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Marco Silva, director de El Post: “Nuestro negocio es de influencia”

Por ~ Publicado el 18 octubre 2011

A un año del lanzamiento del sitio de opinión, su director analiza la generación de contenidos, explica los mecanismos para viralizar la información y anuncia nuevos proyectos audiovisuales, como un noticiario que se transmitirá por streaming a las nueve de la noche.

"Me interesa que me visiten los cincuenta mil que toman decisiones", dice Silva sobre El Post | Foto: paloma.cl, Flickr

[tab:Introducción]En octubre de 2010 se lanzó oficialmente El Post, un medio fundado por Marco Silva, Fernando Paulsen, Cony y Mónica Stipicic, Jorge Navarrete y Juan Manuel Astorga, quien en esa época definió el sitio como un lugar para enterarse del “por qué” y no del “qué”.

En el mes de inicio ya contaban con cuarenta posteadores regulares; un año después la cifra se duplicó. Marco Silva, director de El Post, confiesa que toda estimación inicial en términos de colaboradores, actualizaciones y lectores registrados ya ha sido superada.

“Nuestra expectativa —cuenta— era que íbamos a tener unos dos o tres contenidos diarios de oferta y llegamos a tener en algunos momentos entre siete y diez contenidos diarios; pensábamos que íbamos a tener unos 25 posteadores y hemos tenido en total unos 120; pensábamos que íbamos a tener mil personas registradas y ya vamos en los diez mil”.

Estos doce primeros meses Silva los divide en dos etapas. La primera, entre octubre de 2010 y marzo de este año, que fue, según él, una continuación de la marcha blanca. En ese lapso ajustaron “perillas”, algunos posteadores se cayeron, otros se integraron, y vislumbraron cómo ciertos temas —políticas públicas, educación— se fortalecían frente a otros, como la tecnología o las tendencias. “De repente nos transformamos en un medio súper sesudo y con sábanas de texto; no pensábamos que fuera así”.

—Tampoco diseñaron la interfaz del sitio para eso.
No, tuvimos que cambiarla en marzo. Cambiar todas las cajas de diagramación. Por ejemplo, la entrevista de “Pirincho” (Jorge Navarrete) estaba pensada en cuatro cápsulas de cinco minutos, y ahora son cuatro cápsulas de quince minutos.

La segunda etapa, de marzo hasta hoy, han “larvado” lo que será la tercera etapa, que requiere de una base de usuarios ya consolidada y que apostará por productos audiovisuales que competirán —en horario, no así en formato— con los medios tradicionales.
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CONTENIDO E INFLUENCIA: LEJOS DE EMOL, CERCA DE QUÉ PASA

¿Qué pregunta estimuló o gatilló la creación de El Post? Silva explica que la mayoría de los medios se construyen desde la oferta y no desde las necesidades. “Son como las páginas amarillas: si necesitas grúas, ahí están”, dice.

“Nosotros construimos El Post porque nos dimos cuenta de que los medios tradicionales no estaban dando el ancho, tenías que esperar hasta el domingo para tener opinión; ¿por qué no tenerla ahora? Tenías que esperar hasta el domingo para ver una buena entrevista; ¿por qué no verla ahora? ¿Por qué tenemos que esperar? Es como el “hagamos un asado, ¡altiro!”. Esas necesidades hicieron que nosotros pensáramos que este medio podía ser posible”.

“La idea es que alguien te desarma el naipe en la noche y hay que reordenarlo durante el día. Ese es nuestro negocio: tratar de rearmar la realidad todos los días para tratar de entender esto”.

Silva traza las distancias frente a otras propuestas mediáticas: El Post habita lejos de Emol, El Mostrador o El Dínamo, y se acerca más a la vereda transitada por revistas como Qué Pasa y Capital, o a las secciones sabatinas y dominicales de la prensa nacional, de corte interpretativo, con entrevistas y opinión. “Nuestro negocio es de influencia. A mí no me interesa que nos visite un millón de personas, me interesa que me visiten los cincuenta mil que toman decisiones”.

El subtítulo del medio —”Nuevos mapas de la realidad”— anticipaba que en El Post habría contenidos, enfoques y perspectivas relegados por otros medios, amén de disponer de recursos cartográficos, para continuar con la metáfora, que permitieran trazar una ruta, “reordenar” la realidad cambiante, dice Silva. “Suena un poco rebuscado y pretencioso, pero la idea es que alguien te desarma el naipe en la noche y hay que reordenarlo durante el día. Ese es nuestro negocio: tratar de rearmar la realidad todos los días para tratar de entender esto”.

Así lo hicieron, cuenta, con el caso Kodama: tomaron la hebra de una “caluga” publicada en Qué Pasa, y Fernando Paulsen fue tejiendo distintas columnas que aportaron antecedentes y preguntas, y que sirvieron de pauta para otros medios.

