El fin de semana recién pasado, el líder opositor venezolano, Edmundo González, reapareció públicamente desde su exilio en España en una protesta contra el régimen que pudo haber derrocado en las urnas a fines de julio, si no hubiese sido por el fraude electoral que llevó a cabo Nicolás Maduro a ojos del mundo entero. Para muchos, él es el legítimo mandatario, pero fue perseguido y obligado a salir de su país. “Presidente, presidente”, lo ovacionaba la multitud congregada en la Puerta del Sol, en Madrid. Su vida dio un giro en apenas unos meses, en los que pasó de ser un desconocido funcionario diplomático a convertirse en una figura de la primera línea política de Venezuela, y una de las mayores amenazas para la dictadura de Maduro. ¿Quién es, cómo llegó ahí y qué representa hoy en día?
Por José Pavez y Martina Fuentes
Miles de personas esperan entre vítores, banderas y carteles que aparezca. Es el sábado 28 de septiembre en Madrid, a casi 7.000 kilómetros de Caracas, y aún así la Puerta del Sol parece un pequeño reducto de Venezuela, teñida de amarillo, azul y rojo. Lo mismo ocurre en simultáneo en varios puntos del planeta, pero en España está el foco de atención. Frente a la multitud, un escenario. La mujer que encabezaba el acto lo anuncia: “¡Presidente Edmundo González Urrutia!”, y entonces él sube la escalera, irrumpe en escena, alza sus brazos en señal de victoria y extiende la bandera venezolana que llevaba en sus manos. El público lo aclama.
“¡Presidente, presidente!”, le gritan.
La mujer con el micrófono lo recalca una vez más mientras él saluda a la multitud: “¡Edmundo González Urrutia, presidente electo de Venezuela!”
Es la primera aparición pública de González desde que llegó a su exilio en España, luego de haber competido en las elecciones presidenciales del 28 de julio contra Nicolás Maduro y haber terminado el proceso sin un conteo oficial, con la victoria autoproclamada del dictador, y obligado a vivir en la clandestinidad, con órdenes de captura en su contra por parte del régimen. En apenas unas semanas, había pasado de ser una figura más bien desconocida de la política venezolana a convertirse en la principal amenaza para la estructura autoritaria que el sucesor de Hugo Chávez ha tratado de mantener a toda costa, incluso robándose las elecciones frente a todo el mundo sin tapujo alguno.
González, de 74 años, es hoy el segundo líder más importante de la oposición venezolana, antecedido sólo por la ex diputada de la Asamblea Nacional, María Corina Machado, hoy también relegada a la clandestinidad. Si bien tiene una extensa carrera dentro de la política venezolana, siempre ha estado en roles secundarios o incluso terciarios, más ligado a la diplomacia que al juego político partidista. Es y ha sido, por esencia, un funcionario público.
De formación como internacionalista en la Universidad Central de Venezuela, tiene una maestría en Relaciones Internacionales de la American University en Washington D.C. Fue embajador en Argelia y en Argentina en los ’90 y comienzos de los 2000, y ostentó diversos cargos en el Ministerio de Relaciones Exteriores de su país. En la arena política más activa, formó parte de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) –coalición opositora al chavismo que operó entre 2008 y 2018, cuando fue disuelta por el Tribunal Supremo de Justicia– y colaboró en la conformación de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), nueva alianza opositora, que este año lo ungió como su carta para competir por la presidencia venezolana.
González no era, ni por si acaso, la primera opción. Machado era la punta de lanza natural de la oposición, pero el régimen de Maduro la inhabilitó para ejercer cargos públicos, por lo que estaba impedida de competir. La siguiente carta en juego era la académica y política independiente Corina Yoris, pero su camino también fue bloqueado por el Consejo Nacional Electoral(CNE), el órgano gubernamental encargado de los procesos electorales en Venezuela. González fue algo así como la opción de descarte, y fue recién entonces que se hizo conocido. Hoy tiene más de 2,6 millones de seguidores en Instagram.
Así lo describe el coordinador internacional de IdeaPaís, Santiago Acosta, abogado venezolano radicado en Chile, experto en derechos humanos y democracia en América Latina: “Si bien tiene experiencia en la Mesa de la Unidad Democrática, nunca fue una cara visible o un referente público (…) el Gobierno permite que se inscriba a Edmundo González, precisamente, por ser una persona absolutamente desconocida en el panorama y la política nacional”.
Con él coincide Juan Pablo Vázquez, doctor en Estudios Americanos: “Edmundo González no era una figura social masivamente reconocida en Venezuela, pero en el mundo del sistema político sí es alguien bien reconocido o, por lo menos, con una larga trayectoria. Tiene una carrera diplomática de largo aliento, pero no es alguien de primera línea masiva o alguien que hubiese antes ocupado cargos de representación popular”.
¿Por qué si González mantuvo siempre su carrera política con bajo perfil decidió pasar a ser el rostro de la oposición en esta última pasada? Es él mismo quien se define en su cuenta de Instagram como un “servidor público” a disposición de su país. Y ese podría ser un motivo. Pero también está el factor de oportunidad: ese mismo bajo perfil le aseguraba poder entrar en competencia sin que el régimen de Maduro lo viera como una amenaza.
