Opinión

Los medios vieron a Trump llegar… y lo dejaron pasar

Por ~ Publicado el 9 noviembre 2016

Los buenos periodistas conocen de sobra los problemas que aquejan a la sociedad; otra cosa es que se hagan los lesos. La irresponsabilidad mayor es permitir que la ciudadanía elija solo porque empatiza o conecta con un mensaje y no repare en el vacío que asoma, una vez que las luces se apagan.

Ilustración de Donkey Hotey.

Ilustración de Donkey Hotey.

Clinton no hizo campaña en estados que pensó tenía en el bolsillo y que luego perdió. A la prensa le ocurrió algo parecido. Estaban todas las señales puestas, desde el minuto en que Trump ganó la nominación republicana, pero lo vieron llegar y lo dejaron pasar.

Al igual que en Chile, a ratos estamos tan preocupados de congraciarnos con las audiencias que olvidamos lo que aprendimos: hacer periodismo. El único compromiso que tenemos con los ciudadanos es informar y hacerlo de forma acuciosa, profunda, equilibrada, destacando aquello que es relevante para el autogobierno de las personas. No es rol nuestro armar peleas simplonas en los medios con tal de vender un poco o entretener a los troles en las redes sociales. No fuimos formados para eso. Se supone que estamos para defender la democracia, el nutriente que nos permite respirar, para fiscalizar el poder en representación de nuestros lectores, y por cierto para informar.

Tampoco es nuestra misión andar como mono tití diciéndole a la gente lo que quiere escuchar, la mayoría de las veces es lo contrario, es contarles aquello que no quieren ver, entregando la información veraz que les permita tomar decisiones libremente.

Muchos de quienes votaron a Trump lo hicieron porque en su discurso vendió un cierto alivio a los costos de la globalización, pero eso no quiere decir que la gente haya votado informada. La prensa pudo estar ahí no para pelearse con Trump (que es lo que finalmente hizo) sino más bien para contarle a la gente –con evidencia empírica– que una muralla no es la solución al desempleo, la violencia o las drogas.

Durante mucho rato los medios se entretuvieron repitiendo el lenguaje ordinario, discriminatorio y arrogante de Trump, soslayando la frivolidad de su discurso. En Estados Unidos y en cualquier parte del mundo, todos entendemos con qué frases podemos incendiar la pradera a nuestro favor, ideas como “que se vayan todos” o“estamos cansados, enojados y aburridos”, son parte de una retórica que merece ser descifrada con inteligencia, preguntándonos más bien quiénes son los que llegan y cómo van a solucionar los problemas.

El periodismo puede contribuir mucho a evitar que el voto vaya al candidato más gritón, enrabiado, simpático o buena onda. Es más, votar solo por esos atributos “blandos” es lo que hace que hoy la emoción invada toda decisión, desplazando a la razón en casi todos los ámbitos donde antes campeaba. No acepto que se trate de un error en el diagnóstico, los buenos periodistas conocen de sobra los problemas que aquejan a la sociedad; otra cosa es que se hagan los lesos. La irresponsabilidad mayor es permitir que la ciudadanía elija solo porque empatiza o conecta con un mensaje y no repare en el vacío que asoma, una vez que las luces se apagan.


Más sobre Trump y medios:
“La crisis de los grandes prescriptores”, por Miquel Pellicer.
“Los medios vieron a Trump llegar… y lo dejaron pasar”, por Andrea Vial.
“Periodistas: contra ustedes también va la cosa”, por Roberto Herrscher.
“Necesitamos narrar interactuando con las personas”, por Diego Fonseca.
“Los medios masivos naturalizaron la hipocresía”, por Esteban Catalán.
“Seamos fieles a lo esencial: reportear los hechos donde ocurren”, por Marco Avilés.

#Etiquetas:

Comentarios.