En apenas tres días, con cuatro casos ya confirmados por el Ministerio de Salud, Chile pasó a ser uno de los 86 países que ya tienen presencia del virus Convid-19. De inmediato, el foco de los medios se volcó sobre los riesgos a los que se enfrenta la población frente a una enfermedad que se esparce por todo el mundo y que la OMS ya decretó como una alerta sanitaria de “muy alta” expansión. ¿Cómo cubrir el fenómeno sin generar histeria o pánico en las audiencias y contrarrestar el creciente flujo de desinformación? A continuación, Puroperiodismo recoge algunas recomendaciones que pueden ser útiles para periodistas y medios que están sobre la noticia.
El conteo avanza a un ritmo avasallador. En apenas un par de meses, desde que a comienzos de diciembre de 2019 partiera un pequeño brote epidémico en la ciudad china de Wuhan, el número de infectados no ha hecho más que aumentar. Partió con apenas una decena de personas que padecían una neumonía “de causa desconocida”, pero a la fecha, de acuerdo al mapa que RTVE.es tiene publicado en su sitio web con información oficial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro de Sistemas, Ciencia e Ingeniería de la casa de estudios estadounidense Johns Hopkins University, ya son más de 96.800 los casos confirmados de Convid-19 –más conocido como coronavirus– en al menos 86 países en distintos continentes.
En el 55% de los casos, los pacientes se han recuperado. Pero otro 3,4%, equivalente a poco más de 3.300 personas, ha fallecido a causa del nuevo virus. No hay todavía vacuna ni cura conocida. De ahí que en todo el mundo la comunidad científica y los medios de comunicación se hayan volcado a la evolución de esta epidemia con un foco prioritario, en un ambiente donde la desinformación y los datos poco claros y confiables se difunden con tanta o más rapidez que el mismo virus.
El martes 3 de marzo se detectó en Chile el primer caso importado: un médico de 33 años que vive y trabaja en la Región del Maule que hacía poco había llegado de un viaje al sudeste asiático. Al día siguiente, su esposa también fue diagnosticada y esa misma jornada un tercer caso fue confirmado por las autoridades sanitarias, esta vez en la Región Metropolitana: una mujer de 56 años, médico, que contrajo el virus en Italia, el mismo país donde estuvo el cuarto paciente infectado, según dio a conocer el Ministerio de Salud durante la tarde del jueves 5. Si ya los medios tenían antes en su agenda el coronavirus, con su llegada al país el interés aumentó y comenzaron a saturarse con información de todo tipo las páginas de diarios, los minutos de pantalla, las frases en las radios y los sitios web. Lo mismo en las redes sociales.
Todos los pronósticos indican que el fenómeno va a seguir creciendo, convirtiéndose en uno de los temas más complejos de reportear e informar que los periodistas tendrán en carpeta durante 2020, al menos en el área de salud. Sobre todo en Chile, donde el virus convivirá con otras enfermedades respiratorias estacionales, como la influenza y el virus sincicial. Por eso, resulta útil compartir algunas recomendaciones sobre cómo realizar coberturas periodísticas éticas y responsables, que no alimenten la desinformación ni la histeria y el pánico colectivo.
13 consejos de una editora de The Washington Post
A comienzos de mes, Laura Helmuth (@LauraHelmuth en Twitter), editora de salud y ciencia de The Washington Post y ex presidenta de la National Association of Science Writers, publicó en el blog especializado The Open Notebook una serie de consejos sobre cómo cubrir lo que a su juicio “será una de las historias más urgentes, complejas y de rápido desarrollo de este año”.
Para Helmuth, resulta clave que los medios de comunicación, si aún no la tienen, construyan una red de reporteros con experiencia en coberturas en temas de salud, sobre todo en enfermedades infecciosas, y designen un equipo que se enfoque en el tema hasta convertirse en expertos. De esa forma, los periodistas podrán “evaluar la evidencia, descifrar la jerga y las estadísticas, encontrar expertos confiables y humanizar historias intimidantes”, escribió.
Para cumplir esa tarea, la profesional que también ha editado para las revistas National Geographic, Slate, Smithsonian y Science, plantea 13 consejos que podrían servirle a periodistas de cualquier parte del mundo en su cobertura del coronavirus:
- No dejar de escribir historias sobre el Convid-19. Aunque ya se haya escrito bastante sobre el tema, mientas más avanza la enfermedad, más personas comienzan a prestar atención a las noticias e información relativa a la epidemia, muchos de los cuales no le dieron importancia al comienzo, sobre todo cuando el virus aún era algo lejano. Son lectores que ahora se acercan con interés, pero poca comprensión sobre el tema. Por eso, y aunque parezca a veces repetitivo, “es crucial ser claro y minucioso” para entregarles información.
- Definir los términos en cada historia. Para los periodistas que están constantemente escuchando conferencias de prensa de las autoridades de salud locales, es fácil apropiarse de su lenguaje. Pero eso no significa que el lector tenga la misma facilidad, por lo que es importante traducir la jerga, algo esencial para que las audiencias comprendan mejor un mensaje que suele ser muy técnico y que es relevante que incorporen en sus hábitos de higiene e incluso de interacción con otros. Helmuth hace hincapié en que la mayoría de las personas no conocen términos como “transmisión comunitaria” o “propagación asintomática” o realmente no entienden qué es una cuarentena, por ello recomienda crear y enlazar un glosario.
