crónica

El adiós a Dageline: violencia institucional y un duelo en kreyòl

Por ~ Publicado el 26 septiembre 2025

La muerte de Dageline Verce, niña chilena de padres haitianos, en un jardín infantil de Rengo, no solo abrió una herida en su familia y en la comunidad haitiana, sino que también expuso el racismo institucional que los golpea incluso en medio del duelo. Tras perder a su hija bajo la tutela del Estado, debieron enfrentar un intento de desalojo en la toma donde vivían. El cuerpo de la niña estuvo 45 días en el Servicio Médico Legal. No hubo autoridades en su despedida.

Por María Paz Castillo

TikTok está colmado de videos que cuentan la historia de Dageline -o Dangeline, como aparece mal escrito en algunas publicaciones-, una niña de dos años y ocho meses que murió el 18 de julio en el jardín “Pequeños Sueños” de Rengo, aparentemente tras tragarse un globo ante el descuido de sus cuidadoras. La pequeña llegó sin signos vitales al Cesfam Rienzi Valencia.  Hasta allí también llegó su madre, después de recibir mensajes en español en su celular. Las explicaciones de la dupla psicosocial fueron ininteligibles para ella.

Aún hay muchas preguntas sobre cómo pasó todo. No hubo declaraciones oficiales y en los escasos artículos periodísticos sobre su caso, apenas hay pinceladas de su vida.

En la esquina norponiente de la Plaza de Armas de Santiago, cercano a la calle Catedral, se ha transformado las últimas décadas en epicentro de los encuentros de personas migrantes en torno a diversas preocupaciones: conseguir trabajo, cambiar o enviar dinero, comer, organizarse para ir de fiesta, conseguir ayuda legal o, como ahora, manifestarse.

Allí un grupo de unas 50 personas, se reúne con velas y carteles, invitados por redes sociales, sobre todo en TikTok e Instagram, donde varios influencers haitianos, han compartido información las últimas semanas entre kreyòl. Toma la palabra Nekki, música y cantante afrochilena. Gesticula con las manos para marcar cada punto de sus palabras. Las velas blancas en el suelo arden insistentes.

-Este caso si no se hubiera hecho viral, no sería noticia- replica. No podemos negar que el racismo existe (…) Necesitamos que se protejan a los afrodescendientes, que protejan a las infancias negras, migrantes. -sigue Nekki. Tiene razón: no hay más que un puñado de personas de algunas organizaciones y activistas.

-Dageline es el reflejo de las nuevas infancias afrochilenas. Mientras más oscura es la piel, el racismo es más grande y más doloroso- concluye.

Un grupo de personas se reúne nuevamente en la Plaza de Armas de Santiago, esta vez un domingo en la mañana. Se espera mayor concurrencia. Muchos de los asistentes tienen miedo de que la actividad termine en un enfrentamiento con la policía, a pesar de haber solicitado los permisos correspondientes y asegurar que sea algo pacífico. En la actividad se reparten entre los asistentes poleras que llevan estampada la cara de Dageline. En varias ocasiones se acercan funcionarios de Carabineros para solicitar los permisos.

El grupo avanza rodeando la plaza para luego tomar camino hacia la Moneda. A ratos hacen sonidos con los pies, hay cantos en kreyòl y en español. Exigen justicia para Dageline.

Al llegar a la Plaza de la Constitución cerca de las 13:45, un carabinero repite que el permiso para estar manifestándose termina en 15 minutos.

-¡Cuarenta y cinco minutos!- le corrigen varios asistentes.

Los apuran: el permiso es hasta las 14:30.

A través de una llamada, Marie Yolaine St Albord, mamá de Dageline envía saludos a través de David Antoine, quién ha sido la persona que ha apoyado cercanamente a la familia.

Lo que pocos saben es que Marie duerme todos los días cerca de la ropa de Dageline y el padre de la niña aún está en shock. Viven en el campamento Galvarino y, entre los bosquejos planes, está vivir en Santiago para encontrar trabajo o más pronto posible. Una de las organizaciones La Fundación T Zen orienta a migrantes, principalmente haitianos, en términos laborales, herramientas para ser independientes y en eso están enfocados, en la ayuda para la familia.

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Un pequeño ataúd blanco está ubicado al centro de un gimnasio. Los asistentes están vestidos de sombrero y traje. Ramos y coronas de flores abrazan ese espacio donde ahora descansa la pequeña Dageline. El polideportivo de Rengo que no tiene más que dos corridas de asientos, se va llenando de gente.

En medio del velorio, un grito atraviesa el lugar, es  Marie Yolaine. Y hay motivos para aquello. El cuerpo estuvo más de mes y medio en el Servicio Médico Legal y recién la están despidiendo. El grito es la réplica de ese dolor que sintió en el desalojo de la toma en medio del intento de velatorio. Es el dolor una madre. Aunque el municipio de Rengo estaba al tanto de la situación de la familia, de todas formas decidió hacer un desalojo para una demolición que estaba programada para los campamentos Tricolor y Galvarino. Marie gritaba en medio de la presencia de Carabineros y funcionarios municipales.

