Tras la renuncia de Benedicto XVI y la inminencia del cónclave para elegir a su sucesor, Dennis Coday, editor del principal semanario sobre la Iglesia Católica en Estados Unidos, describe el trabajo que están realizando para abordar una institución “que opera en secreto”.

Panorámica de la Plaza San Pedro. Foto: cmgramse
Fue fundado en 1964 y desde entonces ha cumplido con el mandato de su fundador, Robert G. Hoyt: utilizar los estándares del periodismo secular para cubrir los asuntos de la Iglesia Católica.
Esa tradición se ha mantenido hasta hoy, afirma desde Roma Dennis Coday, editor del National Catholic Reporter, un medio que comenzó como diario y que actualmente circula como semanario, además de su completa versión web.
Coday se encuentra en la capital italiana desde fines de febrero, siguiendo de cerca los acontecimientos tras la renuncia de Benedicto XVI. Reconoce que la noticia los tomó desprevenidos y no tenían planes para abordarla. “Tuvimos que apoyarnos en nuestra red de de reporteo regular para hacer el trabajo”
El editor no está solo en Italia. Junto a Joshua McElwee se han encargado de cubrir las noticias de último minuto que han surgido tras las distintas actividades que se suceden en el Vaticano, como las palabras del cardenal Schönborn, quien declaró que la Iglesia Católica vive “tiempos de sed”. “No tiene directa relación con la elección papal, pero entrega información aguda sobre los personajes que ocuparán roles”, afirma.
“No estamos acostumbrados a que nos digan ‘No, no pueden ver ese documento’ o ‘No, no pueden hablar con esa persona’. Por ese motivo es que John Allen se ha convertido en un experto Vaticano. Él ha aprendido a navegar en estas aguas extrañas”.
La clave del NCR, dice Coday, es el trabajo en equipo. Destaca, en primer lugar, el exhaustivo trabajo de John L. Allen Jr., el principal corresponsal del medio, autor de siete libros y voz autorizada en la materia. “Él tiene la mejor red de fuentes y contactos”, explica el editor.
“Los reporteros que firman notas, sin embargo, son sólo una porción de nuestro tiempo”, complementa Coday. “Nuestra editora web (Pam Cohen), nuestros redactores y otros miembros del equipo han realizado una labor importante de divulgar las historias que los reporteros escriben para que las personas puedan leerlas. Nuestra editora web es experta en redes sociales y ha sido muy exitosa en presentar las historias ante la audiencia. También nos apoyamos mucho en nuestros redactores para verificar datos y estilizar los textos cuando a veces nos tropezamos con frases y estilos”.
—¿Cómo describirías el reporteo que hacen de la Iglesia Católica y el Vaticano en términos de transparencia, acceso a fuentes y el necesario conocimiento que deben tener reporteros y analistas?
Como venimos de la tradición americana de la prensa libre y la transparencia, es difícil acostumbrarse a cubrir una cultura antigua como la del Vaticano, que opera en secreto. No estamos acostumbrados a que nos digan ‘No, no pueden ver ese documento’ o ‘No, no pueden hablar con esa persona’. Por ese motivo es que John Allen se ha convertido en un experto Vaticano. Él ha aprendido a navegar en estas aguas extrañas”.
—¿Por qué crees que es necesaria la existencia del National Catholic Reporter? ¿Es sólo una fuente de informaciones o pretende cumplir con otro propósito?
La tradición del NCR en los últimos cincuenta años ha consistido en utilizar las herramientas del periodismo estadounidense y aplicarlas para cubrir a la Iglesia, en los Estados Unidos y a nivel global. Nuestro reporteo, creo, es preciso incluso cuando es crítico. En nuestros editoriales hemos apoyado con vehemencia un mensaje evangelizador que invita a las personas a la inclusividad y a tener un profundo respeto por cada individuo. A veces eso nos pone en desacuerdo con las estructuras formales de la Iglesia, pero se trata de un punto de vista que los lectores esperan de nosotros.
Precisamente, Dennis Coday cree que la legitimidad del NCR se da por la acuciosidad y precisión de su reporteo, muy lejos de la exageración o el sensacionalismo.
Por estos días la única certeza del editor es la fecha de retorno, atada inexorablemente al inicio de una nueva etapa para la Iglesia Católica. En sus palabras: “Hasta que tengamos un nuevo papa”.