Opinión

La muerte (¿o el asesinato?) de un tabloide

Por ~ Publicado el 11 julio 2011

En una democracia en que la prensa tiene un rol fiscalizador, la pérdida de un medio no es una buena noticia. Ciertamente, los tabloides no son un formato para todos los gustos, pero menospreciar su existencia es rayar en la soberbia. En esta columna, Carolina Robino, periodista chilena radicada en Londres, desmenuza los hechos que llevaron a la caída del periódico sensacionalista News of the World.

¿Estaba al tanto Murdoch de que su medio recurría a las escuchas ilegales? | Foto: World Economic Forum, Flickr

Vivió 168 años. Y tuvo una muerte súbita. Este domingo dejó de circular News of the World, el tabloide dominical más exitoso del Reino Unido, envuelto en una polémica digna —irónicamente— de las mejores portadas de la prensa amarilla.

La historia tiene todos los ingredientes que alimentan la escritura sensacionalista: espionaje, poder, dinero, una mujer hermosa —la ex editora Rebekah Brooks—, políticos, actores conocidos, ilegalidad y un secreto que cuando es descubierto los salpica a todos.

La opinión pública reaccionó con furia. Por años había disfrutado con los escándalos develados por el medio: las amantes de futbolistas, los abusos de Fergie, la ex del príncipe Andrés, los excesos de algún millonario, las ineficiencias de uno que otro ministerio.

Pero las nuevas acusaciones tocaron su propio corazón y parecen haberse alzado como el límite. Una cosa es intervenir los teléfonos de los ricos y famosos, de los que forman parte del gran espectáculo televisivo. Otra muy distinta es meterse con la gente corriente y, peor aún, víctimas.

Primero se habló del celular de Milly Dowler, una adolescente que fue secuestrada y asesinada en 2002. Luego de las familias de soldados muertos en Afganistán y en los atentados de Londres en 2005.

Este fin de semana los medios de comunicación británicos no hablan de otra cosa. La independencia de Sudán del Sur, la hambruna en Somalia y la crisis griega pasaron a un segundo plano.

Una cosa es intervenir los teléfonos de los ricos y famosos, de los que forman parte del gran espectáculo televisivo. Otra muy distinta es meterse con la gente corriente y, peor aún, víctimas.

Lo que aquí se ve es un debate incesante. ¿Cuál es el límite ético para conseguir un titular? ¿Merece el público corriente un trato diferente de quienes juegan un papel en la vida pública? ¿Se justifica el cierre del dominical? ¿No es un atentado contra la libertad de prensa? ¿Están siendo sus periodistas los chivos expiatorios del drama? ¿Quiénes son los verdaderos responsables? ¿Pagarán algún precio? ¿Estaba el magnate australiano Rupert Murdoch al tanto de que News of the World, del cual es propietario, recurría a la escucha telefónica regularmente? ¿Es creíble que no sabía? ¿Y sus editores? ¿Lo hacen otros tabloides? ¿Cuánto sabía el primer ministro David Cameron? ¿Quién sacará provecho de lo que está ocurriendo?

En una democracia en que la prensa tiene un rol fiscalizador, la pérdida de un medio no es una buena noticia. Ciertamente, los tabloides no son un formato para todos los gustos, pero menospreciar su existencia es rayar en la soberbia.

News of the World vendía más de 2,5 millones de copias cada domingo. Se dice que es el periódico en inglés más leído en todo el mundo. Doscientos periodistas —la mayoría de ellos ajenos a las escuchas ilegales— se quedarán sin trabajo. En cambio, la archi-colorina Rebekah Brooks, la ex editora del dominical sindicada como una de las promotoras de las intervenciones, mantendrá su muy bien pagado puesto en el conglomerado de Murdoch.

En “Question Time”, un programa de televisión que hace las veces de pequeño cabildo abierto, el actor Hugh Grant dijo este jueves que el cierre del semanario era sólo una “maniobra cínica” para intentar frenar una ola de nuevos escándalos.

Mientras News of the World prepara una tirada de 5 millones para su última edición, la sensación de que aún queda mucho cable por desmadejar crece en el ambiente. Las escuchas ilegales mataron al exitoso dominical. ¿O fue el propio Murdoch? Muchos avisadores ya se habían retirado y no hay buena reputación en ser el dueño de un medio que incluso para el “gran público” ya había caído demasiado bajo.

La prensa no es para el magnate australiano un gran negocio. Lo que busca con sus medios es poder e influencia. Cerrando News of the World ganó tiempo para pensar en cómo no perder el atractivo espacio de los domingo. Ya se habla de que apenas pase la tormenta aparecerá Sun on Sunday.

¿Y el escándalo? Los británicos aman las comisiones y ya hay dos anunciadas. Una para investigar cómo la policía no advirtió lo que estaba sucediendo y otra para estudiar los límites éticos del periodismo. Sólo el tiempo y la presión dirán cuánto revelarán.

Lo otro que queda es el humor. En las redes sociales llegaron a pedir la vuelta de la horca para los culpables, y Hugh Grant, que usando un micrófono con forma de bolígrafo desenmascaró parte a un periodista, se ha convertido en el nuevo James Bond. My name is Grant… Hugh Grant.

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