Opinión

El ministro, la señora y la TV

Por ~ Publicado el 4 septiembre 2009

Para caminar hoy por la vereda del Palacio de La Moneda había que tener invitación a alguno de los actos que estaban en la agenda de la presidenta Bachelet. Ya en la esquina de Teatinos personal de seguridad pedía la invitación que asegurara que uno no andaba allí paveando o sacando la vuelta del trabajo.

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Para caminar hoy por la vereda del Palacio de La Moneda había que tener invitación a alguno de los actos que estaban en la agenda de la presidenta Bachelet. Ya en la esquina de Teatinos personal de seguridad pedía la invitación que asegurara que uno no andaba allí paveando o sacando la vuelta del trabajo.

La seguridad era un poco más estricta que en otros días. En el fondo si usted no era uno de los pocos de la lista, sus posibilidades se limitaban a cruzar la Plaza de la Constitución y mirar desde lejos. A lo más se podía entretener cantando la Internacional Socialista alrededor del monumento a Allende junto a una treintena de leales al 4 de septiembre.

El ministro Cortazar decidió ir a la ceremonia de la comisión Bicentenario que le entregaba una distinción especial al padre Renato Poblete. Lo mismo prefirieron varios ministros, los presidentes del senado y la cámara, el arzobispo de Santiago, el contralor y muchos otros amigos del sacerdote jesuita.

Para las autoridades de gobierno hoy era un día típico. Para los transeúntes, una jornada que limitaba en parte la libertad de movimiento por Palacio que hace algunos años aplaudimos con entusiasmo.

Lo singular de todo este episodio fue lo que sucedió a la salida de estos bien organizados eventos. Pasado el cordón de carabineros y señores de pelo corto y con audífono, los santiaguinos volvemos a actuar como hemos aprendido a hacerlo en los últimos años. Vale decir, con libertad, decisión y harta personalidad.

Dos pasos del ministro de transporte fuera de la valla de seguridad y aparece una señora decidida que lo enfrenta. Le habló hasta que se aburrió. Cortazar, acompañado de Carlos Mladinic, ex ministro secretario general de gobierno, la escuchó pacientemente por más de ocho minutos. Así los dos parados en la calle discutieron sobre el Transantiago, recorridos y buses. Se despidieron cariñosamente y daba la sensación de que la ciudadana quedaba satisfecha con las explicaciones del jefe de transportes. “Esta es la democracia”, reflexionó Cortazar. Y en ese instante pensé que, aunque mi cámara de celular no tiene suficientes pixeles, era buena idea tomar la foto.

La anécdota no pasará a la historia porque lo que implica ya es parte de la historia. Qué hace que hayamos cambiado tanto y tan rápido. Qué hace que hoy seamos capaces de hablar a una autoridad, con tanta naturalidad, y que ésta nos responda y nos escuche sin tener que pedirle audiencia. Probablemente hay algo de ese concepto de gobierno ciudadano que la Presidenta ha querido traspasar a todo su gabinete. Y en parte también, el que los medios de comunicación nos han enseñado a reclamar por nuestros derechos, y a hacerlo con respeto mirando al otro sin miedo ni desconfianza. Más allá de cualquier crítica que subraye excesos o frivolidad, pienso que es la televisión la que le ha dado voz a los de a pie y también agallas para no perder la oportunidad de pedir explicaciones cuando se tiene al frente a quien tiene el deber de darlas.

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