¿Cuáles eran las preocupaciones navideñas de la prensa hace un siglo? ¿Qué ritos predominaban? ¿Qué visión había de los juguetes, de las fiestas callejeras, de los pobres? Presentamos una serie de crónicas y columnas alusivas al tema, rescatadas del baúl de los periódicos. » Ir al especial.
Gloria, la autora del siguiente escrito publicado en la revista Familia en diciembre de 1911, aboga por una celebración hogareña de la Navidad, donde las mujeres deben hacerse cargo de todos los preparativos. “Ellas tienen disposiciones naturales para todo lo relacionado con la casa”, escribe. Presentamos un extracto de su reflexión.

Revista Familia
Diciembre de 1911
¡Qué gran día es Navidad! Día de emociones sencillas y puras, en que la caridad se desborda por contentar á los desgraciados, en que hasta los monarcas descienden de sus tronos para darse el placer de proporcionar alegría á los niños pobres. Día también del hogar, de la familia, de las afecciones sólidas, y en que el mundo cristiano celebra el gran aniversario del nacimiento de Jesús, en el humilde pesebre de Belén.
En casi todos los países en que esta fiesta se lleva á cabo, ella tiene tintes y características especiales
[…]
En Chile, nuestra Navidad, no tiene una característica especial.
Aquí, donde hay un espíritu de hogar, algo del estilo de los ingleses, podría celebrarse esa gran fiesta de una manera más apropiada al carácter nacional.
La concebida fiesta en Santiago para Navidad, es la retreta en los jardines del Congreso, ó alguna kermesse á beneficio de alguna institución de caridad. Una que otra mamá les da una pequeña reunión á sus niños alrededor de un árbol de Pascua, y las eternas ventas por la mañana en la Alameda, es todo lo que se discurre para ese gran día. Las fiestas de caridad tienen un fin muy meritorio, como que el dinero que de ella se obtiene es para los pobres. Pero, ¿habrá algo más aburrido que esas fiestas? Son contados los jóvenes que se acercan á las niñas, y esas parejas serán las que lo pasen mejor; pero casi nadie se entretiene, y se vuelven á sus casas con un recuerdo triste, lánguido. Esa manera de celebrar la Pascua, realmente no satisface! Hay que convencerse que se encuentra más placer, más agrado, en lo que es más concentrado, más personal, más íntimo y eso sólo se puede encontrar en el hogar.
Más hermoso que esas fiestas en grande, en que la entretención es tan común, sería una celebración en la propia casa, una cena por ejemplo, á la que concurrieran todos los de la familia y los amigos, por cierto, no hay para qué olvidarlos.
Pero que para esto no sea preciso llamar á una persona especial para que prepare todo, pues eso quitaría uno de los placeres de las fiestas de hogar. Las niñas son las que deben hacerlo. Ellas tienen disposiciones naturales para todo lo relacionado con la casa y el asunto está en poner manos á la obra.
Si esto lo tomasen con empeño, podría ser una costumbre entre nosotros el que la celebración de la Pascua fuera una fiesta de hogar principalmente. Las mamás podrían también hacer para los niños una fiesta hermosa ese día que, como la cena para los grandes, fuese esa la celebración obligada de ellos.
Hay que recordar que en la niñez todo se graba de una manera casi indeleble; las emociones é impresiones agradables tienen entonces una forma vaga, pero rodeada de un sabor especial, que se recuerda aún hasta la vejez. Es esa época tan deliciosamente sencilla que á los niños se les puede hacer felices con muy poco esfuerzo.
Gloria