Entrevistas

Paulina de Allende-Salazar: «Veo necesario un debate sobre nuestras audiencias porque eso nos lleva a discutir sobre el rol del periodismo»

Por ~ Publicado el 28 enero 2020

La periodista de TVN, ganadora del Premio Lenka Franulic 2019, conversó con Puroperiodismo sobre su trayectoria periodística y también sobre lo que significa dedicarse al periodismo de investigación. Un área que, según su visión, requiere de mucho más debate y reflexión por parte de los mismos periodistas. “Si queremos luchar para correr la valla y entregar mejor información, pero no somos capaces de sentarnos a conversar sobre lo que hacemos, estamos en problemas. Conversemos entre nosotros, hablemos. Si hay que botar paredes, hagámoslo, pero mirándonos a la cara”, dice en esta entrevista.


Foto: Aarón Castro

Foto: Aarón Castro

“Estoy agradecida porque es un premio entregado por mujeres periodistas que han ejercido y saben de lo que se trata, de cómo es la cocina de todo esto. Además, estoy feliz porque es un galardón a la trayectoria, no de que hiciste una cosa. Hay consecuencia por tu propuesta o meta profesional a lo largo de los años”.

Paulina de Allende-Salazar, periodista de investigación de TVN, dice esto un día después de haber recibido oficialmente el Premio Lenka Franulic 2019, otorgado por la Asociación Nacional de Mujeres Periodistas. Un galardón que desde 1963 –cuando Raquel Correa fue la primera premiada– se entrega todos los años a alguna profesional de trayectoria destacada para valorar el rol de la mujer en el periodismo nacional. 

Tras más de 20 años en TVN, considera que el premio es también un “espaldarazo a nuestro trabajo hecho en la televisión pública” y cree que es porque ha podido “llevar una carrera consecuente con mis propuestas éticas. Algo que tal vez, en otro medio masivo, no hubiera podido hacer”. 

Mientras mira en su teléfono una llamada que no contesta, la periodista y conductora del programa Informe Especial y actualmente del espacio de fact checking Cazadores de Fakes admite a Puroperiodismo que no tiene rutinas para el día a día. Dice que siempre está apurada, con miles de cosas por hacer y revisar, pero eso no la priva de reportear permanentemente desde su teléfono, ocupando mucho WhatsApp, Telegram y su correo. 

“Siempre intento repasar la mayor prensa que puedo, al igual que escuchar radio todas las mañanas. Como que me ducho y manejo con la radio de fondo. Otra cosa que siempre intento hacer es tener calle, conversar con la gente. Siempre estoy dispuesta a un café para recibir ideas y temas, pero siempre digo que es sin compromiso. Si puedo trabajar en ellos, lo hago, pero también hay veces que las cosas no alcanzan. Intento mantener contacto con gente del mundo popular, social, legal, con ricos y pobres, no tengo problema. Es así como se pueden encontrar buenos temas, porque una no tiene ojos en todos lados”. 

—Tu trayectoria ha ido a la par del surgimiento de nuevas herramientas que facilitan tareas del periodismo de investigación. Lo primero que se me viene a la mente es la Ley de Transparencia.

—O la misma computación, o que hoy está todo en Google. Antes teníamos la Guía Silber (NdR: un directorio de instituciones públicas y privadas) y nada más.  

—¿Antes era más difícil hacer periodismo de investigación?

—Es lo mismo que pasa con los medios de comunicación. Puede cambiar el formato, pero la estructura y la generación de contenidos periodísticos mantienen sus bases: el rigor, el respeto a ultranza por la fuente al ser el meollo de esta pega, y luego el interés por lo público y relevante; lo que logra correr las vallas de la información. 

—Pero ese cambio de formato, ¿no hace requerir un nuevo perfil de periodista dedicado a la investigación?

—No, creo que se mantiene. Cambian los formatos, pero es una consideración con respecto a los canales donde se difundirá el contenido. Si es para una revista digital o para Instagram, por ejemplo. Pero para ambos casos debes encontrar el contenido. Es un poco la función que estamos indagando en “Cazadores de fakes”, que es poner el pecho a las balas. 

