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Javier Darío Restrepo, el periodismo y la audiencia: “No estamos para satisfacer las curiosidades de nadie”

Por ~ Publicado el 7 diciembre 2011

El maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano ofreció un seminario web para analizar, discutir y reflexionar sobre los nuevos dilemas éticos del periodismo en el contexto digital.

Restrepo dirige el Consultorio Ético de la FNPI | Foto: LuisCarlos Díaz, Flickr

Javier Darío Restrepo es periodista hace más de cincuenta años y desde 1995 participa como maestro de la FNPI, donde además dirige el Consultorio Ético. El martes 6 de diciembre ofreció un seminario web para abordar los nuevos dilemas éticos del periodismo latinoamericano a la luz del contexto digital. Restrepo habló de la naturaleza ética del ser humano, de la búsqueda de la verdad y de las principales debilidades del oficio en la región.

Al finalizar su exposición se abrió una ronda de preguntas. Puroperiodismo aprovechó de formular la siguiente interrogante. Después de la respuesta extractamos algunas de sus reflexiones más relevantes.

—¿Qué virtudes o defectos tienen para el periodismo las nuevas plataformas colaborativas? ¿Corre el riesgo de satisfacer las necesidades de la audiencia? ¿Es un riesgo o es bueno que ocurra?
En principio es muy bueno que haya esa participación de la audiencia. La institución del Defensor del Lector busca justamente esa participación cada vez más intensa que ahora, con estas nuevas tecnologías, se intensifica. Pero, a esas audiencias, ¿qué hay que darles? ¿Lo que ellas quieren o lo que nosotros estimamos que es útil para ellas? Y hay un principio para toda clase de periodismo: nosotros no estamos para satisfacer las curiosidades de nadie. Eso parece un poco arrogante, pero hay un periodismo muy malo que se está haciendo a partir de la pregunta ‘qué es lo que quieren los lectores’. Si yo estoy actuando como periodista es porque estoy dando información sobre lo que está sucediendo. Y las cosas no suceden de acuerdo con el gusto de los receptores, suceden con su propia naturaleza. Hay una autonomía propia de la noticia. Y yo tengo que dar esa noticia, guste o no guste.

FRASES DESTACADAS

“Los dilemas éticos que podía tener el señor Gutenberg eran muy diferentes de los que podemos tener nosotros ahora, sentados frente a nuestra pantalla y preguntándonos, por ejemplo, si esta rapidez enorme que se ha introducido en la comunicación periodística es una rapidez que es ética o no ética. Y deja de ser ética en el momento en que por la rapidez yo sacrifico la exactitud”.

“¿Hay un concepto único de ética periodística? Sí. ¿Y cuál es ese concepto? Es la obediencia a nuestra propia naturaleza. La naturaleza del ser humano es principalmente inteligente y sociable. Esa inteligencia y esa sociabilidad determinan unos deberes. Esos deberes se han ido desarrollando en la conciencia de las personas, de modo que hoy se puede decir que somos mucho más severos que en los tiempos de Aristóteles”.

“Tenemos obligación de ser mucho más éticos con todas las demás personas porque tenemos unos instrumentos poderosos que nos permiten el contacto con las personas. Y ese contacto con las personas es el fundamento de lo ético”.

“La ética humaniza. Y también se puede llegar a otra conclusión: todo lo que nos deshumaniza deja de ser ético. Ser ético, por consiguiente, es obedecer a nuestra naturaleza. Y esa obediencia a la naturaleza es válida en los tiempos de la edad de piedra, en los tiempos de Gutenberg, es válido en los tiempos de la radio y es válido ahora en los tiempos de internet. Por lo tanto, es posible trabajar a partir de un concepto único de ética periodística, sólo que en cada momento ese concepto tendrá una aplicación diferente”.

“Al hablar de la propia conciencia estamos diciendo que la ética no nos la impone nadie, sino que está escrita en nuestra propia conciencia. Immanuel Kant decía —y lo decía muy bellamente— que la ética está escrita en nuestro corazón. Y hablaba él de leer lo que está escrito en nuestro corazón. Porque uno es ético desde que nace”.

“Todo ser humano es ético. Y es una ética que viene prácticamente con nuestra naturaleza casi en forma de semilla. Y claro, corre la suerte de las semillas. Unas de ellas tienen que desaparecer por falta de cuidado. Entonces, se secan y finalmente pierden toda su potencialidad. Las más afortunadas son las que caen en manos de personas responsables que preparan la tierra, que las arrojan en tierra buena y que están cuidándolas constantemente para que se desarrollen. Con la ética sucede igual”.

“Hay también otra forma de resolver dilemas. Están creándose en algunas partes del continente los que se llaman tribunales de ética. A mi juicio es una forma equivocada. La palabra tribunal es una palabra que está asociada a una instancia legal. Y la ética no tiene que ver con la legalidad, es anterior a toda legalidad”.

“Los que se sientan en ese tribunal actúan y se sienten como si fueran jueces. Y resulta que en ética nadie es juez de nadie, porque el único que tiene todos los elementos para decidir si una actuación fue ética o no es uno mismo”.

“Hay un elemento que constituye todo un desafío para los periodistas del continente, que es la independencia. Ser independiente es haber roto con toda dependencia. Y ustedes saben que una de las dependencias más reales que tenemos es la dependencia del dinero. Y si a eso se le suma que en todo el continente parece una maldita regla el que a los periodistas se les paga mal, piensen ustedes lo grave que será el tener esa dependencia del dinero”.

“No merecen existir unos periódicos que tienen una mala estructura empresarial y que para abaratar los costos le están recortando continuamente los ingresos al periodista. Porque están condenando a sus lectores a una información mediocre. Esos periódicos no merecen existir. Y si en determinado momento una autoridad dice ‘este periódico no está cumpliendo su función’, no hay ninguna razón para invocar siempre la libertad de prensa. Porque antes que cualquier libertad de prensa está el derecho de la gente de recibir una buena información”.

“Ahora al periodismo le toca cumplir una tarea esencial, fundamental e irreemplazable, que es la tarea de hacer entender la historia de todos los días, de interpretarla y de dar los fundamentos para que todas las personas, todos los ciudadanos, puedan participar en los asuntos públicos. En eso somos irreemplazables. Pero tomar conciencia de eso es uno de los desafíos que está planteando la ética periodística en un contexto de cambio regido por el desarrollo tecnológico”.

“A un periodista no le basta con haber encontrado la verdad. Eso es una parte de su tarea. La parte más importante es la que sigue: hacer que esa verdad se la crean (…) La norma para que a mí me crean la información que yo estoy presentando a través de este o de cualquier medio, la norma es que a mí me la crean y que yo aparezca veraz e independiente. Sobretodo eso: independiente”.

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