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La primera mujer

Por ~ Publicado el 2 agosto 2015

Mónica González llega sin duda por sus méritos profesionales —y su trabajo en Ciper— a un lugar que es relevante en la televisión política chilena. Pero es un logro que sea la primera mujer en el puesto, y puede estar orgullosa de ello.

La periodista Mónica González se convertirá en la primera mujer en “Tolerancia 0”, un programa con 15 años de historia, que se plantea como uno de los pocos espacios televisivos donde se debaten los temas del país. Allí donde los noticieros oscilan entre la información híper local y los infomerciales, “Tolerancia 0” todavía intenta hablar de los asuntos que nos importan a todos.

Hasta ahora, la tolerancia del programa había sido efectivamente “0” para cualquier mujer como conductora del espacio. En 15 años y pese a los habituales cambios entre sus integrantes, se las arregló para mantener un panel compuesto estrictamente por hombres.

Cuando el espacio buscó reemplazos o renovación, varios de sus conductores surgieron además de otro reducto todavía más masculino, el periodismo deportivo, en el entendido nacional —vigente desde los tiempos de Julio Martínez— de que la vida, en el fondo, no es más que un gran partido de fútbol, y quien entienda sobre cancha y pelota, entenderá por fuerza de todo lo demás.

Pero si es así, y el país no es más que un gran estadio, vale el recordatorio de que en este juego las mujeres, o no cuentan, o recién están empezando a jugar (y ojalá “con shorts apretados”, como dijo el Presidente de la FIFA Joseph Blatter).

Esta no es una crítica a un programa en especial ni a un editor o conductor en particular —¿debo decir que mi marido, periodista deportivo, fue también panelista de Tolerancia 0, y uno muy bueno además?—. Esto es más bien preguntar por qué todavía hay tantos espacios que apelan en forma legítima a tener una voz en el debate nacional y que, sencillamente, a las mujeres ni las ven.

Los entendidos apelarán, quizás, a criterios televisivos —lo mío es el periodismo, no la crítica de tv—, pero si es así, entonces todos los hombres incorporados al espacio hasta ahora, cumplían con algunos requisitos que ninguna mujer logró nunca antes alcanzar.

Como aquello resulta más bien improbable (sino, ¿cuáles eran esos exigentes requisitos: peso, altura, genio, carácter, experiencia?) se entiende que las mujeres han sido sencillamente invisibles y no sólo para este programa. Mónica González es una profesional de tal altura, que hay que hacer un gran esfuerzo para mirar el panorama del periodismo político chileno y no verla.

El chileno no es un fenómeno nuevo, ni exclusivo. En Estados Unidos el 68 % del tiempo en los noticieros vespertinos hay un hombre en cámara, según el Women’s Media Center “Divided 2015: The Media Gender Gap”. Las mujeres no cuentan ni siquiera para el total del 32 % restante, que comparten con otras imágenes.

La pregunta es por qué.

Esta no es una crítica a un programa en especial ni a un editor o conductor en particular. Esto es más bien preguntar por qué todavía hay tantos espacios que apelan en forma legítima a tener una voz en el debate nacional y que, sencillamente, a las mujeres ni las ven.

Una línea de estudios de género plantea que las mujeres a menudo deben reunir condiciones excepcionales para obtener los mismos cargos que los hombres obtienen con un poco menos de esfuerzo.

En el caso de Mónica González, se trata de una de las periodistas más premiadas, no de Chile, sino de las Américas. Ganó el prestigioso Maria Moors Cabbot, de la Universidad de Columbia; el Louis Lyon de Harvard a la integridad periodística; el Premio Mundial Unesco/Guillermo Cano de Libertad de Prensa y el Homenaje de la Fundación Gabriel García. Esos premios y varios otros. Con estos datos a la vista, uno podría plantear que a veces, o al menos en este caso, las mujeres tienen que demostrar más de una vez que, efectivamente, se la pueden.

Hay quienes dirán que existen otros programas políticos o de entrevistas conducidos sólo por mujeres, y que además, hay, sí, una Presidenta, y hubo una Presidenta del Senado y hay una Presidenta de la CUT y “qué más quieren”. Pues según los datos, todas ellas son voces excepcionales en el debate público. Son las primeras, son las únicas. Como me escribió la cientista política María de los Ángeles Fernández: “En Chile, cosa curiosa, fue más fácil que una mujer llegara a la Presidencia de la República que ingresara a un programa de debate político. Por eso considero capital que Mónica González llegue a ‘Tolerancia 0’”.

Hay análisis que plantean que las mujeres no sólo están muchas veces sobre-calificadas para los cargos que consiguen sino que, aún así, tienden a sentir que no están suficientemente preparadas para ellos. Y se entiende: si vas a hacer la excepción del grupo (la única mujer, la primera, la “elegida”) tienes que sentir que lo vales. Mónica González, como ha dicho con sincera modestia y pese a sus pergaminos, todavía espera estar a la altura del desafío. Como si a las mujeres les costara mucho dar el ancho allí donde tanto hombres se sienten, en general, tan a sus anchas.

No tengo los números, pero asumo que en “Tolerancia 0”, como en cualquier medio periodístico, los hombres entrevistados superan largamente a las mujeres. “A las mujeres les cuesta verse a sí mismas como expertas”, dice María de los Ángeles Fernández que preside “Hay Mujeres”, la organización chilena dedicada a incorporar la opinión de las mujeres en los medios.

“Sé y me consta que hay muchas mujeres en el ámbito de la ciencia política, pero son poquísimas las que son consultadas en su calidad de expertas”, dice Fernández desde su experiencia. “Se suele decir que el problema viene por el lado de la demanda, es decir, los medios no ven a las mujeres. Con el tiempo, también me he dado cuenta de que es un problema de oferta: en algunas áreas no hay masas críticas pero también, muchas veces, las mujeres se inhiben”.

Dejemos a conductoras, panelistas y entrevistadas a un lado. Pensemos en cronistas, columnistas, periodistas. “La inequidad define a los medios de comunicación”, fue la conclusión rotunda del último estudio de género del Women’s Media Center. “Las mujeres son la mitad de la población y están escribiendo un tercio de las historias”, establece el mismo informe: el 65 % de las notas políticas en Estados Unidos las escriben hombres, y son hombres también la mayoría a la hora de cubrir temas como justicia, ciencia, deporte y tecnología. ¿Nuevos medios? Tienen poco de nuevo en estas materias: los hombres escriben el 62 % del contenido digital.

Así que los medios, que constituyen una de las tribunas para impulsar, discutir la paridad, son todavía ampliamente desiguales en materias de género. ¿Y por qué queremos mujeres en los medios? Por el mismo motivo por el que queremos hombres. Queremos personas que hayan sido escogidas de acuerdo a su esfuerzo, su talento y su trabajo, sin importar su sexo.

Jill Abramson, la primera mujer que dirigió el New York Times, me comentó hace unos meses en una entrevista: “Creo que nunca me nombraron en un puesto por ser mujer, sino por mi talento. Pero estoy muy orgullosa de ser mujer y, además, la primera mujer en esos puestos”. Mónica González llega sin duda por sus méritos profesionales —y su trabajo en Ciper— a un lugar que es relevante en la televisión política chilena. Pero es un logro que sea la primera mujer en el puesto, y puede estar orgullosa de ello.

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