—¿En qué sentido?

—En decir que una publicación que 300 mil personas retuitearon, avalaron, encendieron y convencieron, nos hace preguntarnos como periodistas si acaso es verdadera utilizando los recursos de nuestro oficio. Ir a la fuente, corroborar la información, certificar la credibilidad del dato y luego llegar a una respuesta de esa hipótesis. Si lo que se dice ahí es verdadero o falso. Si eso te gusta o no, es el resultado de nuestra investigación que nosotros ya publicamos. 

—¿Es complejo analizar contenidos provenientes de redes sociales?

—Es un trabajo bastante valiente pero a la vez simple, porque no hablamos de una investigación a hechos globales, sino que a unos menos complejos. Es enseñar que lo que se comparte algunas veces es real y otras no, aunque se quisiera que sí, y que nos tragamos muy fácil todo lo que nos mandan. Es algo que me angustia porque sé que se puede manipular con estas plataformas. Las redes sociales son tremendas herramientas, ya que nos permiten comunicarnos y organizarnos con facilidad, lo que es maravilloso, pero que no nos hagan tontos con ellas. 

—“Los periodistas no estamos para decir exactamente lo que usted quiere oír”, declaraste en pantalla durante el matinal de TVN, mientras te felicitaban por el Premio Lenka Franulic 2019. ¿Tu comentario fue en referencia a que nuestro trabajo es poner los datos y antecedentes sobre la mesa?

—Sí, y ahí cada uno ve qué hace con estos. Yo no soy responsable de que la autoridad haga o no lo que tiene que hacer, al igual que lo haga o no la ciudadanía. En ese sentido, no soy mamá de nadie, soy periodista. 

—¿A qué atribuyes que la audiencia pueda considerar que el periodismo deba decir lo que esta quiere?

—Porque todos, en cierta forma, queremos eso. Pero el periodismo no es complaciente, no es “buenismo”. Este último es ideológico y seguramente más rentable, pero no es a lo que me dedico. No tengo nada contra las ideologías, pero no priman en mi metodología para trabajar: plantear una hipótesis, buscar datos, cruzar información y luego ver si puedo o no responder a esa pregunta inicial. Tras esos pasos puedo tener discusiones profesionales, porque los temas no son fáciles y esa es nuestra función como periodistas. Veo necesario un debate sobre nuestras audiencias porque eso nos lleva a discutir sobre el rol del periodismo. Es más, primero veo necesario que aprendamos a discutir, porque parece que muchas veces nos falta calle. 

“SI TENEMOS ALGO QUE VALE EN EL PERIODISMO SON NUESTRAS FUENTES”

—Una de las investigaciones de mayor impacto de tu carrera fue la que expuso por primera vez de forma pública los abusos de Fernando Karadima, que se publicó en 2010 en Informe Especial. ¿Cuál fue la metodología tras ese trabajo?

—Cuando fui contactada por Juan Carlos Cruz, a propósito de un reportaje que hicimos sobre Marcial Maciel (fundador de los Legionarios de Cristo), me comentó que algo parecido ocurrió en Chile. Le pedí que nos juntáramos por un café para conversar. Lo oí y acompañé porque me estaba comentando algo muy doloroso, que no se sabía y nadie imaginaba. Le dije que grabáramos una entrevista, pero que también me permitiera cuestionar todo lo que decía y hacer el trabajo periodístico correspondiente. Chequear si eso era verdad, buscar otros testimonios que lo avalen y entender el mundo en que vivió todo eso. Cuando me junté con Juan Carlos no sabía a qué podía llegar todo esto, incluso podría haber pensado que todo lo que me decía no daba, no calzaba o respondía a otro interés. 

