Algunos ya lo conocíamos, llevaba años trabajando en distintos medios de comunicación. Estuvo en programas como “Mundo” y “ Contacto”, y ahora nos tocaba la suerte de tenerlo como profesor todo un semestre.
De manera silenciosa y sin meter ruido entraba a la sala siempre puntual, impecable, con sus carpetas, libros y algún reportaje que quería comentar. Su estatura envidiada por varios y sus penetrantes ojos azules nos sumergían en sus conocimientos, traspasando experiencias que nos dejaron y nos hicieron querer aún más está profesión.
Rodolfo era agudo y con sentido del humor pero sobre todo de una generosidad enorme, nos enseñaba con paciencia, intentando trasmitir —con toda honestidad— sus valiosas experiencias. Para él, el rigor y la precisión en la investigación, eran el único camino posible para entregar la información de manera seria y profesional.
Eso era él, un profesional, un hombre tremendamente humano y sencillo. Un profesor que tuvimos el privilegio de tener y de admirar; un maestro, del cual aprendimos que este oficio hay que practicarlo con humildad, con respeto y mucha pasión.
Claudia Vial H.
Marcela Yara A.
Periodistas
Generación 2001
Universidad Alberto Hurtado