En los últimos años, México se ha convertido en el país latino más peligroso para ejercer el periodismo. Las cifras son alarmantes: en lo que va del 2010, diez periodistas han sido asesinados y 11 se encuentran secuestrados, todos víctimas del narcotráfico y de las nulas políticas de protección del gobierno mexicano.
Por Soledad Vargas*
Desde el año 2000 hasta la fecha, 67 periodistas mexicanos han sido asesinados. A causa del secuestro de cuatro periodistas el 26 de julio, el gremio decidió poner fin a un extenso periodo de silencio creando la organización “Los queremos vivos” —nacida gracias a redes sociales como Twitter y Facebook, donde el pueblo mexicano comenzó a manifestar su preocupación—, y llamando a la población civil a una marcha pacífica que se realizó el sábado 7 de agosto.
En la declaración —publicada en libertad-expresion.org.mx— señalaron: «Hasta ahora, los periodistas han transitado en silencio estos años de violencia, pero hoy decimos ¡basta! por la sociedad y por nosotros. Por el derecho de los ciudadanos a estar informados. Por el derecho de prensa y libertad de expresión. porque progresivamente se despliega en el país un velo de silencio tendido por el miedo, que más temprano que tarde afectará no sólo nuestra débil democracia, sino la convivencia y nuestros derechos: tu derecho a saber y mi derecho a informar”.
La manifestación fue un hecho inédito: se realizó en 16 estados mexicanos simultáneamente y participaron unos ochenta comunicadores, aparte de ciudadanos mexicanos. Dicho acto fue cubierto por diferentes medios como La Jornada de México y La Tercera en nuestro país.
La situación del periodismo en México cada día se torna más difícil, pues cada vez existe menos libertad para informar los crímenes del narcotráfico. Desde el 2008 a la fecha, cinco medios de comunicación han sufrido atentados. El último fue contra Noticias de El Sol de la Laguna, cuyas instalaciones fueron baleadas el 22 y el 25 de junio, en la ciudad de Torreón.
Tampoco se han buscado medidas de protección para los trabajadores. En el informe de Reporteros Sin Fronteras, el gobernador michoacano Leonel Godoy plantea que el problema es la falta de recursos. “Michoacán cuenta con 2.800 agentes de la Policía Estatal Preventiva, la PEP, y con 978 funcionarios de la Policía Ministerial (PM, policía judicial). Sólo podemos recurrir a cuatro de éstos últimos para una investigación. Y además sólo disponemos de 25 agentes especializados en asuntos de secuestros o tomas de rehenes en todo el territorio del Estado”. Ello ha facilitado el triunfo de la política del silencio.
En México la censura se vive de diferentes modos: desde amenazas, sobornos, represalias hasta el asesinato de los periodistas que cumplen con su labor de informar. Uno de los medios que se ha visto más afectado es la revista Zeta. Hace 6 años fue asesinado su director, Francisco Ortiz Franco. Anteriormente ya habían sufrido la perdida del codirector y cofundador del semanario, Héctor Félix Miranda. Pero la revista continúa y muchos hablan de una cruzada periodística «suicida».
Reacción internacional
El año 2009, el Comité para la Protección de los Periodistas señaló que México y Colombia están en la lista de los 12 países en que el ejercicio del periodismo resulta ser más peligroso, “países donde los periodistas son asesinados regularmente y los gobiernos no logran resolver los crímenes. La impunidad en asesinatos de periodistas también aumentó significativamente en Rusia y México, dos países con un largo historial de violencia arraigada, contra la prensa”.
El primer organismo en denunciar la precaria situación del periodismo en México fue el Centro Nacional de Comunicación Social a mediados de los años 70. Con el tiempo se han sumado otras organizaciones como Reporteros Sin Frontera y Article 19. Además, la comunidad internacional no está exenta de la situación de México. El Foro de Periodismo Argentino ha manifestado su apoyo, así como también la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano. El prestigioso centro de investigación CIPER publicó un reportaje sobre el diario vivir de los periodistas mexicanos, el riesgo y el miedo que acompañan la profesión y cómo el narcotráfico se ha apoderado de las calles y los medios.
En este momento resulta imperante una política de seguridad para los periodistas por parte del Estado mexicano, como una forma de hacer frente a las organizaciones de narcotraficantes que por medio de la violencia y el terror han logrado silenciar a un país, debilitando el sistema de medios, pilar de la democracia. Por lo mismo, entre el 9 y 24 de agosto se están realizando relatorías sobre libertad de expresión, dirigidas por la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con el fin de evaluar la situación que viven los periodistas y medios de información en México.
Así como México vive una situación compleja, el caso se repite en Colombia y Honduras. El caso de Medio Oriente y África es aun peor, como lo señala el Comité para la Protección de los Periodistas.