contar y narrar un hecho específico? ¿O, por el contrario, me interesa que le quede algo más al lector?
Llega el momento de las elecciones, porque créanme, cuando tengamos toda esa información nos vamos a inundar si no definimos el enfoque y los elementos a incluir en función de lo que queremos para nuestros textos. Me refiero a qué va y qué no, pues de no hacerlo pondrán una crónica de 75 páginas sobre la mesa de sus futuros editores. En función de la elección, todos los insumos empiezan a responder a ella. Se podrán desechar cosas importantes, bueno las utilizaremos de alguna manera, o no, pero no nos podemos arriesgar a mostrar todo en bruto porque nadie lo va a leer. Lo que tenemos, entonces, es información a partir de las cuatro herramientas que enumeramos, es decir, cuatro inicios de crónica distintas pero que dicen lo mismo en forma distinta y tienen el mismo enfoque; luego, el problema no es de forma, de quién va a escribir, o quién escribe bonito, sino qué tipo de información elegimos a partir del enfoque que decidimos. Pero esto prefiero concluirlo con ejemplos.
Una crónica narrada desde el enfoque descriptivo: “A las cuatro de la madrugada cuando los primeros funcionarios llegan a medicina legal hay una fila de por lo menos treinta personas que llevan una hora de espera. En sus rostros angustiados por las noticias existe una misión común, reclamar el cadáver de un ser querido, la escena que Bogotá ha repetido cada día de los últimos seis meses, como consecuencia de la peor ola de asesinatos de su historia; podría ser la misma de los próximos días, pues las autoridades reconocen que tienen limitaciones para proteger a los ciudadanos”. Desde esa frase yo determiné el enfoque del texto que yo quiero dar.
Una crónica narrada solamente a partir del contexto: “La ciudad de Bogotá vive la peor de ola asesinatos de su historia. En los últimos seis meses las cifras de muertos en atraco a mano armada o casos de sicariato se han multiplicado por tres, lo que tiene alarmados a autoridades y ciudadanos. Pero el problema más grave no es ese: ayer la propia comandancia de la policía reconoció que tiene serias limitaciones para seguir protegiendo la vida de los habitantes de la capital”. Mismo enfoque, distinta fachada, pero está diciendo lo mismo producto de la misma investigación.
Una narración basada únicamente en el tiempo, la cronología: “Hace un año por esta misma época Bogotá se declaraba alarmada por el asesinato acumulado de 130 personas. Desde entonces autoridades, empresas, organizaciones, ciudadanía, se reunieron 32 veces. Enviaron 18 cartas, y visitaron en cuatro oportunidades al alcalde del distrito para buscar una salida, sin embargo, desde la primera reunión los crímenes se han multiplicado por tres y pueden seguir aumentando según lo acaba de admitir la policía”. Vuelve y juega, mismo enfoque, forma distinta, mismos insumos.
Y un último enfoque para el que elije escribir poco: “Hace un año por esta misma época Bogotá se declaraba alarmada por el asesinato acumulado de 130 personas, en lo corrido del 2014 van 390 y todo parece indicar que la estadística seguirá aumentando”. Queda comprobado que no es cuestión de quién escriba bonito. Si tenemos los insumos, y definimos perfectamente el enfoque de lo que queremos dejarle al lector, lo demás será un tema de costura.
LA INTIMIDAD DE LA ESCRITURA
Hice la promesa de ir a la intimidad de la crónica. A mi juicio resulta importante advertirles que muchos de sus trabajos de investigación a profundidad los van a ver reducidos a un párrafo de cuatro renglones en los medios tradicionales, bajo creencias como que los lectores no lo son tanto y en cambio prefieren lo impactante y visual, y verán temas como el que abordo en este momento, el de la trata de personas, o ejemplos como el de Bogotá, reducido a titulares fríos. Pero en esos casos yo sí prefiero un texto mucho más rico, que me cuente más cosas.
