Opinión

Fake News, la mejor noticia

Por ~ Publicado el 3 octubre 2018

Un escenario donde la desinformación y las noticias falsas son inevitables es una tremenda oportunidad para que los medios vuelvan a tener un valor informativo y un modelo de supervivencia. El periodismo necesitaba de un villano para volver a ponerse de pie.

Foto: Joaquín Zúñiga

Foto: Joaquín Zúñiga

“Las noticias falsas tienen una ventaja intrínseca frente a la verdad cuando se trata de unir a la gente”, concluye Yuval Noah Harari en su último libro “21 lecciones para el Siglo XXI”. En el capítulo sobre la post verdad, el historiador israelí recuerda que el problema de la información falsa es algo que ha acompañado la evolución de los hombres casi desde su origen. Los mitos y ficciones, dice Harari, están presentes en la historia de la humanidad, incluso son los responsables de la existencia de los libros sagrados de las mayores religiones del mundo: grandes compendios de información difícil de comprobar. Entonces, según el historiador, el que hoy aparece como uno de los grandes temas del siglo XXI, es muy complejo de erradicar. Lo que no necesariamente es una mala noticia para el periodismo.

Harari tiene razón. Un estudio publicado por el MIT en marzo de este año, analizó todas las “cascadas” de rumores difundidas en Twitter entre el 2006 y el 2017, diseminadas por cerca de tres millones de personas más de 4,5 millones de veces. El descubrimiento de los investigadores fue algo que ya no es novedad: “La falsedad se difunde significativamente más lejos, más rápido, más profundo y más ampliamente que la verdad en todas las categorías de información”.

Pero lo que hoy parece un escenario más que poco alentador — no sólo para el periodismo — , puede ser la gran oportunidad para que los medios vuelvan a tener un valor informativo y un modelo de supervivencia. Este debiera ser el punto de quiebre para volver a tomar posiciones frente a ciertas audiencias. O, desde un punto de vista de la ficción, el periodismo necesitaba de un villano para volver a ponerse de pie. Hasta ahora, los cambios generados por la revolución digital sólo arrinconaron a los medios, golpeándolo en sus bases comerciales. Hoy los medios, por primera vez, pueden entregar algo que las plataformas sociales no valoran del todo: el contenido filtrado y certero.

Sabemos que la crisis de los medios tiene muchos ángulos, pero uno muy importante es la confianza. Ante la ola de falsas noticias o información manipulada, algunos medios o periodistas pueden convertirse en oasis de realidad, contexto y evidencias. La tecnología hoy nos permite crear audiencias y “cuidarlas”. Estamos frente a un punto de inflexión.

Pero esto requiere ciertas medidas, como base, para enfrentar un escenario más favorable:

  1. Foco en comunidades.
  2. Información valiosa para esas comunidades. Productos (aunque la palabra perturbe a algunos) diseñados para esas audiencias.
  3. Crear pantallas de exhibición para esa información. Distintos formatos digitales, cada uno con un valor.
  4. Canales de comunicación eficientes y bidireccionales. Los medios deben conectar y responder a su comunidad. El valor está en esa comunicación.

Desde el advenimiento de internet hemos visto que los medios han ido perdiendo poder. En cada una de las sub revoluciones nos hemos ido quedando atrás. La premisa parece ser que la información dura (y su relevancia) no tiene peso económico, porque no tiene peso en la toma de decisiones de las personas en general. No de manera directa. Qué caiga un ministro o se destape un caso de corrupción o sepamos que el mundo es cada vez más cálido, no necesariamente tiene un efecto directo en los ciudadanos, es más bien un efecto simbólico que no todos valoran. Por lo mismo, para Zuckerberg el tema de las fake news sólo se transformó en un problema cuando explotó políticamente. Además, en un contexto en donde la democracia liberal ha ido perdiendo fuerza, los medios han dejado de ser confiables. No cabe duda que la culpa no es sólo de los ciudadanos.

Hasta ahora, los medios no han tenido cómo mostrar a la audiencia el porqué de su valor. O sólo a un pequeño número. La mayoría se abocó a la masividad ciega, al click sin sutilezas y a la producción industrial. Ese escenario hoy es distinto. Frente al caos, aparece la necesidad de certidumbre.

Que parte de los medios estadounidenses se hayan beneficiado del populismo de Trump para fortalecerse frente a la audiencia, tiene que ver con la idea de buscar refugio ante la proliferación de información manipulada que corre casi sin contrapeso por las redes sociales. “Difuminar la línea entre la ficción y la realidad puede hacerse camino con muchos fines, empezando por divertirse y siguiendo luego el camino hasta la supervivencia”, dice Harari.

El periodismo puede hoy ser una alternativa, si es capaz de salirse de la lógica del tráfico banal y del breaking news. En cambio, convertirse en un filtro de calidad y responsabilidad, asegurará una audiencia real que busca esa información que hoy está escondida en un río de memes y noticias falsas. Sólo así se podrá aspirar a un modelo de negocio sustentable.

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