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Carolina Jiménez, ex presidenta del Observatorio contra el Acoso: “No pensemos en vagones diferenciados, pensemos en que podamos viajar más cómodas”

Por ~ Publicado el 12 abril 2022

Tras la presentación de los lineamientos del primer Plan contra el acoso sexual en el transporte público, a cargo de los ministerios de Transporte y de la Mujer y el Gobierno Regional Metropolitano, resurgió una propuesta que busca implementar vagones exclusivos para mujeres en el Metro de Santiago como medida preventiva de acoso. La idea ya había sido rechazada en 2018 por el gobierno de Sebastián Piñera, pues “aislar a las mujeres va justo en contra de lo que tenemos que lograr”, dijo entonces la ministra Gloria Hutt. ¿Podría ser hoy una solución viable? En esta entrevista, la abogada feminista Carolina Jiménez, ex presidenta del Observatorio contra el Acoso Callejero (OCAC), analiza la nueva versión de la propuesta y plantea la inconveniencia de avanzar con una medida que segrega y “no soluciona el tema de fondo”.


 

A raíz de las situaciones de acoso sexual, asaltos e intentos de secuestro denunciados en el Barrio Universitario de Santiago durante marzo, la problemática de la violencia de género se ha intensificado en el debate público. Según datos del Ministerio de Transportes, el 93% de las denuncias por acoso sexual callejero son de mujeres.

La gravedad de las denuncias impulsó a la alcaldesa Irací Hassler a tomar acciones y aumentar la dotación policial para intentar frenar estas situaciones que, según las denunciantes, involucran desde acciones de acoso hasta intentos de secuestro. Y el 30 de marzo, los ministerios de Transportes y de la Mujer, junto con el Gobierno Regional Metropolitano que encabeza Claudio Orrego, presentaron los lineamientos del “Primer Plan contra el acoso sexual en el transporte público”, que contemplaría la propuesta de implementar vagones exclusivos para mujeres en el Metro de Santiago. De inmediato ese punto llamó la atención de la ciudadanía y diversos sectores políticos.

No es idea original ni nueva. En 2011, tres diputados de la UDI presentaron un proyecto de ley que iba en esa línea y que quedó en nada. Y en 2018, un grupo transversal de parlamentarios y parlamentarias ingresó un proyecto de resolución muy similar, el cual fue ampliamente rechazado. La entonces ministra de Transportes, Gloria Hutt, argumentó que “aislar a las mujeres va justo en contra de lo que tenemos que lograr: que puedan viajar donde quieran tranquilas, y eso no implica separarlas”. Y ahora, la actual ministra de la Mujer, Antonia Orellana, considera que avanzar por esa vía sería una forma de “normalizar el acoso”.

Puroperiodismo conversó sobre el tema con la abogada feminista Carolina Jiménez, ex presidenta del Observatorio contra el Acoso Callejero (OCAC) y actual concejala en la Municipalidad de María Pinto. En esta entrevista, entrega sus argumentos de por qué considera que “ni en ese entonces ni hoy una propuesta así debiese prosperar” y propone otros caminos para enfrentar el problema del acoso en los espacios públicos.

–Después del último rechazo en 2018, ¿están las condiciones adecuadas para retomar el debate sobre los vagones exclusivos para mujeres?

La iniciativa esta vez viene del Gobierno Regional que encabeza Claudio Orrego, y no es primera vez que la propone él. Efectivamente, en ese año también se rechazó. Considero que ni en ese entonces ni hoy una propuesta así debiese prosperar, porque, en definitiva, separarnos como mujeres en vagones exclusivos no soluciona el problema del fondo. Lo único que hace es segregar, seguir aislando a quienes somos “potenciales víctimas” de acoso en los espacios públicos. Creo que la solución va por otro lado, por caminos más largos que las autoridades no han querido tomar en estos años, porque si hubiésemos empezado hace mucho con la perspectiva de género, tal vez estaríamos hablando de otras soluciones y de avanzar en otros temas. Una propuesta como esa no debiese prosperar porque además no sólo necesitaríamos vagones exclusivos…tendríamos que tener buses, salas de clases y hasta calles exclusivas. Un mundo exclusivo para mujeres y disidencias, además se sigue con esta lógica binaria del género.

