El objetivo del periodismo de investigación es ser liberador. Y el desafío es conseguir una sociedad más justa. Si en medio de nuestras rutinas acallamos voces o tomamos partido por los más poderosos, nos hacemos cómplices de la corrupción misma.

Íconos de Luis Prado para Noun Project (cc).
Parecía que Chile era la excepción: el menos corrupto de Latinoamérica, junto a Uruguay, y el número 21 en el ranking mundial. Hasta que la realidad se impuso. Y, efectivamente, nosotros también estábamos inmersos en este pantanoso escenario.
¿Cómo nos enfrentamos los reporteros a la corrupción de los gobiernos y de las empresas? ¿Cuál es el desafío? Son preguntas que se escuchan cada vez resonar más fuerte. Más aún, cuando hay consciencia de una crisis de representatividad, manifestada en una distancia creciente entre los ciudadanos y sus gobernantes.
De esta forma, los miembros sociales vuelcan su confianza y atención sobre los medios de comunicación. Se dice que formamos parte de lo que se ha llamado el “Cuarto Poder”, el poder de la prensa, que debería estar siempre atenta frente a los abusos de los demás poderes. Pero no podemos ejercer bien ese poder si no lo conocemos. Y aún si conocemos ese poder de construir el ahora y de guiar el futuro, si nos descuidamos, también podemos corrompernos.
Bien sabemos que las bases de la democracia están íntimamente relacionadas al escrutinio público de nuestros líderes y que los ciudadanos pueden ejercer el control a través de los medios de comunicación: informados, participando de la toma de decisiones y previniendo la generación de casos de corrupción.
ENTENDER LA CORRUPCIÓN
En términos simples, corrupción es el abuso de poder que permite el beneficio propio de quienes están involucrados. Según la organización Transparencia Internacional, la corrupción consiste en el mal uso del poder encomendado para fines privados. Estos fines son recompensas tangibles como dinero, estatus, bienes o servicios.
La corrupción tampoco es exclusiva de la esfera pública, como podrían hacernos creer, sino que también forma parte del mundo privado. Los economistas Geoffrey Hodgson y Shuxia Jiang señalan que, generalmente, la literatura y los estudios sobre la corrupción van asociados a los gobiernos. Este prejuicio, correspondiente con una ideología individualista y libertaria, sería cuestionable, puesto que no es correcto restringir la corrupción a los límites del sector público e ignorar la corrupción de lo privado.
Podemos encontrar corrupción en las empresas, en los sindicatos, en los deportes, etc. Los recientes sucesos en la ANFP son síntoma de eso. La corrupción existe en diferentes contextos y es de distintas dimensiones —desde coimas, fraude y evasión de impuestos hasta colusiones—, pero podemos afirmar que la mayor corrupción va de la mano con las elites políticas, económicas y sociales.
ILUMINAR LO OPACO
La libertad de prensa es una de las formas de combatir la corrupción. Es por medio de la denuncia periodística que es posible visibilizarla y llevarla al conocimiento público. Al magnificarse su cobertura, hay una mayor presión sobre los involucrados —y sobre potenciales involucrados— para evitar estos actos. La corrupción es exhibida en la palestra mediática como escándalos, lo que a su vez resulta en la pérdida de apoyo y credibilidad en las instituciones, puesto que la percepción de la corrupción es entendida como un factor que deprime el respaldo a los regímenes democráticos.
En medio de este ambiente es donde encontró su justificación y su nicho el periodismo de investigación: una forma de periodismo en profundidad, que va más allá de lo evidente. Periodismo que se enfrenta al poder y lo reta a jugar limpio, develando los hilos del poder y abriendo los ojos del público frente a las injusticias. Y es significativo, además, porque estamos rodeamos de periodismo que no forma ni informa, que se mueve en lo superficial, un periodismo cómodo y que se presta para la manipulación.El periodista debe seguir cumpliendo hoy la función de vigilante.
La libertad de prensa es una de las formas de combatir la corrupción.
Juan Carlos Bergonzi, profesor de comunicación argentino, define el periodismo de investigación como aquel que publica “información que alerta a la sociedad sobre corrupción en cuestiones que afectan o erosionan el interés público”. A los periodistas nos corresponde un rol activo en los contextos de corrupción en Latinoamérica: debemos ser valientes, evitar la autocensura y llevar las investigaciones siendo persistentes. Conocer la legislación, en especial la relacionada a delitos de corrupción. Y saber también cómo utilizar las leyes de acceso a la información pública.
La transparencia es lo opuesto a la corrupción, y es misión del periodista brindar un poco de luz a esas zonas oscuras en las que se forjan y estructuran las sociedades, involucrando a instituciones tanto públicas como privadas.
Si bien es cierto que no está en nuestras manos reformar la legislación o hacer justicia, si podemos develar lo escondido, permitiendo también a los ciudadanos tener la posibilidad de orientarse en el mundo, denunciando los casos de corrupción tanto pública como privada. Podemos colaborar así en la sanción moral a quienes abusan del poder que les ha sido encomendado por otros, utilizándolo en su propio beneficio.
PERIODISMO DE LIBERACIÓN
Ryszard Kapuściński sostenía que antes de ser buenos periodistas, debíamos ser buenos seres humanos, porque las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Hay que comprometerse con los demás, escuchar sus opiniones y denunciar cuando se ven afectados sus derechos.
El objetivo del periodismo de investigación es ser liberador. Y el desafío es conseguir una sociedad más justa. Si en medio de nuestras rutinas acallamos voces o tomamos partido por los más poderosos, nos hacemos cómplices de la corrupción misma.
La tradición periodística latinoamericana está ligada a la denuncia de los abusos cometidos durante las dictaduras que arrasaron con nuestros países en la segunda mitad del siglo XX. Esta tradición nos habla de periodistas que arriesgaron y perdieron sus vidas porque otros pudieran satisfacer su necesidad de estar informados, por denunciar ante la opinión pública las violaciones contra los derechos humanos.
Una vez en democracia, no podemos más que honrar a todas y todos esos periodistas que nos antecedieron. Aún se siguen vulnerando muchos de los derechos de las personas y es parte de nuestro compromiso deontológico estar ahí para ser la voz de los sin voz y los oídos de los que aún no quieren escuchar.
Desafío inevitable, y que Rodolfo Walsh relacionó con la misión de los intelectuales en la sociedad: “Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante, y el que comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto, no en la historia viva de su tierra” (Semanario CGT Nº1, 1968).
Algunos textos para entender mejor la corrupción:
Una aproximación al fenómeno global de la corrupción de Alberto Precht, 2014.
Investigar la mala administración y la corrupción burocrática es inherente al periodismo de Juan Carlos Bergonzi, 2008.
La economía de la corrupción y la corrupción de la economía: una perspectiva institucionalista de Geoffrey Hodgson, y Shuxia Jiang, 2008.
Chile, un caso de corrupción oculta de Patricio Orellana, 2007.