La crónica, dice Óscar Durán Ibatá, periodista y docente de la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Colombia, es como un rompecabezas. El siguiente texto es el punto de partida de una guía práctica para quienes se aventuran a contar la realidad con palabras, sin la necesidad de haber nacido con un don especial ni con virtudes de escritor. En la primera parte de esta serie titulada “La costura de la escritura”, Durán se refiere al inicio de la investigación y a la relación con las fuentes periodísticas.
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Voy a arrancar advirtiendo o al menos haciendo un pequeño comentario: lo que vamos a ver se aprende en las escuelas de periodismo y en las universidades durante al menos un semestre, por lo que vamos a tratar de condensar la información. La idea es entregarte herramientas periodísticas, narrativas, literarias si quieres, para que apropies la manera de contar y narrar la realidad.
En una investigación lo importante es qué haremos con esa información después, cómo la vamos a transmitir al lector, cómo se la vamos a poner ante sus ojos. De los géneros periodísticos, cuando se trata de transmitir una realidad con toda la riqueza de la experiencia, la percepción de los espacios, la voz de los protagonistas y los hechos vivenciados, una de las mejores maneras —no quiere decir que sea la mejor, pero si una de las mejores— es la crónica.
Para nadie es un secreto que vivimos en una cultura y en una región, Latinoamérica, eminentemente narrativa.
Más adelante explicaré la técnica, pero con este género y a través de una narración nutrida de información podemos decirle a nuestro público: mire este tema tan delicado. Esto contrasta con los textos científicos o los textos académicos que tienen una serie de complejidades y una serie de lenguajes que algunas veces marcan una distancia entre el que quiere decir algo y el que finalmente lo escucha; y para nadie es un secreto que vivimos en una cultura y en una región —Latinoamérica— eminentemente narrativa, y a veces contar las cosas en un lenguaje mucho más sencillo y utilizando personajes dentro de esa misma narración, nos permite cumplir una finalidad mucho más concreta en cuanto a transmitir nuestro mensaje. De allí la importancia de esta sesión de herramientas de producción de narraciones.
Pensemos la construcción de una crónica como un rompecabezas con seis fichas: cada una digamos que antecede a la otra, en la medida que la explica y justifica. Lo primero es hablar de las fuentes de investigación, es decir, de dónde vamos a sacar nosotros la información. Luego de identificar quiénes son los que nos van dar datos o los demás recursos que serán fuente de información, vamos a ver que existen unas técnicas de recolección de información que les debemos aplicar a esas fuentes para que nos cuenten lo que queremos saber. Vamos a mirar de qué se tratan esas herramientas, cuál es la razón de ellas, y cómo las podemos organizar.
De ahí vamos entonces a saltar a la pregunta: ¿y qué se hace con toda esa información?, que, a la vez, se constituye en una evidencia de lo determinante que es haber construido las dos fichas anteriores con total juicio, sin perder el rumbo en la investigación, pero tampoco dejar la aventura de la crónica a escasos datos, anécdotas y a la peligrosa falta de corroboración de hallazgos que también abordaremos.
Ya identifico quién me da la información y de dónde extraigo y corroboro datos, entiendo y conozco qué tipo de herramientas le tengo que suministrar, luego establezco un orden a esa información y al final decido qué tipo de texto voy a trabajar, que bajo el parámetro de la crónica —que es lo que estamos armando— vamos a mirar en su intimidad en qué consiste, cuáles son sus características y por qué es importante. Al final de la explicación de todos los elementos que voy a darles, comprobarán que se puede hacer mucho más fácil ese proceso de creación de crónica.
LO QUE DIGA LA FUENTE ES PUBLICABLE (Y HAY QUE ADVERTIRLO)
Hay que entender y partir del hecho probado hasta por los grandes cronistas y escritores que para contar o narrar necesitamos tener información, y a quienes recurrimos son a las fuentes (que, por origen mismo de la palabra, significa nacimiento, génesis, de esa información primaria).
Para darnos una idea del contexto legal que soporta y protege la información que poseen las fuentes y a las fuentes mismas, en Colombia las ampara la Constitución bajo el derecho a acceder a ella, e incluso el deber de suministrarla según el caso y la naturaleza de las fuentes, así como mecanismos para la solicitud y protección de las mismas y de la información. En Chile, en cambio, la llamada Ley de Prensa (19.733) otorga el derecho a mantener la reserva de las fuentes informativas y de cualquier elemento que permita identificarlas
Es fundamental establecer un contrato de transparencia con la fuente.
Existen tres condiciones de las fuentes que pueden tener o albergar información que nos interesa; la primera son del tipo de fuente que deben estar prestos a dar información, que en este caso pueden ser los organismos oficiales, ante quienes hay que hacer seguramente un tipo de proceso de solicitud formal. Otros son los que llamamos “las personas de a pie” que siempre dan información porque simplemente quieren transmitir lo que saben, contar sus experiencias y que alguien los escuche. Y habrá un tercer tipo de fuente que algunas veces puede llegar a ser problemático, que son quienes no les interesa que la información se sepa o la documentación oficial se verifique. Evidentemente, según la naturaleza de la fuente hay mecanismos legales, como la tutela o el derecho de petición o acceso a la información, si en algún momento creemos que podemos y debemos tener acceso a los datos que alguien no nos quiere dar.
En Colombia la ley obliga a suministrar la información bajo el artículo 21 de la Constitución Nacional, lo que implica el acceso a la información de manera libre y compromete evidentemente a ser responsable con ella. En Chile, en tanto, el artículo 8 de la Constitución establece la publicidad de los actos y órganos del Estado. En el escenario de la investigación periodística nos vamos a mover con gente que le interesa hablar, con gente que está obligada a hablar, y con gente que no querrá hablar con nosotros, y ahí dependerá de nuestra capacidad de persuasión, en cualquiera de las tres condiciones para obtener lo que deseamos.
Voy a aportarles esta última aclaración, que sin ella cualquier mecanismo de solicitud de información será perdido. Es fundamental establecer un contrato de transparencia con la fuente, es decir, no vamos hacer uso de recursos de ocultamiento, de grabadoras escondidas, de decirle a alguien “cuénteme qué fue lo que le pasó, en qué tipo de situaciones está involucrado, que yo no voy a decir nada, o que eso no va a salir publicado”.
Escribimos para ser leídos, por eso vamos a partir del hecho de que será información pública, y estamos en la obligación de hacerle entender a nuestra fuente que lo que diga va a ser objeto de publicaciones y su voz o datos serán parte de un texto que llegará a impactar a nivel local, nacional, y en esta era de la información digital evidentemente podríamos hablar de masificación internacional.
Parte 1: Apuntes para la creación de una crónica
Parte 2: Buscar y narrar los extremos
Parte 3: Las herramientas de investigación
Parte 4: El enfoque y la intimidad al escribir
Parte 5: El caracol de los géneros
Parte 6 y final: Identificar, describir, interpretar