–¿De qué manera se verían afectadas las disidencias sexuales y personas no binarias? ¿Hay mayor exposición a discriminación arbitraria?

Como tienen una manera distinta de performar el género a lo que uno ve como la manifestación de una mujer o un hombre, estarían claramente expuestes a discriminaciones. El hecho de partir desde una lógica binaria de mujer/hombre ya es una forma de violentar a las personas que se definen como no binarias, entonces, desde esa base implica una forma de violencia y también un tipo de discriminación.

Carolina Jiménez, abogada feminista, concejala de María Pinto y ex presidenta del OCAC.

Carolina Jiménez, abogada feminista, concejala de María Pinto y ex presidenta del OCAC.

Enfoque transversal para prevenir la violencia de género

Esta propuesta (de los vagones) está pensada para implementarse dentro de la Región Metropolitana. ¿Qué ocurriría con las mujeres de otras regiones? ¿Cómo revertimos esta situación con perspectiva de género?

Creo que lo que hay que trabajar en sí es una idea desde las comunas, en los gobiernos más locales y también en los regionales, con una perspectiva de género que asuma también las distintas realidades que vivimos y una perspectiva de seguridad humana más feminista. Cuando nosotras nos enfrentamos al espacio público, vivimos distintos tipos de violencia, no solamente en el transporte. Entonces, con los vagones exclusivos estás solucionando una parte muy pequeña del gran problema. Como tú dices, no está considerado para las demás regiones y casualmente es en la RM donde existe mayor conciencia de la perspectiva y violencia de género. Cuando sales un poco del Gran Santiago, hay súper poca conciencia, y en esas zonas también existen problemas de movilidad para las mujeres.

–Claro, usted actualmente es concejala en la comuna de María Pinto…

Sí, y hay que tomar el problema de una forma mucho más amplia de coordinación entre los gobiernos locales, regionales y el central para desarrollar políticas públicas que vayan con esta idea de seguridad humana para las mujeres. Por ejemplo, pensar ciudades más para las mujeres y disidencias, con mejores iluminaciones, paraderos más protegidos y mayor seguridad.  Con lo que pasa en el Barrio República, lo que están haciendo es implementar mucha más seguridad, más vigilancia. Claro, nadie quiere vivir con un carabinero al lado todo el día, pero esa parte más represiva o desde la sanción también tiene un efecto inmediato en lo que estamos sufriendo las mujeres hoy día.

–¿No es contraproducente contar con mayor presencia policial considerando que la confianza en la institución está tan baja?

Sí, yo creo que ahí hay un tema grande en cómo a las mujeres y disidencias observamos este sistema policial y judicial. Para nosotras, a diferencia de quienes son hombres heterocis, mirar a las policías es mucho más complejo porque nos hemos enfrentado muchas veces a que no nos toman las denuncias, a que se nos revictimiza y tenemos que contar una y otra vez lo que nos pasó. Hay casos en los que nos dan un agarrón, vas a denunciar y te dicen que le estás dando color. Es contraproducente de alguna manera que te llenen de policías en el área universitaria cuando están las chicas con miedo tanto por lo que les pasa en la calle, como por denunciar.

–¿Qué se debería hacer entonces frente a esta situación?

