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Fast Check CL y Mala Espina: los fact-checkers independientes que surgieron con el estallido

Por ~ Publicado el 31 enero 2020

Puroperiodismo conversó con los fundadores de ambas plataformas para conocer sobre sus inicios, marcados por el inicio del estallido social, como también de sus métodos de trabajo y la voluntad de entrar en el  fenómeno de las fakes news tras el 18 de octubre.


Fast Check CL, internet y sus consecuencias

Fast Check CLHay algo que Fabián Padilla, periodista y fundador de Fast Check CL, considera un avance que no se había dado con tanta fuerza en el último tiempo. 

“Muchos nos escriben diciéndonos que prefieren nuestra verificación antes de compartir cierto contenido por redes sociales. Para mí eso es un paso, ya que de a poco vamos acostumbrándonos a no publicar por publicar, porque asumimos que en las redes sociales también hay mentiras. Es un ejercicio ético y de una responsabilidad enorme que deseamos seguir investigando, aunque a veces no ocurra”, dice.  

El 22 de octubre, cuatro días después del inicio del estallido social chileno, surgió esta plataforma de verificación de hechos y noticias conocida como Fast Check CL. Un grupo independiente de periodistas y colaboradores que vio en Instagram una gran oportunidad “para un Chile sin fakes news”, como aparece en su biografía.

Los inicios fueron intensos, recuerda Padilla, partiendo porque en un primer momento no encontró gente que quisiera colaborar con la idea. “Debió ser por mis pocos seguidores en redes sociales”, aclara. Eso cambió con el paso de los días, ya que pudo convencer a un amigo y crear una cuenta de Instagram que hoy, al cierre de esta edición, tiene más de 123 mil seguidores. A esta comunidad se suma una de Facebook y otra de Twitter, con menores pero importantes números. 

Sus primeros posteos rápidamente ganaron interés al igual que seguidores, además de —ahora sí— distintos interesados para el equipo. Bastaron entre dos a tres semanas para que ya no fueran dos, sino siete los encargados del reporteo, la investigación, el diseño o la publicación del contenido. La rutina de los integrantes de Fast Check CL comienza todas las mañanas con una conexión a Slack, un software de colaboración para equipos que necesitan reuniones virtuales. Es en esta interfaz donde discuten sobre los distintos temas aparecidos en sus DM’s, decidiendo los necesarios a trabajar. Los criterios vienen siendo los mismos: relevancia, contingencia y datos, “ya que no trabajamos opiniones o juicios de valor”, dice Padilla.  

“A diferencia del periodismo tradicional que define una pauta para que la gente solo consuma, nosotros vimos una audiencia activa que confiaba en nuestro proceso periodístico a través de distintos insumos que nos enviaban”, añadió.  

Sin lugar a dudas que un punto de inflexión de su trabajo fue el incendio de una sucursal del Banco Estado en Providencia. “Es como un antes y un después”, reconoce Padilla al recordar el video difundido por el canal de noticias 24 Horas donde se aprecia a una persona prender fuego a la vitrina principal. Unas borrosas imágenes donde las llamas parecían similares a las que se pueden colocar en ciertos programas de edición.

“Ese caso nos exigió mucho debate y discusión, además de la necesidad de chequear con gente especializada en ámbitos audiovisuales, ya que la opinión pública y el mismo Colegio de Periodistas decían que el fuego era falso. Una vez que publicamos que el incendio sí ocurrió, no pensamos que tendríamos un apoyo tan estricto, porque luego de eso vino la versión de TVN y otro tipo de información que sacó el canal, como que esas personas ya estaban siendo procesadas”. 

Ese peak permitió que su trabajo fuera respaldado incluso por medios de comunicación, con invitaciones a programas radiales e incluso a ser parte de un bloque de noticias en un programa de conversación nocturno. Algo que lo sorprendió y lo llevó a una reflexión clara: lo imperante que resulta cambiar el modelo y las maneras en que nos informamos.

—¿Cómo se les da como Fast Check CL el hecho de trabajar en las mismas plataformas donde muchas veces proliferan las fakes news que quieren acabar?

