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“The Budget”, el periódico con la audiencia más fiel del mundo

Por ~ Publicado el 28 agosto 2015

Un semanario destinado a la comunidad Amish de Estados Unidos goza de una peculiar beneficio: sus principales lectores son, también, los principales productores del contenido. Este posteo es parte de la serie “Sobredosis de periodismo” que recoge experiencias de una pasantía del autor en Estados Unidos.

El semanario The Budget fue fundado en 1890 en la pequeña localidad de Sugarcreek, Ohio, y desde entonces ha sido el principal medio de comunicación de las comunidades Amish a lo largo de Estados Unidos.

Los Amish son una derivación de las comunidades anabaptistas originadas en Europa tras la reforma protestante del siglo XVI y suelen ser vistos como una rareza, incluso como un atractivo turístico. No tienen teléfonos móviles, no usan electricidad. No van a la universidad ni votan en las elecciones ni van a la guerra. Visten ropas confeccionadas por ellos mismos —a la usanza del 1700— y manejan sus buggies impulsados por el ritmo cansino de sus caballos.

Pero como toda comunidad, por más enclaustrada que esté, también tienen sed de noticias. Y en el nivel más básico y rutinario posible. Es acá donde entra The Budget. El periódico tiene una edición local —para los habitantes de Sugarcreek— y una edición nacional que abarca las comunidades Amish presentes desde Alaska hasta Florida.

El periódico tiene formato sábana (58 cm de largo por 36 cm de ancho), se imprime en blanco y negro, y sus páginas parecen una monótona sucesión de textos sin fotografías ni frases destacadas, no muy lejos de la estética decimonónica. Pero es el contenido el que captura la atención de sus lectores.

The Budget puede parecer una reliquia de la prensa en crisis, pero es un ejemplo de periodismo local que se mantiene vigente porque conecta con su audiencia. La audiencia más fiel del mundo.

Una selección arbitraria arroja lo siguiente:

“Es una mañana agradable y ventosa. Los pájaros cantan sus canciones (Piedmont, Ohio)”.

“Al lunes logré sacarme el diente que me tenía aproblemado. Era sacarlo o pagar casi dos mil dólares por un tratamiento de conductos. Tuve días y noches miserables” (Reed City, Michigan).

“Tengo una corrección para mi carta anterior. Marta Wagler se casó con Curtis Stauffer, no Clifford. Algunas personas de acá fueron a la boda y yo puse el apellido equivocado” (Salisbury, Maryland).

“Mary sigue ocupada con su pintura. Nos contó que su cactus nocturno ya floreció. Lamentamos no haber podido ver eso” (Greenville, Pensilvania).

Y suma y sigue. The Budget está repleto de estas cartas escritas por gente común con problemas y situaciones comunes. Nacimientos y bodas, enfermedades y funerales. Viajes descritos como aventuras y reportes del clima adornados con poesía. La mayoría de las cartas —quizá todas— comienza con una descripción del clima: “Hay 30 grados y es domingo”; “Continúa la lluvia”; “Hoy es un día cálido y húmedo”. Y así.

Son Amish que escriben para otros Amish. Son reporteros de sus propias vidas. Integran, sin moverse de sus casas, la sala de redacción del periódico, repartida por todo el país. Y, a la vez, son sus principales lectores.

¿Reciben una remuneración? No. The Budget les envía sobres con sellos postales ya pagados y les regala la suscripción anual al periódico. Según Keith Rathbun, director de la publicación, cada semana reciben casi 800 cartas de sus lectores-reporteros. Las cartas, vale aclararlo, son escritas a mano en una ficha diseñada por el medio, y un equipo de cinco personas las transcriben. Paciencia, buen ojo y verificación, especialmente si hay palabras escritas en el dialecto alemán.

A la fecha suman unos 18 mil suscriptores, cifra auspiciosa si consideramos que cada mes se funda un nuevo asentamiento Amish en Estados Unidos. Y no es que el medio goce de un monopolio de la información dirigida a los Amish. Die Botschaft (“mensaje” en alemán), por ejemplo, es un periódico más conservador y suma 12 mil suscriptores.

The Budget puede parecer una reliquia de la prensa en crisis, pero es un ejemplo de periodismo local que se mantiene vigente porque conecta con su audiencia. La audiencia más fiel del mundo.


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