Hay que hacer un trabajo por otro lado, desde las policías, que tengan también una perspectiva de género. La primera acogida es importante: cuando vas a denunciar, que te tomen la denuncia ya es un gran gesto. Es la primera violencia a la que nos enfrentamos cuando vamos a denunciar, y la persona no te toma la denuncia o no te toma en cuenta; o toma la denuncia como si no importara. A veces ni siquiera te mira. Esa primera acogida es importante. Por otro lado, ¿a dónde va la denuncia? Porque también hay un desincentivo cuando tu denuncia queda en nada. Ahí tienes el problema del Ministerio Público, de cuánto investigan los fiscales este tipo de delitos y cuándo pasan a conocimiento de los jueces, porque muchas denuncias quedan simplemente archivadas en fiscalía y nunca llegan a tribunales.

-En 2019 entró en vigencia la ley que tipifica el acoso sexual callejero, ¿considera que desde el Poder Judicial se ha implementado de manera correcta? A partir de lo que menciona desde los fiscales hasta el Ministerio Público…

Creo que la norma se debiese complementar, más que modificar, porque ya tenemos tipificados los delitos. Esa fue la principal función que tuvo la Ley de Respeto Callejero, que tipificó algunas conductas como delitos, específicamente los actos de acoso sexual callejero, entonces ahí estamos viendo sólo la mirada más punitivista. No podemos aspirar a que todos los acosadores se vayan a la cárcel o pasen por procesos penales, sino que eso se tiene que complementar con un trabajo previo que va de la mano con la educación y la prevención. Ahí está la importancia de las ordenanzas municipales en contra del acoso callejero que están saliendo, las cuales establecen obligaciones para los municipios en cuanto a prevención. En ese sentido, van más rápido que el Congreso en establecer ciertas legislaciones, pero claro, solo aplicables al territorio del municipio, como lo que se hace en la comuna de Santiago. Te quedas corto, porque no la puedes aplicar a todo el territorio nacional.

Punitivismo vs. educación

Usted ha puesto especial énfasis en el trabajo que están haciendo las municipalidades. Al ser concejala, ¿cómo se podría acercar este tipo de enseñanzas (más allá de lo punitivo) a distintas comunas y realidades del país?

Lo primero que se debiese hacer para poder hacer políticas públicas que sean realmente aplicables y que recojan la realidad de cada territorio, es que a nivel de los municipios se levanten diagnósticos concretos del terreno que te arrojen qué tipo de violencia se está viviendo en el territorio. Y, por otra parte, cuáles son las necesidades reales y cómo las personas ven el problema de la violencia de género, cómo la están entendiendo. A partir de esa base puedes desarrollar medidas que realmente se traduzcan en cambios. Sin tener un diagnóstico del territorio, difícilmente van a poder hacer medidas que se apliquen bien, y ese es el problema de los gobiernos centrales: llegan poco a las distintas realidades de los territorios. Claro, Chile es un país largo y es difícil llegar a entenderlo por completo, pero por eso es importante una coordinación con los gobiernos locales, regionales, centrales.

–Con el acoso callejero fue un tema de años.

Claro, también es necesario salir y hablar con la gente. Empezar a ponerle nombre a las violencias. Con el acoso sexual callejero fue un trabajo de años para que se tratara como tal y que no se hablara de “piropos” ni se le dieran otras connotaciones más “simpáticas”, más en la línea de la costumbre en Chile. Empezar a hablar de eso y que incomode es una de las vías principales.

–¿Considera que se debiese tocar dentro de este debate el proyecto de ley de Educación Sexual Integral?

Sí, es fundamental contar en los colegios con educación sexual integral, pero sobre todo hablar de consentimiento. Empezar a entender qué implica el consentimiento, qué implica que salir a la calle no significa que nuestros cuerpos sean públicos por habitar un espacio que sí lo es. Son cosas muy pequeñas que se pueden aplicar desde la primera infancia, obviamente adaptado a los tipos de desarrollo que tienen los niños, niñas y niñes, pero creo que es muy importante, porque al final es la base para prevenir futuras violencias.

