Tras cinco años de tramitación, el martes 15 de octubre se aprobó la Ley de Televisión Digital Terrestre. Pero, ¿qué implicancias tendrá el paso de la señal analógica a la digital? Contrario a lo que muchos creen, no sólo permitirá ver imágenes de mejor calidad, sino que provocará un cambio en el modelo de hacer televisión, modelo que aún en Chile está en veremos. Sergio Godoy, académico de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica, responde esta y otras preguntas.

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—¿Qué te parece la adopción de la norma ISDB-T con MPEG 4? ¿Es recomendable para nuestro tipo de requerimientos técnicos, más que la europea y estadounidense?
La pregunta está un poco obsoleta. La adopción de la norma ISDB-t es, en primer lugar, irreversible. En todo caso, el llamado estándar estadounidense ATSC era el peor: era el más antiguo, y por ende el menos avanzado. Todavía hay quienes expertos que consideran excelente al estándar “europeo” DVB (el más difundido en el mundo por lejos), aunque su principal problema es que no permite al concesionario de TV abierta operar al mismo tiempo una señal para receptores móviles. Pero, insisto, es una discusión algo superada a estas alturas.
—De acuerdo a lo logrado, ¿valió la pena los casi cinco años de tramitación de esta ley para el modelo de televisión nacional?
Parafraseando a Proust, no se puede recobrar el tiempo perdido. Yo habría preferido una propuesta mirando el futuro con sentido estratégico de país para los próximos 30 ó 50 años, en vez de un parche digital a la suma de problemas de una ley de TV analógica redactada durante los años 80. En todo caso, yo tenía algunos temores que espero no se cumplan ahora: (a) consolidación de un monopolio multicanal de pago en desmedro de plataformas de libre acceso, (b) menoscabo severo de la capacidad de producir contenidos de TV made in Chile; (c) muerte de las consideraciones de bien común por fascinación ingenua con la tecnología y los mercados.
» Un efecto no buscado de este retraso fue la expansión acelerada de otras alternativas para acceder a TV multicanal y digitalizada, en particular la TV por cable, por satélite y, por supuesto, internet (tanto fija como por móviles). La TV abierta podrá ahora entrar a disputar tiempo de atención del público a esos sustitutos.
“Me parece adecuado que la nueva ley aclare que el espectro electromagnético es un recurso de uso público perteneciente a la nación y que nadie puede arrogarse derechos de propiedad sobre él”.
» El proyecto original era mediocre y parchaba algunos problemas de la TV analógica, y como no asumía la realidad digital (y varias injusticias bastante más pedestres que no estaban resueltas), tuvo que ser enmendado profundamente. Lo que se aprobó ayer mejora la formulación original, aunque persiste en una visión (atenuada) TV-céntrica, no convergente, sesgada hacia lo técnico. Sin embargo, tiene matices importantes, varios de ellos incorporados durante el debate parlamentario: por ejemplo, el CNTV asume un rol protagónico y no queda como una simple ventanilla de las decisiones técnicas de la SUBTEL como se proponía en el texto original. Y se recogen temas emergentes en los últimos años, tales como el énfasis en lo regional y local (y no sólo lo “nacional”, leáse santiaguino), el respeto a los pueblos originarios, la diversidad sexual y la paridad de género, factores que se integran ahora al concepto de “correcto funcionamiento” de la TV. Además a los concesionarios de TV se les exige cumplir con el código del trabajo (un guiño hacia el gremio de actores, normalmente subempleados de la industria). Se mantiene la idea original de distinguir entre concesiones por medios propios (es decir, que implica el derecho a emitir contenidos y también de operar una concesión de TV) y por medio de terceros (es decir, recurriendo a un tercero que brinda acceso a una señal en condiciones no discriminatorias, con lo cual el interesado se ahorra el costo de operar una señal de TV), así como la saludable distinción entre concesiones nacionales, regionales, locales y locales-comunitarias.
» No me gusta, eso sí, que se mantengan sólo los criterios técnico-económicos para otorgar una concesión de TV, aunque también me parece adecuado que la nueva ley aclare que el espectro electromagnético es un recurso de uso público perteneciente a la nación y que nadie puede arrogarse derechos de propiedad sobre él. En ese sentido, que las nuevas concesiones de TV digital sean por tiempo limitado (20 años, que es bastante largo igual) es más civilizado que el plazo “indefinido” existente en la banda VHF, y que solía interpretarse como “perpetuo”.
» Pero también me parece positivo que se mantenga la limitación de una señal por operador en la misma zona de servicio, salvo TVN (autorizado a operar dos señales). De lo contrario, se podría haber generado un monopolio multicanal al estilo tradicional latinoamericano, que en otro lugares han modificado constituciones y derribado gobiernos.
—¿Cómo repercutirá en el corto plazo, si es que lo hace, esta legislación?
Por lo pronto, VTR y los demás operadores de TV paga tendrán que negociar con TVN y los demás canales abiertos que le estaban exigiendo pago de derechos.
» También van a aparecer varios operadores nuevos, lo cual hará más interesante la oferta. Van a dominar los operadores ya conocidos (quienes recibirán concesiones nacionales sin concursos, sorteos ni exigencias especiales, lo cual no es del todo justo), pero al menos habrá posibilidad de ver más canales sin tener que suscribirse a algún cableoperador.
» Ah, y el concepto de “canal” va a cambiar: hasta ahora, un “canal” era un operador/concesionario. Ahora un concesionario podrá operar uno o más canales en la señal que el CNTV le concesione, e incluso podrá transportar canales de terceros.