Porque si algún sentido tiene la crónica, por encima de los demás géneros, es el humano, porque le da rostro a las cifras; de lo contrario sería un informe técnico, una cifra más, y el periódico abriría titulando algo así como –“En Colombia disminuye el número de personas que han padecido de esto o aquello” pero si vamos a hacer este esfuerzo, uno esperaría una cifra a la que se le encuentre carne, huesos, emociones, sentido, sensaciones; elementos que le hagan al lector decir “qué drama tan tremendo”, que de alguna manera te conmueva, te mueva los intestinos y te llegue mejor que la cifra y la estadística.
Si algún sentido tiene la crónica, por encima de los demás géneros, es el humano, porque le da rostro a las cifras; de lo contrario sería un informe técnico, una cifra más.
Es escribir crónica pensando que en 25 o en 100 años llegará alguien que querrá saber cómo éramos nosotros como comunidad y ese objetivo le será mucho más fácil a partir de los textos narrativos, que de las noticias frías y de los datos estadísticos, si lee las dificultades sociales, educativas, económicas, por las que la sociedad pasaba. Sólo así le va quedar un sentido mucho más amplio, de lo que éramos como cultura, que la cifra misma. La mejor manera de llegar a un buen número de personas es usando la narración, y la crónica nos da la narración en la medida en que le damos rostro y sentido humano a lo que encontremos en la investigación.
A pesar de la riqueza narrativa de este género, y esto lo comento como un paréntesis, en Colombia tenemos un problema gravísimo, porque de alguna manera se condiciona el acceso la crónica, y es que la mejor revista de crónica que tenemos, en donde se publican los mejores textos de crónica, a la vez empelota mujeres. Entonces, hay cierto rechazo en públicos como los colegios y muchos que ya son mayorcitos de edad no comparten esa visión, sin embargo es una de las revistas referente en Latinoamérica en términos de crónica. Y de los periódicos ni hablar, no les interesa mucho la crónica salvo los domingos en donde el tamaño del diario es mayor. Ustedes compran El Tiempo y El Espectador del domingo y son gordos.Eeso da la posibilidad a los cronistas de que su crónica no se vaya en una página, si no en página y media o en dos.
Así las cosas, el único refugio que tienen son los blogs, las páginas de internet, en donde el cronista pueda publicar sus textos o unirse a la ola de cronistas que termina haciendo literatura, aquellos que dejaron de publicar en los medios y lo que hacen son libros, porque no les gusta que alguien les diga “quítele acá, haga el texto más corto, es que la gente no lee” o “métale un gráfico para que la gente combine y no se canse”, algo como a veces le pasaba a uno en el colegio: “no, es que ese libro tiene solo letras y ni una foto”. Y lo que importa, como ya lo pudieron comprobar ustedes, es el texto, evidentemente.
Hasta este punto hemos dado nombre y encajado tres de las seis piezas del rompecabezas, pero como esto se trata de guiarlos y no de hacerles aprender las cosas de memoria —cosa que les sucederá en la medida que se vuelvan maestros del rompecabezas, jugando a encajarlo una y otra vez indudablemente—, vamos a recopilar y a dar una zancada al siguiente paso. Entonces tenemos claro que:
- Hay que buscar información de fuentes primarias, secundarias; que las fuentes mienten, que debemos dudar, que debemos partir del hecho de que hay unos intereses de por medio.
- Después de haber identificado las fuentes, establecimos que hay que encontrar insumos de investigación o cosas que nos entreguen información, que básicamente son cuatro: entrevistas, documentos, estudios y un proceso de observación.
- Luego pasamos a darle a esas cosas nombre propio, identificación propia, definir un enfoque y saber qué queremos de ese texto y cuáles serán las consecuencias del mismo.
Hay una metáfora muy bonita de un periodista español, llamado Miguel Ángel Bastenier. Él dice que los géneros son como lupas que el periodista se pone para poder mirar, narrar y entender mejor la realidad, pero que en esencia sólo existen en nuestra imaginación.
Parte 1: Apuntes para la creación de una crónica
Parte 2: Buscar y narrar los extremos
Parte 3: Las herramientas de investigación
Parte 4: El enfoque y la intimidad al escribir
Parte 5: El caracol de los géneros
Parte 6 y final: Identificar, describir, interpretar