—Y ahí el rol del periodista en seguir investigando…

—Claro, e incluso hay veces que sabes que eso que estás investigando de verdad ocurre, pero igual no puedes llegar por falta de tiempo o recursos, porque salir a la calle durante muchas horas también significa plata. Muchas veces no se alcanza a poner en pantalla todo lo que uno quisiera. 

—¿Cómo es el trabajo con las fuentes en off sabiendo que, por su condición, tiene un interés por dar a conocer cierta información al mismo tiempo que necesita no ser reconocida?

—Todo el mundo tiene un interés, en off y en on. Si tenemos algo que vale en el periodismo son nuestras fuentes. Hay tanta gente que se acerca y te cuenta cosas que no puedes publicar pero que pueden ser el inicio del hilo de la madeja, o la madeja completa, y debes buscar cómo presentarlas. Hay que ser creativo y a la vez respetuoso, además de estar dispuestos a ir a tribunales para defender a la fuente. Así se establecen las confianzas, porque la gente ve que estuviste dispuesta a defender a tu fuente pese a las amenazas, los riesgos y la justicia. 

—¿Te ha tocado un caso así?

—Sí, en el Caso Spiniak. Tenía un secreto de fuente con respecto al acceso a ciertas imágenes. No quise decir quién me las había facilitado y en tribunales dije que me acogería al artículo 7° de la Ley de Prensa, y eso claramente no le gustó a la jueza en ese minuto: me procesó por receptación. Finalmente fui absuelta, aunque tuve que ir a tribunales y a distintas apelaciones. Pero había que poner la cara, porque no iba a delatar a mi fuente.

“SI COMO PERIODISTAS NO SOMOS CAPACES DE SENTARNOS A CONVERSAR SOBRE LO QUE HACEMOS, ESTAMOS EN PROBLEMAS”

—¿Cómo es el trabajo en equipo en un grupo dedicado a la investigación?

—Hay distintas etapas y también épocas. Lo digo porque he trabajado con distintos tipos de equipos. Hay algunos donde efectivamente hay un pool de intensa conversación y generación de pauta. Otros, donde se trabaja con información compartimentada, donde cada equipo maneja la suya y no se comparte. Distintos mecanismos para llegar a un resultado que muchas veces también se da por las confianzas y los liderazgos. Si hay algo relevante en este tipo de periodismo, y sobre todo en el audiovisual, es la disponibilidad de apañar. De darle estructura a uno de los profesionales o periodistas que están tratando de cerrar un tema. 

—¿En qué sentido?

—En que todos estén disponibles para grabar, ir y amanecerse por una información. Es como cuando hay que ir a la batalla: vamos todos por el que sea. El periodismo de investigación requiere mucho músculo, mucho físico, es un trabajo de horas en la calle que necesita de equipos. 

—Considerando el contexto del estallido social, resulta paradójico que en distintos medios hayan desaparecido sus unidades de investigación. Recuerdo los casos de El Dínamo, Radio Biobío, hace poco en La Tercera. ¿Cómo reflexionas esta ausencia? 

—Más que analizar cada caso, lo que yo haría es un llamado a discutir sobre el periodismo de investigación. No algo incendiario, sino que en lo relevante que sería contar con un abanico amplio de información consistente para la “bandeja ciudadana”. Eso, entre más variado sea, mejor. Centro, derecha o izquierda, necesitamos variedad. Mientras más información tengamos, podemos generar más contrastes y pensamiento crítico para la ciudadanía. Así, hagamos lo que hagamos, tomemos la decisión que sea, será informada. Tengamos la discusión, no hay por qué atrincherarse. 

—¿No se está dando la discusión hoy en día?

—No lo suficiente. Sí se da en círculos evidentemente del establishment, lo que no tiene ninguna gracia. Acá estamos todos arriba del buque y si como periodistas queremos luchar para correr la valla y entregar mejor información, pero no somos capaces de sentarnos a conversar sobre lo que hacemos, estamos en problemas. Conversemos entre nosotros, hablemos. Si hay que botar paredes, hagámoslo, pero mirándonos a la cara. 

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