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Vagones exclusivos en Ciudad de México. (Fuente imagen: El sol de México)

Sensación de inseguridad

-Según datos del Ministerio de Transportes, al menos un 72% de las mujeres se sienten inseguras en el transporte público. ¿Cómo podríamos revertir esta situación si la propuesta de los vagones exclusivos es segregatoria?

Una de las soluciones que se podrían trabajar sería mejorar la frecuencia y disminuir las aglomeraciones, porque mucha de la sensación de inseguridad se da cuando está la posibilidad de que un tipo se ponga atrás tuyo y te pueda acosar. Por otro lado, en los espacios más vacíos, donde puedes viajar sola, se debería aumentar la seguridad a través de cámaras, números de emergencia o algún sistema al que puedas alertar que estás viajando sola y te sientes insegura. Hay dos vías que se pueden abordar: no pensemos en vagones diferenciados, pensemos en que podamos viajar más cómodas, con menos aglomeraciones. Por ejemplo, en la comuna donde soy concejala (María Pinto) hay un problema de transporte. La gente viaja hacinada en los buses interurbanos, y ahí tienes un problema. No vamos a pedir buses exclusivos para las mujeres, vamos a pedir más frecuencia para que las personas puedan viajar sentadas, tranquilas.

-Desde su experiencia como abogada y ex presidenta del OCAC, ¿es efectivamente el Metro de Santiago el principal medio de transporte donde las mujeres son víctimas de acoso sexual callejero?

No sé si es el principal. Diría que la sensación de seguridad en el Metro ha aumentado. Han ocurrido situaciones mucho más graves (en escala de violencia, digo) en aplicaciones cuando las mujeres viajan solas, y también en plena calle; ya tenemos el ejemplo del Barrio República: ni siquiera te tienes que meter al metro o tomar una micro para ser violentada, y en las aplicaciones de transporte se han dado casos súper graves de intentos de secuestro, abusos sexuales. Hay algunas que se han interesado un poco más en que las mujeres tengan mayor seguridad al momento de viajar, como implementando mejores canales de denuncia o la posibilidad de que conductoras escojan si quieren llevar mujeres u hombres (DiDi Mujeres). Esto te habla también de que el mundo empresarial, no por ser privado, tenemos que demonizarlo tanto, sino que tienen que ir a la par con una conciencia social y una conciencia de lo que viven las mismas usuarias; la responsabilidad social empresarial tiene que ir también orientada hacia los problemas de violencia de género.

–Orrego ha puesto de ejemplo a México, Japón y Malasia para defender su propuesta. ¿Esto se ajusta a la realidad de la mujer chilena?

Es bueno mirar las experiencias de otros países, pero es más importante mirar la realidad de los territorios nacionales, porque al final es una política pública que vas aplicar a mujeres que viven acá. Son mujeres que tienen las realidades del territorio que habitan. México tiene otros índices de violencia y se implementó esa medida, pero yo digo que es una medida parche, si consideramos la cantidad de habitantes que tiene México. Tener vagones separados también es una forma de no hacerse cargo de las aglomeraciones y de las violencias que se sufren durante las aglomeraciones también.

–La ministra Orellana ha manifestado su rechazo a esta propuesta. Aun así, continúa siendo impulsada. Como abogada y mujer feminista, ¿cuál es el diagnóstico que hace al respecto?

Es importante la labor que está haciendo la ministra de la Mujer con la transversalización del enfoque de género, lo que implica que en todos los ministerios se considere dicho enfoque al momento de desarrollar políticas públicas. En este sentido, parte de ese trabajo difícil que va a tener es golpear la mesa para ser escuchada. La tarea que está haciendo va en la línea de que el Ministerio de la Mujer sea escuchado por los demás ministerios, y creo que la línea tiene que estar clara ahí; y el Ministerio de Transportes y el Gobierno Regional tendrán que escuchar a la cartera que finalmente nos representa más, porque no se puede hacer una medida para las mujeres sin escuchar a las mujeres.

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