Opinión

El superávit tecnológico de las elecciones en la TV

Por ~ Publicado el 14 diciembre 2009

La cobertura de los canales de televisión en estas presidenciales 2009 no varió mucho respecto de eventos anteriores. Ahí estaban los rostros de prensa instalados fuera del Estadio Nacional,  los rostros femeninos de punta en blanco, los equipos repartidos por distintos puntos del país mostrando una igualdad en sus funciones y las infaltables notas lado B.

Para mí, que todavía no conozco el mundo Twitter, la televisión sigue siendo el medio de comunicación más necesario el día de una elección presidencial. Por lo mismo, puedo estar pegada a la pantalla durante el día completo y difícilmente me duermo antes de ver el último cómputo oficial. Es que aunque la suerte ya está echada en el cómputo del 10% de las mesas, no podría perderme la cara del subsecretario a esas horas de la noche/madrugada. Puro morbo, aunque debo decir que Rosende salió digno de tan ardua tarea.

La cobertura de los canales de televisión en estas presidenciales 2009 no varió mucho respecto de eventos anteriores: los rostros de prensa instalados fuera del Estadio Nacional en TVN, el estudio galáctico ultra-hiper-tecnológico de Canal 13, los rostros femeninos de prensa de punta en blanco, los equipos de periodistas repartidos por distintos puntos del país mostrando una igualdad en sus funciones que pocas veces se ve y las infaltables notas lado B de estas fechas emblemáticas (los casos de infarto/desmayos, los famosillos cuando votan, los chascarros de los periodistas, el dato freak, como el perro de Arrate, etcétera).

Se nota que la televisión asumió que su gran rival es Internet y si bien necesita al enemigo, se esforzó en acercarse a él y en lo posible, igualarlo en simultaneidad, como se notó en la herramienta que mostraba el conteo in situ de los votos de las mesas revisadas al azar en TVN.

Pero no todo fue tan parecido a la elección anterior. Se nota que la televisión asumió que su gran rival es Internet y si bien necesita al enemigo, se esforzó en acercarse a él y en lo posible, igualarlo en simultaneidad, como se notó en la herramienta que mostraba el conteo in situ de los votos de las mesas revisadas al azar en TVN. Se agradece esta novedad que reemplazó la trillada nota del vocal de mesa leyendo cada voto y al periodista intentando hacer la suma en vivo.

Siguiendo la tendencia, Chilevisión dividió su pantalla en cuatro nuevas pantallas que mostraban lo que pasaba en cada comando o el conteo de distintas mesas, mientras se mezclaban los audios y en la parte inferior de la pantalla aparecían una, dos o tres huinchas que mostraban titulares de noticias “complementarias”. Claro que, más que un complemento, era una distracción. Ni hablar del momento de analizar los cómputos entregados por el Gobierno, ahí el caos podía ser total para el espectador: sumado al periodista revisando sus apuntes en cámara, surgían las opiniones de los políticos y cientistas políticos invitados (que en muchos casos mezclaban sus propias proyecciones con las cifras oficiales), alguna gráfica desplegada con las cifras recién entregadas por Rosende a la derecha y a la izquierda ¡otra con las proyecciones entregadas por la UC o Radio Bío Bío! A esto hay que agregar la huincha inferior con los titulares de último minuto y la pequeña pantalla que mostraba lo que pasaba en algún comando.

A esas alturas ya estaba cansada y más que confundida. En Canal 13 daban por perdido a Fulvio Rossi versus Urrutia, pero al cambiar a CNN Chile era Urrutia el que estaba arriba, y al saltar a Chilevisión me encontraba con los Tolerancia Cero hiperventillados –con Hinzpeter y Solari de invitados, este último en completo estado de negación- y sin datos que me sacaran de la duda. Después pasé a Mega, estuve medio segundo y me cambié inmediatamente (no puedo confiar en resultados comentados por rostros de sitcom) y volví al caos de fotos, porcentajes y colores de CNN Chile, mientras la periodista leía los cómputos a nivel nacional y se enredaba –con total razón- con tanto distrito, nombre y cifra.

Finalmente sumé el computador a la cita. Si bien me estaba negando a mezclar las cosas —y a asumir que sí necesitaba la web—, visité blogs, páginas oficiales y portales de noticias hasta resolver mis dudas. Es cierto que en Internet hay más fotos, más cifras mezcladas, más “haga un clic aquí”, sumado a los twitteos, videos y audios disponibles, pero también es verdad que mi mente sabe ajustarse al hipertexto cuando se trata de un computador y no así cuando se trata de un televisor cuya pantalla con superávit de información produce dolor de cabeza. Es que, como leí por ahí, el exceso de información también puede ser una política para desinformar.

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