En el funeral, hay unos 400 asistentes de los cuales, en principio, no hay más de 20 personas blancas. El gimnasio es una construcción reciente, a propósito de los Juegos Panamericanos. Al pasar los minutos van escaseando las sillas y espacios para sentarse. Cuando llega el momento de las palabras, no hay un equipo de sonido disponible. Las personas intentan hablar igualmente, pero en un momento la situación explota y detienen las palabras hasta que se resuelva.

-¿Cómo no hay sonido? ¿No hay sillas?- murmura la gente.

Allí tampoco hay autoridades.

Para los haitianos, la muerte es apenas un estado. El alma abandona el cuerpo para unirse al mundo espiritual y permanecer entre los vivos. En los funerales, la música, la comida y apoyarse en comunidad es conjuro contra  la tristeza.

En ese momento todo eso queda patente. La presentación de los asistentes es impecable, por tanto hay enojo ante cierta desorganización en el lugar. Tienen que pedir por elementos básicos para comenzar la ceremonia. El ambiente se tensiona. Después de casi media hora, logran llegar con equipos de sonido, entre otras cosas. El velatorio se había suspendido hasta ese momento, algunas personas van tomando la palabra.

Dageline 2

Tres mujeres de la comunidad afrodescendiente hablan: Mimí, Sassou y Marjorie Macier . Ellas han sido parte de las manifestaciones y representan a su comunidad. En el caso de Mimí de Niñeces de Trapo; Sassou, alumna de la Universidad Alberto Hurtado y Marjorie Macier que es profesora haitiana y también ha acompañado las manifestaciones y los cantos en todas las oportunidades.

Una de ellas, denuncia lo que es el racismo y cómo se ha visto en todas las situaciones: desde antes de nacer. -¿Por qué Haití ha estado en conflicto tanto tiempo? ¿Por qué alguien decide dejar su lugar de origen, una isla en medio del Caribe, para venir al sur del mundo, con frío, donde hablan otro idioma y donde los actos racistas andan a la orden del día?- reclama.

Hoy, una de las preocupaciones de la familia, es que aún no hay avances en la investigación.

Desde el departamento de Género de la Subsecretaría de Educación Preescolar y de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji), declinaron entregar declaraciones a los medios. La Asociación Nacional de Funcionarios de la institución mostró a través de sus redes sociales las manifestaciones exigiendo la salida de Daniela Triviño, Vicepresidenta Ejecutiva de Junji por este caso y por su responsabilidad política en acusaciones tales como que se habría tratado de esconder las pruebas en el descuido que se cometió con Dageline.

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-Me enteré lo que pasó hasta el final del funeral y fue terrible, fue espantoso, no puedo creer tanta crueldad-comenta María Emilia.

María Emilia Tijoux es doctora en Sociología de la Universidad de París VIII y Mágister de Educación de la Universidad de París XII y Socióloga de la Universidad de Chile. Como investigadora María Emilia, se dedica hace más de 15 años a trabajar temas como lo son las migraciones contemporáneas y racismo en Chile, la sociología del cuerpo y las emociones.

-Cuando me enteré que no estaba cavada la tumba, creo que ya era asesinar de nuevo.

-En su publicación de Instagram sobre el caso de Dageline Verce, comentaste “Sigamos luchando juntos contra el racismo”. ¿Crees que el caso de Dageline ha tenido tintes racistas? ¿por qué?

Ahí hay dos cosas: La única posibilidad de luchar contra las opresiones como el racismo, la xenofobia, el patriarcado, es hacerlo colectivamente. Ninguna lucha puede tener este lugar tan individual que nos dejó la dictadura, individualista y que se había trabajado tantos años en todas las luchas sociales de este país (…) Y lo que ocurrió con Dageline, es uno de las tantas consecuencias del racismo en Chile- concluye.

Dageline 9

El domingo 31 de agosto, en el Polideportivo Luis Pávez Díaz, no había micrófono. No había calefacción para capear el frío, pero su comunidad estaba presente. Para ellos, Dageline no era sólo una niña haitiana muerta, un número, una historia en la contingencia que luego se olvidará. La ceremonia había sido anunciada como masiva, pero la Municipalidad de Rengo no dispuso sonido.

Stephania Vanessa Marcelin, trabajadora social e investigadora de la niñez afrodescendiente, tomó la palabra igual, a viva voz.

Dageline sufrió violencia incluso antes de nacer -dijo, ahora con micrófono- Y siguió sufriendo hasta hoy, en su funeral.

Chile es un país racista, xenófobo -gritó Marcelin-. Y contra los haitianos, además, hay aporofobia. Nos discriminan por pobres, por negros, por extranjeros.

En el recorrido del cortejo fúnebre, las calles se cortan, se abren, se interrumpen una y otra vez. En el cementerio, la fosa no estaba lista. Hubo que esperar a que terminaran de cavar. Dageline seguía enfrentando las negligencias.

Dageline nunca estuvo sola -dijo Marcelin, levantando la voz con rabia otra vez-. Murió porque nadie la estaba mirando. Pensaron que era una persona sola. Pero no lo era. Hoy estamos aquí para decirlo.

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