- Utilizar las redes sociales de manera efectiva. Si las personas hacen preguntas en las redes sociales o se notan confundidas o fascinadas por algo, tal vez podría ser un tema sobre el cual escribir. También, compartir por esa vía todas las historias que el periodista publique. La gente requiere información confiable en este momento son los medios y sus reporteros los que la proporcionan.
- Buscar información sólida de expertos en enfermedades infecciosas y salud pública, y mantenerse alerta ante las personas que intentan venderse como expertos cuando no lo son. Está circulando mucha información errónea y falsa sobre el coronavirus, y a medida que el brote avance, el problema empeorará. Hay líderes de opinión que intentan minimizar los riesgos, charlatanes que intentan vender tratamientos o protecciones falsas, y algunos anti-vacunas están incorporando al coronavirus dentro de sus teorías de conspiración. En ese contexto, es clave que los periodistas generen puentes entre la ciudadanía y fuentes serias y creíbles que aporten información certera y no solo opinología.
- Evitar desmentir una teoría sin sustento científico si aún no ha recibido mucha atención. La repetición hace que la información errónea se sienta más cierta y se propague con mayor celeridad.
- Cuando una información errónea se vuelve prominente, desmentirla inmediata y efectivamente. Investigaciones sobre la información errónea han revelado algunas de las mejores prácticas para esto: reemplazar la información falsa con algo que sea verdadero. El periodista debe decir de inmediato que tal cosa falsa es falsa, especialmente en los encabezados. Proporciona una razón por la cual la falsedad se ha diseminado o por qué la gente podría creerla o por qué alguien la está promoviendo, para ayudar a las personas a entender por qué están viendo esta información errónea a pesar de que es falsa. Las historias que desmienten suelen ser las más efectivas si son simples y breves.
- Evitar el balance falso. Los reporteros experimentados en salud, ciencia y ambiente saben que no deben dar el mismo tiempo y espacio a los creacionistas, a los negadores del cambio climático, a los anti-vacunas o a los terraplanistas. No es necesario contar algún “otro lado” del coronavirus cuando el otro lado es ridículo.
- Reconocer temores o incertidumbres puede calmar a los lectores. En lugar de decir “no te asustes”, mencionar que algunas personas están preocupadas, y eso es comprensible porque esta es una situación nueva y aún nadie sabe cómo terminará. Pero luego de aquello, proporcionar la información confiable que de otro modo podrían no procesar por estar demasiado asustados.
- Explicar lo que no sabemos. Las personas tienen muchas preguntas que aún no se pueden responder, como por ejemplo, qué tan infeccioso es este virus en personas que aún no muestran síntomas. Frente a eso, es importante aclarar que aún no hay respuestas definitivas para todas las dudas, pero al mismo tiempo explicar que los investigadores están intentando responderlas urgentemente y contar qué se está haciendo para lograrlo. Esto puede reducir la confusión de los lectores.
- Tener cuidado con señalar a “los otros” como población en riesgo. Aunque es cierto que las personas con condiciones médicas existentes parecen ser más propensas a tener complicaciones graves por Convid-19, gran parte de la audiencia tiene condiciones médicas existentes o seres queridos que las padecen. Por ello, se recomienda compartir la información sobre quién está en riesgo sin implicar que tienen la culpa o que no son parte de la audiencia.
- Incluir contexto. Cuando sea apropiado, el periodista debe ayudar a los lectores a comprender cómo funciona el sistema de atención médica, cómo funciona la ciencia, cómo funcionan las publicaciones científicas, cómo funciona el sistema inmune o cómo funcionan los virus. Hay que aprovechar el momento, pues es en medio de fenómenos como éste que las personas que generalmente no prestan atención a estos temas de repente están fascinadas.
- Entrevistar a enfermeras, enfermeros y otros profesionales pertinentes. Los periodistas suelen citar a los médicos en lugar de a las enfermeras como fuentes expertas, incluso cuando la experiencia y el conocimiento de las enfermeras es más relevante. Especialmente con el control de enfermedades infecciosas, las enfermeras pueden ofrecer información crítica y perspectiva. Lo mismo con otros profesionales del área de la salud que participan en el proceso de detectar y controlar la expansión del virus.
- Buscar oportunidades para mostrar a virólogos, epidemiólogos, enfermeras, funcionarios de salud pública, fabricantes de vacunas, genetistas y demás haciendo su trabajo. La ciencia es un proceso y la hacen personas reales, pero el lector no tiene por qué conocer previamente eso ni los procesos que hay detrás. Es también un buen momento para mostrar cómo trabajan los expertos que intentan controlar la epidemia y buscar soluciones. La gente realmente quiere ver sus capacidades y ver que hay equipos de profesionales haciendo su trabajo ayuda a calmar su ansiedad.