Opinión

Una jornada sobre Chile, los libros y el periodismo en la FIL de Guadalajara

Por ~ Publicado el 29 noviembre 2012

La autora de este relato moderó una mesa en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, evento que dejó algunas sorpresas: los halagos al periodismo chileno y el interés de los asistentes por la presencia de autores y artistas chilenos.

Mónica González, Andrea Vial y Héctor Aguilar Camín. Foto: Macarena Castillo

La idea original era hablar de libros y periodismo. La mesa se llamaba: “Más acá de la ficción: los libros de periodismo” y surgía a partir de la experiencia del Premio Periodismo de Excelencia que creó —hace ya diez años— la Escuela de Periodismode la Universidad Alberto Hurtado. Pero ya desde el primer minuto sabíamos que con Héctor Aguilar Camín y Mónica González en el estrado, es difícil no tentarse y dejar que la conversación arranque para otro lado a la menor provocación.

Y eso pasó. Se suponía que el PPE era una referencia; una excusa para conversar, pero Aguilar Camín en su introducción, intentando definir los riesgos de la difusa frontera entre periodismo y ficción, quería marcar otro punto: la tremenda calidad del periodismo escrito chileno. Y para mi sorpresa y algo de sensación de pudor frente al público local,  habló de su experiencia como presidente del jurado del PPE el 2009 y nombraba textos de periodistas chilenos, y recordaba las historias y por último desmenuzó paso a paso el reportaje ganador de esa versión,  “La historia secreta del secuestro de Cristián Edwards”, para demostrar qué entiende él por buen periodismo.

Al intentar definir los riesgos de la difusa frontera entre periodismo y ficción, Héctor Aguilar Camín quería marcar otro punto: la tremenda calidad del periodismo escrito chileno.

Mónica González escuchaba orgullosa; después de todo el periodista e historiador mexicano, autor de la maravillosa La Guerra de Galio se estaba refiriendo a una investigación de Ciper, el centro que ella dirige.

Y de ahí la discusión era cómo se logran esas historias, el chequeo de fuentes, la diferencia entre veracidad y verosimilitud, la pluma, Truman Capote, las noticias deseadas y las historias que todavía no contamos, no podemos destapar o no queremos ni oler. Y de un zarpazo estábamos en el análisis de la cobertura del narcotráfico y los muertos por esta lacra y el rol del periodismo. Creo que los asistentes lo disfrutaron. Y más en este último tramo de la presentación, porque los expositores no estaban de acuerdo y unos tintes de “picoso” —como tan graciosamente dicen acá en México— en el diálogo siempre quedan bien cuando uno pensó que todo fluiría sin contratiempos.

Los 50 minutos en el salón uno volaron, como todo acá en la FIL. Ya entraba otra mesa con Pablo Simonetti, Carla Guelfenbein y Jaime Collyer sobre escritores que vienen de otra profesión. Y en el pequeño anfiteatro del pabellón chileno partía otra sobre poesía con Santiago Elordi, Leonardo Sanhueza, Elicura Chihuailaf y Marcelo Rioseco. Y si elegías esa te saltabas la de Patricio Fernández con Gabriel Salazar. O la de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, que presentaba una belleza de libro sobre la obra periodística de Gabriel García Márquez, con autores que comentan cuáles son las crónicas del Premio Nobel que más les han impactado y por qué. Pedro Peirano firmando como loco su nuevo libro de cómics y todos los niños pidiendo una foto con Tulio Triviño. Acá, 31 Minutos es más que un fenómeno. Y antes de irse, toparnos con el escenario en que tocaban Los Bunkers y como la gente no cabía, habilitaron parte de la vereda y los fanáticos se sentaron en la calle y a través de una pantalla gigante gritaban entre el tráfico de autos y policías que intentaban poner orden…

Toda una fiesta la del martes, la misma que seguirá hoy y hasta el domingo.

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