Recordar la TV de entonces es en gran medida sellar un juicio categórico de omisión, complicidad pasiva y censura que muy pocas veces pudo sortearse desde dentro de los canales. Una actitud que hasta hoy no tiene un claro mea culpa de quienes ejercieron el periodismo avalando la desinformación, la mentira y la manipulación de hechos.

Bernardo de la Maza y Javier Miranda durante la transmisión del Plebiscito. Foto: raranedamanriquez
Recordar el papel de la televisión en las transmisiones de la jornada del 5 de octubre de 1988, al cumplirse ya un cuarto de siglo, suele desafiar cualquier intento de ejercicio de la memoria. Como estudiante de periodismo de la UC fue el momento de debutar con una veintena de compañeros en un grupo de apoyo al trabajo de Radio Chilena —bajo la dirección de Jaime Moreno Laval— para cubrir del mejor modo posible las votaciones y los recuentos de los comandos en una jornada que se presagiaba como histórica.
Si bien desde el amanecer comenzó a movilizarse la gente par acudir a los recintos de votación —un mal presagio para quienes querían prolongar al General Pinochet en la jefatura de Estado por ocho años más—, el verdadero foco de atención era lo que vendría en la noche, una vez consolidadas las tendencias de triunfo y derrota. Reinaba la incertidumbre sobre lo que pasaría en las 22 mil mesas receptoras de sufragios instaladas en todo el país, si el dictador aceptaría la derrota de no existir fraude o lo que ese mismo día le preguntó por teléfono Sergio Onofre Jarpa desde la sede de RN al subsecretario del Interior, Alberto Cardemil, encargado de dar a conocer los cómputos oficiales desde el edificio Diego Portales: “¿Usted no se va a prestar para ninguna lesera, no?“.
Fueron las 24 horas seguidas más intensas de trabajo que recuerde y donde la TV local brilló por su ausencia.
Para romper el cerco informativo oficial, las cadenas de radios opositoras al régimen —entre ellas Cooperativa, Chilena y Bío Bío— cubrieron las votaciones y los primeros cómputos de mesas en los mismos lugares. Y también en simultáneo los recuentos entregados por el Comité de Elecciones Libres, dirigido por Eduardo Frei Ruiz-Tagle, así como por Genaro Arriagada, secretario ejecutivo del Comando del No y las cifras oficiales divulgadas por Cardemil en el Diego Portales.
La televisión a lo largo de la jornada diurna acompañó como era habitual entonces, con transmisiones oficiales y con descuelgues de cada canal a la hora de dar despachos periodísticos en terreno. No existió en la práctica ninguna imagen de votaciones que no pasara por el filtro de Dinacos. La orden recibida desde el Gobierno era emitir como si fuera un día normal, cuestión que llevó a presenciar una seguidilla de caricaturas y cartoons como El Correcaminos en Canal 13 o en TVN la serie Luz de Luna (con Bruce Willis y Cybill Shepherd), en la tarde-noche, cuando los primeros recuentos comenzaron a acaparar la atención periodística y ciudadana y el Gobierno se veía descolocado por las tendencias adversas.
Recordar la TV de entonces es en gran medida sellar un juicio categórico de omisión, complicidad pasiva y censura que muy pocas veces pudo sortearse desde dentro de los canales. Una actitud que hasta hoy no tiene un claro mea culpa de quienes ejercieron el periodismo avalando la desinformación, la mentira y la manipulación de hechos. Clave resultó entonces, la franja electoral televisiva que comenzó a transmitirse desde el 5 de septiembre y que removió los cimientos de un modelo de imágenes-país, sueños, personajes y discursos hasta entonces ausentes de la pantalla abierta desde el 11 de septiembre de 1973.
Al acercarse la medianoche del día del plebiscito, donde la TV seguía excluida del circuito de información periodística —sustituida por la radio— fue trascendental el foro preparado por Canal 13 donde Sergio Onofre Jarpa debía comentar los resultados parciales y ratificar las tendencias junto a Patricio Aylwin, máximo representante de la opción No. Fue precisamente allí donde el líder de RN y ex ministro del interior del régimen reconoció que “la tendencia a favor del No es bastante clara”. Al poco rato de este escueto pero simbólico gesto anticipatorio de la derrota —y que echaba por tierra los cómputos oficiales entregados hasta el momento por Cardemil, donde daba permanentemente ganadora a la opción Sí— vino el “tiro de gracia” con el reconocimiento de la derrota desde la propia Junta de Gobierno. Fue el Comandante en Jefe de la FACH, general Fernando Matthei, quien pasada la una de la madrugada e interpelado por Gemma Contreras de radio Cooperativa, en medio de un asedio periodístico en La Moneda dice: “Tengo bastante claro que ha ganado el No, pero estamos tranquilos”.
En esos minutos la transmisión radial fue imprescindible para cristalizar los resultados definitivos. Mientras, el General Pinochet comenzaba a pedir las primeras cuentas y renuncias a sus asesores en el palacio de Gobierno y Cardemil se preparaba a volver a escena a las dos de la madrugada para cerrar las transmisiones con un último recuento en donde por primera vez reconoció la derrota: el Sí sacó el 43% y el No un 54,7%. Cifras irremontables y que ratificaban una alta convocatoria ciudadana a sufragar, ya que de 7.435.913 inscritos hubo 7.236.241 votantes efectivos.
Luego vino el cerco oficial a La Moneda para evitar situaciones de riesgo, y la concentración espontánea de miles de adherentes al No en Plaza Italia. Así terminó una larga jornada que incluyó también transmisiones radiales ininterrumpidas en la madrugada y, como era necesario también, el regreso a casa pasadas las 6 am. Fueron las 24 horas seguidas más intensas de trabajo que recuerde y donde la TV local brilló por su ausencia.
Eran otros tiempos, otras lógicas, otros criterios y otro país. Era también otro espacio —carente de libertad— que pese al cerco informativo y a ratos al miedo, a las mentiras y la omisión televisiva, a la inexperiencia y la necesidad de eludir la censura, llevó a más de alguien a celebrar estos cómputos en lugares indebidos o prohibidos, solo acompañado de un leve gesto o risa nerviosa. Pero a celebrar igual…
¡Salud por estos 25!