El otro eje de los contenidos, dice Silva, son los usuarios. “Tienes que hacer modelos de participación colaborativa, que los usuarios puedan compartir lo que están haciendo a través de un sistema que sea un win win; puede ser tribuna de sus causas o una tribuna de sus pensamientos, pueden ser colaboradores en términos de investigación o de opinión, o pueden ser simples lectores que empujan un review —desde las redes sociales o desde estas aplicaciones— de tu contenido para que tenga un alcance mayor”.
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VIRALIZACIÓN: “PUEDES LLEGAR EN UN DÍA A UN MILLÓN DE VISITAS”

Pese a que Marco Silva dice apuntar a los “50 mil que toman decisiones”, El Post también tiene un flujo de visitas relevante. Su director no arroja datos de crecimiento o aumento de tráfico, tampoco metas o expectativas; al parecer no le importa. Sí aclara que han tenido peaks inesperados: “Puedes llegar en un día a un millón de personas”. Así ocurrió al menos después de la comentada entrevista de James Hamilton en “Tolerancia Cero”, en marzo pasado, cuando Paulsen, Cony Stipicic y otros postearon sobre el tema.

Silva afirma que entre los fundadores del medio acumulan cerca de 400 mil seguidores en Twitter. “Tú produces una onda expansiva de eso y la gente se mete al contenido a través de Twitter; en Facebook pones el artículo y la gente que te ve genera redes en espiral. También pueden pasar del sitio a las redes sociales, ahí se autopromociona y vuelve el tráfico”.

“Nosotros podemos tener tres abogados opinando sobre la quema de pastizales, un diputado hablando sobre si eso es legal o no. Es ahí donde está el fenómeno, donde enganchas a la audiencia”.

—¿Cómo gestionan sus redes?
La cuenta de El Post (en Twitter, casi 30 mil seguidores) la manejan tres personas: la editora (Mónica Stipicic), un productor periodístico —Iván (Stipicic)— y (Jorge) “Pirincho” Navarrete. Los tres manejan la cuenta por turno. Ellos tienen tres o cuatro tuits diarios y los mandan por mensaje directo a un grupo de personas y esa gente copia y pega como si fuera de ellos. Fernando llega a sus 250 mil a una hora, yo llego a veintitantos mil, la Cony a sus tantos mil, y así se va multiplicando la oferta. En Facebook (más de 1.500 seguidores) pasa lo mismo.

La masificación de las redes, afirma, fue fundamental. “Todas estas frases son muy mañidas, típicas de gurú de presentación en Power Point, pero el inicio de la web 3.0 tiene que ver con el espíritu de cuánto le dejas hacer en estos medios al público, y eso no depende de los robots”. Silva se refiere a las automatizaciones de la web, que han perfilado a los usuarios de modo que muchos contenidos quedan fuera de las “burbujas” de intereses.

“Y cuando tienes opinión de primera fuente —por ejemplo, con el accidente en la ruta 68—, y quieres saber qué pasa, sitios como el nuestro lo que hacen es filtrar no el qué, sino el por qué. La gente ya sabe que sucedió un accidente; el problema es si fue un pastizal, si está permitido. Nosotros podemos tener tres abogados opinando sobre la quema de pastizales, un diputado hablando sobre si eso es legal o no. Es ahí donde está el fenómeno, donde enganchas a la audiencia”.
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PROYECTOS: STREAMING Y APLICACIONES PARA TABLETAS

¿Qué se viene para la “tercera etapa” de El Post? Silva adelanta que actualmente trabajan en tres líneas: la creación de aplicaciones para tabletas y teléfonos móviles, una nueva publicación de talante académico, y la potenciación de sus productos audiovisuales a través de streaming o transmisión en línea.

“Vamos a competir a las nueve de la noche con un noticiario que sería como las cuatro noticias o las tres claves, con Fernando Paulsen, nuestros rostros, todos los días en directo transmitido a las nueve de la noche”.

“Estamos cerrando un trato con Everis, una empresa española que lleva las marcas de algunos diarios y radios de España. Ellos hacen adaptaciones de tu web para distintos formatos: Blackberry, Android, iPhone. Estamos tratando de hacer una revista para iPad o para tablets, una revista paralela que comenzó con lo que nosotros hicimos como investigación, que se llama el ‘Dossier semanal’. Pensábamos que podíamos alojarla ahí como una revista reflexiva, nos sirve para que la gente renueve suscripciones, renueve datos”.

—¿La creación de aplicaciones supone un rediseño del sitio?
Eso tiene que ver con nuestro 2.0: renovar el sitio en términos de diseño, de plataforma. Nos cambiamos de Drupal 6 a Drupal 7. Cambiamos de equipo de desarrollo. Vamos a generar programas en directo, y la piedra angular es un noticiario. Vamos a competir a las nueve de la noche con un noticiario que sería como las cuatro noticias o las tres claves, con Fernando Paulsen, nuestros rostros, todos los días en directo transmitido a las nueve de la noche.

—¿Cuándo comienza eso?
Cuando cumplamos el aniversario, desde el 24 de octubre. Esos son los crecimientos: aplicaciones, nuevos sitios y esta especie de streaming. Yo voy a hacer un programa grabado, cultural. En el lado de escritura ya estamos sólidos, tenemos buenos textos, buenas sábanas. El segundo piso de esto es el streaming. Es complejo, porque no te quieres salir de tu estrategia de costos, de los tres tercios, que no sea “tele”, pero que tenga un buen mono. Para eso tenemos el 80 por ciento de la pega hecha, porque tenemos a gente como Fernando (Paulsen) o a Juan Manuel (Astorga) en tele y tenemos el know how del programa que queremos hacer, porque Fernando ha hecho 18 programas en televisión, se la sabe por libro. El veinte por ciento es poner las cámaras y que todo el mundo nos pueda ver. Estamos trabajando hace cuatro meses en esto.
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