Un extenso reportaje en Chilevisión motiva a esta columnista para argumentar que la desproporcionalidad y la desprolijidad conspiran contra un producto informativo ponderado y eficiente.
Más allá de la polémica generada en las redes por el reportaje “a fondo” que Chilevisión Noticias emitió el lunes 25 de marzo sobre los trabajadores del edificio Costanera Center que consumen marihuana en su hora de almuerzo, es posible aportar al debate desde la mirada periodística de la construcción noticiosa de la nota.
Partamos de una base: sí, el hecho de fumar marihuana a plena luz del día durante el horario de colación de un trabajador es ilegal. Pero independiente de una postura moral frente al tema, lo esencial es que su consumo va en directo detrimento de la seguridad tanto del trabajador como de las personas que pueden verse afectadas por una negligencia provocada por los efectos de esta droga. Y por lo tanto supone una responsabilidad de la empresa frente a sus diferentes grupos de interés.
El hecho sí se constituye como uno de interés informativo. Sin embargo, el tratamiento de éste provoca que lo que podría suponer una nota de interés, quede reducida a burlas en contra de los periodistas, el canal y finalmente el periodismo.
“La duración del reportaje no se justifica ni por las imágenes entregadas, ni por las fuentes ni por el foco de la investigación”.
Como primer punto a analizar cabe preguntarse por la extensión del reportaje: ocho minutos de un noticiario de una hora y media aproximadamente. Sabemos que la extensión en televisión, sobre todo en un informativo, es demasiado valiosa; por ende, el minutaje debe justificarse desde principio a fin. En este caso, me parece que la duración no se justifica ni por las imágenes entregadas, ni por las fuentes ni por el foco de la investigación.
De esto último se desprende el segundo ítem a analizar: fuentes sin apellidos, una de ellas no da la cara. ¿Resguardo de identidad? Sí. Pero ¿por qué se justifica que a la joven que aparece de espaldas en la nota se le entregue ese tipo de secreto profesional periodístico? O ¿qué grado de relevancia tiene Óscar, el encargado del aseo del parque, para ser entrevistado, no mostrar su nombre completo o no otorgarle el secreto de fuente como a Victoria, quien también es testigo del hecho?
En tercer lugar volvemos a caer en la discusión sobre la labor del periodista. Éste debe cumplir un rol coadyuvante de la justicia y no ser el justiciero. El reportaje muestra cómo uno de los dos periodistas (un número de reporteros que no se justifica per se) se dirige al parque en donde los maestros de la construcción fuman marihuana y se dedica a escarbar –tal como un perro policial– en los restos de colillas que dejan tiradas en el pasto. Luego de eso, un perito del OS 7 realiza pruebas a las colillas para finalmente comprobar que se trata de cannabis.
Por último, la grabación de quienes están infringiendo la ley durante su hora de descanso –pero al fin y al cabo en jornada laboral y en espacio público–, en vez de convertirse en un medio de prueba de una situación irregular que los organismos encargados –más allá de una opinión de la Asociación Chilena de Seguridad– debieran fiscalizar, genera el efecto contrario por su falta de acuciosidad: que la audiencia tienda a proteger a quienes están siendo descubiertos en estas malas prácticas, en vez de alzar la voz para que las instituciones y las empresas empleadoras se hagan cargo de la situación denunciada.
Finalmente la falta de cuidado informativo impacta en una audiencia que cada vez más se ve expuesta a la ausencia de contenidos de calidad que le permitan (cumplir con el fin del periodismo) tomar decisiones, cotidianas o trascendentales, con todos los elementos sobre la mesa.