Según datos de la Women’s Sports and Fitness Foundation, la cobertura sobre mujeres en el deporte sólo alcanza al 5 por ciento. Pero no sólo las deportistas son ignoradas. En una investigación realizada entre 2012 y 2013, Suzanne Franks, autora del libro “Women and Journalism”, observó cómo en los periódicos británicos sólo 1,8 por ciento de las notas sobre deportes eran firmadas por mujeres. Cambios ha habido en el último tiempo, sí, pero en velocidades a veces imperceptibles. En Puroperiodismo nos preguntamos cómo son las experiencias de periodistas deportivas en un área dominada por hombres. Continuamos esta serie con Cecilia Lagos, periodista que ha colaborado con ESPN, Daily Mirror y El Gráfico de Argentina: “Faltan editores y directores de medios que se la jueguen por las que realmente están capacitadas. Me carga eso de tener a una mujer para llenar una cuota y después la tienen leyendo Twitter”.

Cecilia Lagos. Foto: Pablo Baeza Contreras
He vivido situaciones de machismo, más que nada del público. El tuitero que dice “ándate a planchar”, que no sé nada de fútbol o que por ser rubia soy tonta. Lo clásico. Al principio obvio que indigna y dan ganas de reaccionar, pero después una va aprendiendo. Imagínate, en 2013 me convertí en la única mujer que ha dado los goles de Primera División y Primera B en televisión abierta. Sola, sin ningún compañero al lado. Ese nivel de exposición me sirvió para aprender un montón, pero también para lidiar con la misoginia.
También hay rabia entre colegas porque este ámbito está sobrepoblado. Tantos periodistas deportivos y tan pocos con buenas oportunidades que, cuando tienes una, hay un montón que quiere verte fracasar. Otros simplemente son misóginos. ¿Qué hacen? Te matan por redes sociales cobardemente, sin nombrarte. No te diré quiénes, pero incluso hay un Premio Nacional de Periodismo Deportivo entre ellos.
Si eres mujer, cualquier error que cometas no se perdona como al hombre. Estás bajo una lupa donde todos esperan que te caigas para justificar la razón de por qué no deberías estar allí. Al final, es un tema de sexismo pensar que porque son mujeres no pueden equivocarse. Hombres y mujeres nos vamos a equivocar siempre, pero no porque seamos hombres o mujeres, sino porque somos seres humanos. Ser bueno o malo en la profesión no es un tema de género, sino un tema de capacidad. Ese debería ser el criterio de evaluación en condiciones de igualdad.
Faltan editores y directores de medios que se la jueguen por las que realmente están capacitadas. Me carga eso de tener a una mujer para llenar una cuota y después la tienen leyendo Twitter. También es nocivo para nosotras que pongan a la primera que va pasando o a la que no tiene reales conocimientos porque así, además, le pueden pagar menos. Sería justo que con los varones tuvieran los mismos filtros, con el físico y la preparación, pero no es así. En Chile los que toman las decisiones son hombres. No hay ninguna editora jefe de deportes. Entonces, sería bueno que vieran más allá de sus hormonas y que consideraran la capacidad de otras mujeres como sus pares. Y que ser bonita no sea la primera medición, porque eso no puede ser más importante que el aporte de su conocimiento, opinión o capacidad de argumentar.
Es injusto que debamos probar algo más que otro profesional sólo por ser mujeres. Siendo hombres, nadie los cuestiona. Siguen ahí en sus trabajos. A una la revientan. Así de simple. Entonces, hay que preocuparse veinte veces antes de tirar el dato. Diez por autoexigencia y profesionalismo, y otras diez porque sabes que ante el más mínimo fallo de memoria no te perdonarán, aunque le pase a todo el mundo.
Las fuentes también te dan problemas. Por ejemplo, una vez llamé a una para pedirle confirmación de un rumor que andaba rondando y me lo negó. A los cinco minutos la llamó mi jefe, delante mío, y a él sí se lo confirmó. O un dirigente que le dijo a mi editor que se ponía nervioso de que yo lo entrevistara porque las mujeres “sirven para una cosa no más”. Lo entrevisté varias veces y al final igual me felicitó. Contrario a lo que muchos pudieran pensar, en el ámbito de los entrenadores y futbolistas sí me he sentido validada. Suelen expresarme su apoyo y reconocimiento al sorprenderse porque sé de fútbol. Nunca me han pedido un intercambio de información por otra cosa. Otros han tratado de ir más allá, pero sólo por hacerse los lindos.
