Opinión

El caso Alinco o el clasismo en Chile

Por ~ Publicado el 2 diciembre 2011

No sacamos nada protestando y gritando en la Alameda por una sociedad más justa, si a la mañana siguiente nos compramos El Mercurio y buscamos en las páginas sociales a nuestros amigos.

René Alinco junto a la ministra Matthei | Foto: Ministerio del Trabajo y Previsión Social, Flickr

En estos días, en los medios de comunicación y en las redes sociales ha estado muy presente un factor en común, una especie de chivo expiatorio de las elites de derecha e Izquierda: René Alinco. Así es, porque la decisión del diputado independiente de votar a favor del presupuesto presentado por el Gobierno levantó toda clase de comentarios de tipo clasista, denigrando así al parlamentario por sus orígenes sociales y los problemas por los que se vio expuesto en la prensa anteriormente.

Los llamados “progresistas” de Twitter botaron con toda su rabia hasta el peor insulto, e incluso el pasquín “concertacionista” por excelencia que aparece todos los jueves le regaló una de esas portadas que hace tiempo no le dedica a un tipo con real poder. ¿Que nos pasó? ¿Tal vez nuestros deseos de igualdad nos hicieron caer en el peor de los clasismos y comprar lo que los grandes medios nos venden? Al parecer sí.

Despejado esto, la siguiente pregunta que se me viene a la cabeza es: ¿cometió un error Alinco, traicionando los valores que representa? Claro que sí, lo hizo con un desparpajo que a muchos nos molestó, pero también con una naturalidad que ninguno de los circunspectos funcionarios de la estirpe derechista y concertacionista se habría atrevido a hacerlo.

“Los llamados ‘progresistas’ de Twitter botaron con toda su rabia hasta el peor insulto, e incluso el pasquín “concertacionista” por excelencia que aparece todos los jueves le regaló una de esas portadas que hace tiempo no le dedica a un tipo con real poder”.

Alinco nos refregó en nuestros ojos lo que creíamos que sabíamos, pero que realmente no teníamos idea: que la política hoy en día no se mueve por voluntades de cambio, sino por cupos de poder. La diferencia es que lo hizo frente a todos, sin secretos burgueses en las conversaciones de las altas sociedades, sino que ahí, ostentando su cargo público, aguantando todo lo que se venía.

¿Este tipo es un héroe? No, para nada. De hecho terminó con una de las grandes esperanzas que teníamos muchos de que no se aprobara ese presupuesto indigno del Gobierno; pero lo hizo con honor, aguantando que le refregaran su condición de “roto” o “flaite” como, curiosamente, le dio a la gente “progre” por llamar a un personaje que viene de lugares populares, los que son la base de su pensamiento.

Pero esto no es responsabilidad de quien emitió ese voto tan maligno para quienes queremos una educación decente, sino de las grandes elites nuevamente. Así es, porque medios como El Mercurio y La Tercera han convertido al diputado en un personaje peculiar, representante de todos “los vicios de la izquierda” que ellos se han obstinado en tratar de mostrar. Alinco es el conejillo de indias de la derecha, lo humilló en páginas y páginas, llevándolo a la cárcel para pagar por una curadera como cualquier otra.

Tal vez la pega de estos grandes elefantes blancos sería más difícil si es que realmente quisiéramos una sociedad igual, esa donde, aparte de querer una educación de calidad y gratuita, respetemos a quienes vienen de abajo. No es suficiente ir a marchar a las calles por más igualdad, si es que luego llegamos a nuestros computadores a despotricar en contra de quienes no vienen de donde mismo que nosotros. No sacamos nada protestando y gritando en la Alameda por una sociedad más justa, si a la mañana siguiente nos compramos El Mercurio y buscamos en las páginas sociales a nuestros amigos.


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