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El inefectivo esfuerzo del Washington Post para blanquear su imagen

Por ~ Publicado el 6 julio 2009

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Por Ignacio Bazán

Un par de días luego del escándalo del Washington Post, el blanqueo de imagen empieza a tomar forma. Aunque mucha de la credibilidad del Post ya está perdida, en la portada de hoy, el diario se encargó de tirarle dardos a miembros del congreso, además de los abogados que ahora trabajan como lobbystas para el sector salud. Justamente el mismo sector al que se le estaba cobrando 25 mil dólares por una reunión con editores y reporteros del área del Post. Esto es, por lo bajo, gracioso.

La reacción del diario implica indirectamente que acusaron el golpe. El NYT no perdió tiempo y remarcó que los encuentros organizados por el Post lo hacían perder toda integridad periodística. “La ausencia de una explicación creíble le abrió una dolorosa herida a un diario importante”, escribió David Carr en el Times.

La Directora del Post, Katharine Weymouth, escribió ayer domingo una carta de apología pública en la editorial del diario: “Quiero disculparme por un nuevo negocio que se salió del camino y por cualquier causa que podamos haber dado para que duden de nuestra independencia e integridad”.

Weymouth sigue manteniendo que el flyer que dio paso al escándalo se filtró y que no pasó el visto bueno ni de ella ni de los editores. Pocos le creen. Incluso en su propio diario.

Hank Stuever, periodista del Post, salió citado en el NYT diciendo que: “Catherine (Weysmouth) debería esperar que los periodistas que trabajan para ella estén desilusionados y debería también entender que los detalles que ha entregado no son satisfactorios. La gente que conozco en la sala de redacción todavía espera una explicación mucho mejor en cuanto al objetivo de las reuniones y sobre cómo llegó tan lejos sin encender las alarmas”.

Lo que parece algo extraño es que los periodistas del Post no hayan tomado medidas para asegurarse que Weymouth los desmarque de responsabilidad en el conocimiento de las millonarias reuniones agendadas con lobbystas. El silencio de los periodistas se hace cada vez más ruidoso y tiene el potencial de leerse de varias maneras. Lo único claro es que nadie en el Post ha salido beneficiado de este escándalo. Queda por ver cuál es el impacto real a mediano y largo plazo.



*Editor Puro Periodismo

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