Es importante mantener la independencia porque, desde el momento en que te involucras con futbolistas, la comprometes. Tengo claro cómo pueden llegar a ser las fuentes y a lo que me expongo, por lo que mi trato es respetuoso y cordial, pero poniendo la distancia necesaria. Si es necesario, les paro el carro. Amablemente les digo que tengo pareja y que se acuerden de las suyas.
Una vez estuve con una periodista que estaba casada con un futbolista. Le pregunté cómo lo hacía para hablar del equipo de su marido. Me dijo que lo tenía pactado y que siempre debía tener cuidado. Claro que respeto las decisiones de cada uno y si te enamoras no vas a dejar a esa persona, pero yo no podría ejercer mi profesión si tuviera que andar autocensurándome o si no pudiera emitir una crítica válida si juegan mal. No puedes analizar objetivamente con esa barrera. Son líneas complicadas porque, como somos pocas, las que “meten la pata” o hacen cosas indebidas terminan perjudicando al resto. Lo hacen más difícil a las que no somos así, por lo que debemos probar el doble o el triple para derribar el prejuicio.
La presencia femenina en el periodismo deportivo ha crecido. Hay muchas periodistas jóvenes. El cable e internet ayudaron a masificar el fútbol porque en mi época sólo tenías fútbol por televisión abierta, sólo con tres canales. Era una instancia de congregación familiar, pero no tenías conocimiento de lo que pasaba afuera. Casi no había chilenos en el extranjero y, en un punto, se hablaba de que el fútbol era el enemigo de la mujer porque el hombre no la tomaba en cuenta. Ahora no, muchas lo disfrutan. Sin embargo, es bien distinto que les guste a que entiendan el juego. Hay quienes se dicen futboleras, pero no basta sentarte frente al televisor, encontrar entretenido el partido y saber quién hace el gol. Para trabajar en esto se debe ser más profundo. Entender que lo que pasa adentro de la cancha es también producto de lo que pasa afuera. Hay que manejar mucha información y tener un background histórico. No sirve sólo lo reciente o inmediato.
En Chile se replican los modelos argentinos y mexicanos, donde la “periodista deportiva” muchas veces ni es periodista. O sí lo es, pero es primero sometida al filtro físico. La que llega a la televisión necesariamente debe tener cierta apariencia, según los que toman las decisiones. Primero ojalá linda, después todo lo demás. Si no sabe nada le enseñamos un poco. Jamás elegirían a un hombre que fuera lindo, pero que no supiera y que se viera obligado a estudiar mientras ya ejerce la pega. Jamás vas a ver a un modelo hombre o a un exbailarín elegido para conducir o comentar deportes. ¿Por qué con las mujeres sí?
Afuera es un mundo de diferencia. En la BBC hay presentadoras de deportes con cincuenta años. ¿Crees que importa? En el canal público de Holanda la conductora de deportes usa pantalón y chaqueta gris, una camisa blanca suelta, pelo corto y cara de pájaro. Da lo mismo el físico, vale la capacidad. Las periodistas de ESPN en Estados Unidos, que conducen la NBA o los noticieros, también pueden ser mayores o rellenas. Hay un criterio que traspasa los estereotipos y privilegia tus competencias.
Serie sobre periodistas deportivas
Carolina Fernández: “A la mujer se le da un margen de error mucho menor”
Pamela Serey: “No me cuestioné la poca presencia femenina”
Karla Quiroga: “La presencia femenina en el periodismo deportivo actual se está abriendo”
Cecilia Lagos: “Cualquier error que cometas no se perdona como al hombre”
Grace Lazcano: “Hay áreas deportivas que no tienen mujeres pero que pasan contratando hombres”
Giuseppina Lobos: “Me disgusta que haya mujeres en paneles deportivos que sólo leen Twitter”