Candidato inesperado
Acosta asegura que fue precisamente ese factor el que puso a Edmundo González en el sitial que hoy ocupa en la oposición venezolana: “Era la tercera opción, pensando incluso en ser reemplazado, pero luego la oposición decidió mantenerlo porque les permitía participar políticamente”.
Fue eso lo que lo llevó a competirle a Maduro: no tanto su peso político, sino el cálculo de su sector. Desde entonces, ha jugado un papel crucial dentro de la política nacional e internacional, sobre todo con lo ocurrido en las pasadas elecciones del 28 de julio.
Hay que recordar que el conteo de actas de escrutinio fue paralizado por el gobierno de Maduro esa misma tarde, cuando el primer cómputo oficial del CNE le daba a González un segundo lugar con el 44,2% de los votos, mientras que los resultados de su comando, basados en las actas que sí habían logrado recopilar –a pesar de la renuencia oficialista– le daba la victoria con el 67% de los votos. Bajo la excusa de un supuesto hackeo, Maduro se autoproclamó vencedor y desde entonces que la oposición y la comunidad internacional le viene exigiendo la entrega de las actas, cosa que a más de dos meses del proceso aún no ocurre.
¿Pero cómo fue que no sólo las cúpulas partidistas de la oposición, sino que la ciudadanía que no lo conocía –o al menos no en profundidad– le dio su apoyo? Porque eso sí fue una sorpresa. Para el cientista político y gerente de Asuntos Públicos de Imaginacción, Ignacio Imas, lo ocurrido en las últimas elecciones en Venezuela se explica, más que por la llegada directa de González a la población votante, por el apoyo incondicional a la potentísima figura de María Corina Machado. “Él, a pesar de ser un actor desconocido dentro de la sociedad venezolana –dice–, contaba con el apoyo irrestricto de Machado, por lo tanto, es ella el ente que reúne a las personas más allá de las cosas políticas, y con eso me refiero a las múltiples oposiciones que existen en Venezuela”.
Juan Pablo Vázquez describe el apoyo de Machado y la “unción” de la oposición, en el siguiente resultado: “No es que Edmundo González arrastre esa votación, es que, en una sociedad polarizada, cuando se logra canalizar uno de los dos polos detrás de un personaje, parece que fuese una masa de apoyo muy grande y tiene que ver con eso”.
¿Qué representa hoy González?
Con respecto a lo que representaba la figura de González para los venezolanos, Santiago Acosta tiene la percepción de que “se convirtió en la persona que representaba las ansias de cambio de todos los venezolanos”.
En el mismo contexto de las elecciones presidenciales en Venezuela y tras el resultado y el cuestionado “triunfo” de Maduro, la oposición y muchos países del mundo consideran a González Urrutia como el verdadero ganador, el legítimo presidente electo. En España es así, y en varios países de Latinoamérica, como Argentina, Ecuador, Costa Rica, Uruguay y otros. Como explica Acosta: “Edmundo González fue electo, entonces le corresponde en enero asumir la presidencia de la República en forma legítima, y el Consejo Nacional Electoral aún no publica las actas que dan por ganador a Maduro. Al final, es un fraude que se está consumando”.
En todo caso, no existe un consenso y su figura divide la política tanto nacional como internacional en torno a su supuesta victoria. De hecho, Chile y el gobierno del presidente Gabriel Boric es uno de los países que, si bien han sido muy duros y directos en condenar lo ocurrido con las elecciones, se resisten a reconocer oficialmente el triunfo de González. Así lo explica Imas: “Reconocer a Edmundo González como el presidente electo, más allá de lo que le pueda suceder a Chile, tiene múltiples dificultades. La primera es la misma presión que tenía, por ejemplo, la Unión Europea para hacerlo, para impedir que ocurra el fenómeno Guaidó, pues cuando Juan Guaido fue designado presidente encargado de Venezuela, más allá del hito comunicacional, no tuvo un efecto concreto y eso, al final, es poco eficiente en términos políticos y solo genera esta política binaria en Venezuela: estar con el régimen o estar en contra, y polariza en exceso la situación tanto en Venezuela como en el resto del mundo”.
Para Juan Pablo Vásquez, “es difícil y complejo proyectar un futuro, pues la situación en Venezuela es tan profundamente crítica desde lo político institucional y desde lo social (…) El régimen de Maduro ha sabido superar las dificultades y se ha mantenido en el poder durante el tiempo. Además, la situación de crisis social pasó rápidamente, la oposición perdió las calles a los pocos días y la situación ya estaba en un enfriamiento. Que haya países que desconozcan a Maduro e incluso reconozcan a González como presidente, no lo hace definitivo, no hace que podamos tener una ruta hacia delante eso es una suerte de apoyo o soporte”.
Frente a la incertidumbre, está la certeza de que, si González no estuvo impedido de competir, hoy sí lo está para asumir una eventual presidencia. A comienzos de septiembre se emitió una orden de captura en su contra y la única salida que tuvo fue el exilio y el asilo político en España. Y si bien en el acto del sábado salió de las sombras en Puerta del Sol, lo cierto es que sigue en silencio. Apenas estuvo un minuto sobre el escenario y se bajó sin dar un discurso –debido a su solicitud de asilo político–, aunque sí dejó una carta que fue leída por el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, y que se puede escuchar a continuación: