Lo malo es que cada día que pasa hay menos reporteros explorando la vida real porque las empresas consideran que es más barato mantenerlos encadenados a un escritorio produciendo y produciendo.
No he seguido tan detenidamente la cobertura de los medios de comunicación sino hasta el final, y sobre todo de algunos medios en inglés. Lo que he sentido allí es la brecha enorme que hay entre los medios que apuestan por enviar reporteros a la vida real (The New York Times, The New Yorker, por ejemplo) y aquellos medios que, por asuntos presupuestales y de modelo de negocio, reempaquetan contenidos ajenos y no hacen trabajo de campo. Estos últimos abundan y han saturado la atención de las personas con información de dudosa calidad. Los primeros cada vez son menos.
¿Qué deberían aprender los medios? Yo diría que nada nuevo. Basta con que sean fieles a lo esencial: reportar los hechos desde donde estos ocurren. Lo malo es que cada día que pasa hay menos reporteros explorando la vida real porque las empresas consideran que es más barato mantenerlos encadenados a un escritorio produciendo y produciendo. Es la fatalidad que está llenando el mundo de contenidos basura.
Contra todo esto, más que aprender, hay que rebelarse.
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