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Juan Antonio Labra: Nuestro Michael Jackson chileno no ha muerto

Por ~ Publicado el 30 julio 2010

Hace un año, millones de personas se preguntaban cómo murió el Rey del Pop; sin embargo, hace más de 15 años, el enigma de cientos de fans es por qué su Michael Jackson chileno –el cantante y bailarín Juan Antonio Labra— desapareció sorpresivamente de los grandes escenarios.

Juan Antonio Labra en "Chile ayuda a Chile"

Viene llegando a casa luego de recoger a su hija en el colegio y comprar algunas cosas para la comida. Baja del auto de un salto. Su hija adolescente tarda varios segundos más en hacer lo mismo y lo hace con mucho menos destreza a pesar de su edad. No podría esperarse menos si se trata del gran bailarín y cantante Juan Antonio Labra, o nuestro Michael Jackson chileno.

Aunque son las seis de la tarde y es un día más bien frío, viste una polera de manga corta y lentes oscuros para el sol. A primera vista sigue siendo un hombre jovial, atlético, de cuerpo esbelto y con un dejo de seductor.

Su casa se impone por su gran tamaño. En el living llama la atención un pequeño altar y las numerosas imágenes religiosas que están por todas partes. También hay muchas fotografías familiares sobre los muebles y colgando en las paredes. En este espacio podrían caber incluso sus instrumentos musicales, si no fuera porque están en el inmenso estudio de trabajo y grabación que se construyó en el jardín.

El lugar es acogedor, familiar, casero, más aún si comparte el espacio con la mascota de la casa, un divertido poodle, que salta por todos lados y que finalmente logra tranquilizarse en los brazos de su amo.

La conversación transcurre con fluidez y Juan Antonio se ve más y más entusiasmado en la medida que va recordando detalles de sus tiempos de estrellato. Si de hablar de los buenos tiempos se trata, los cuatro festivales de la canción de Viña del Mar, son sin lugar a duda, los mejores recuerdos de su vida artística.

Juan Antonio  tenía más de cinco eventos semanales, descansaba durante el día en un hotel, para volver a viajar y dirigirse a una nueva presentación. Esa rutina lo estaba matando.

Sus insinuantes y bien logradas puestas en escena, junto con su excelente voz, cautivaban transversalmente a los chilenos y chilenas. Por supuesto, el público femenino era el más fanático, pues no sólo se enloquecía con las alegres y carnavalescas letras de sus canciones, si no que se impresionaba con aquellos movimientos vanguardistas de sus caderas y coreografías. Por otro lado, su mismo estilo de ropa salía de lo común, y todo, todo lo que hacía —o no hacía— era noticia para la prensa.

«En esos tiempos disputaba escenarios con Chayanne», recuerda entre risas. Las emisoras tocaban día y noche las canciones del gran cantautor y su público le regaló muchas satisfacciones y reconocimientos.

A principios de la década del noventa se produjo el boom de su carrera: viajó a los países vecinos y tuvo innumerables invitaciones a programas extranjeros. Su agenda estaba repleta de compromisos y, con una fama de tales dimensiones, sólo cabía esperar aquel gran paso que coronaría una carrera de mucho trabajo, éxito y gran profesionalismo. Era el momento de seguir en México. Pero ese paso finalmente nunca lo daría.

De pronto, asegura Juan Antonio, se daría cuenta de que estaba haciendo algo que no lo llenaba. Tenía más de cinco eventos semanales, descansaba durante el día en un hotel, para volver a viajar y dirigirse a una nueva presentación. Esa rutina lo estaba matando.

«Sé que nací para la música, para los escenarios, pero no nací para tener una carrera como artista. En un momento sentí que iba a perder el control de lo que estaba haciendo, de mi vida, de mi familia, de mis cosas, y en ese sentido iba a pasar a ser un títere de un conglomerado de personas que trabajaban detrás de mí y que en el fondo me sacaban el jugo para obtener dinero. Simplemente sentía que la carrera no era para mí», afirma Juan Antonio.

“LA MIRELLITA”

Repentinamente, se produjo un silencio en la fluida conversación de los minutos anteriores. Tenía la mirada fija en el suelo. Por un momento, pareció que Juan Antonio comenzaba a hablar con él mismo. Estaba pensando en su madre. «Ella murió en 1993, tuvo un ataque cerebral, todo ocurrió muy rápido. Los médicos dijeron que se trató de algo fulminante, y apenas pudimos despedirnos», comenta con tristeza el cantante. Esa situación se sumó, en su caso, a un desgano que venía sintiendo hace un tiempo atrás.

La relación con su madre, a la que le decía “la Mirellita”, fue muy estrecha. No sólo por ser hijo único, si no que por la presencia infaltable que tuvo ella en sus días de fama y de grandes exigencias. Fue su compañera en todos sus festivales y eventos, en Chile y en el extranjero; incluso lo ayudaba en sus composiciones y le daba ideas de letras para sus canciones. Se convirtió en un soporte esencial para su vida profesional.

«Siempre fui muy regalón. Con mi mamá éramos muy amigos, imagínate, soy hijo único, por eso mi relación con ella era tan fuerte, la veía casi todos los días, en la casa y en el trabajo», dice Juan Antonio.

Después de la repentina muerte de su madre, el cantante entró en un largo silencio musical. Hubo muchas versiones para explicar su desaparición de los escenarios. Se dijo que sufría de cáncer, que se había consagrado a la vida religiosa, que tenía problemas de drogadicción, incluso que estaba preso por estafa. Todas estas versiones él las niega tajantemente. «Por más de seis años todo lo que veía en mi vida era oscuro, los amaneceres eran eternos, ya que sentía que de repente mi vida se había derrumbado. Había un cansancio que no me dejaba levantarme en las mañanas. Imagínate, la mujer más importante de mi vida ya no estaba conmigo, y la fama me había saturado», dice Juan Antonio. Era necesaria una pausa para tener un nuevo sentido en su vida.

Por estos días, su mayor interés es conocer a jóvenes que recién empiezan la carrera de artistas, para orientarlos y ayudarlos a surgir como cantantes. Ya han pasado varios años de la muerte de su madre y de la gran depresión que lo atormentó. Hoy siente que tomó buenas decisiones y que su vida está lejos de sufrir la misma suerte que el gran ídolo del pop. Tiene una vida familiar plena, sigue con su música y sus creaciones, pero todo en forma más tranquila.

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