—Es un fenómeno interesante. Esta es una opinión personal, aunque existe investigación  sobre esto. Hoy, con las redes sociales, todos somos un medio de comunicación. Tenemos editorialidad, informamos sobre lo que nos pasa y lo que nos gusta y muchas veces actuamos desde nichos. Además, podemos comunicarnos entre ellas, donde hablamos lo que queremos. Es por eso que debemos tener una doble responsabilidad, una ética clara en los contenidos que compartimos porque el mensaje difundido nos representa. En ese sentido, los medios tradicionales e independientes como nosotros, que en realidad como Fast Check CL somos un “micro-micro” medio, también tenemos responsabilidades, ya que asumimos un rol educativo además del periodístico. De estar informando sobre la actualidad, pero también educando a las personas sobre lo que es Internet. 

Mala Espina Check y la gente dispuesta a aprender

Mala Espina Check

“Lo que me motivó a crear Mala Espina Check fue haber leído cosas difíciles de creer, incluso unas que incomodaban por lo absurdas que eran, y que al final del día pasaran por ciertas. Muchas de ellas, y creo que le pasó a mucha gente, llegaban a grupos de WhatsApp donde seguramente alguien pensó algo como real, lo que me hizo preguntarme por qué esa tendencia pues la mayoría estaba sacada de contexto, exagerada o de frentón, solo con elementos incendiarios”. 

El 21 de noviembre, a más de un mes del estallido, el periodista Tomás Martínez creó una cuenta de Twitter. Pensó en un nombre y se decidió por Mala Espina , como todo lo que le pareció falso a contar del  18 de octubre. En ese minuto comenzó un trabajo de fact-checking que reunió ocho mil seguidores en un mes. 

“La primera información que me tocó chequear fue un supuesto llamado del Colegio de Profesores de no aceptar hijos de carabineros en los colegios, asunto que la misma institución desmintió a través de su presidente y por cuentas oficiales”, recuerda. La publicación de Mala Espina Check analizó una conversación posiblemente organizada desde Facebook, dado los globos azules característicos para chatear en esa red social. Fue la primera prueba de un método que le entrega eficacia por lo rápido y directo. 

Su ABC consiste en escoger la información a analizar y contactar a la fuente en cuestión. A partir de su declaración, sea desmintiendo o afirmando lo que pregunta, inicia un chequeo de otro tipo de fuentes —web, documentales o de reporteo— con las que puede llegar a un producto final. Esto, considerando la actual crisis de legitimidad que viven personajes públicos e instituciones. “No sé si recuerdas un caso de un supuesto sacerdote secuestrado y agredido en la catedral. Esa vez recurrí directamente al arzobispado y ellos desmintieron la información, pero como te decía, de todas tuve que chequear la información aunque ya se hayan referido a ella”.

Sigue Martínez. “Más allá de que haya buena o mala intención con una información, también debemos tener claro que no todo es necesariamente fake news, porque también puede ser un error. En ese sentido, y si logro formar un equipo a futuro, la idea no es solo quedarse en la noticia falsa contingente, sino que ampliar a la verificación del discurso público de las autoridades”. 

Hoy, Mala Espina Check tiene cuentas en Facebook e Instagram, además de una web que permite extensión y combinación de herramientas digitales. Según el periodista, en dos meses supera las 35 mil visitas, teniéndolo optimista en su objetivo de enfrentar a la información susceptiblemente falsa desde muchos frentes, aunque no siempre gane la opción del fact-checking en tiempos de crisis”, como dice su lema.

“Un mensaje con contenido falso tendrá mucha más difusión que un desmentido. Al final, las personas como que prefieren una mentira con poco de verdad que chequear lo que puede ser falso. Esto lo atribuyo a sesgos ideológicos que muchas veces nos insisten en que lo dicho es cierto. Esto niega la posibilidad de confrontar ideas”. 

—Tomando ese último punto, ¿de qué nos habla una audiencia que no prefiera verificar lo que lee? 

—Es complejo. Yo creo que, en el fondo, la gente que se interesa en este tipo de proyectos es la que está dispuesta a educarse y aprender. No sé si lo harán diariamente, pero estoy seguro de que muchos lo ven importante y quieren entender los temas. A ellos apunta mi trabajo.

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