No bastan los blogueros, los ciudadanos empoderados con tecnología móvil o los periodistas independientes. Para Bollinger, experto en acción afirmativa y libertad de expresión, las grandes instituciones del periodismo son, más que nunca, fundamentales para la democracia.

Del archivo: Lee Bollinger en un foro el año 2008. | Foto: Be the Change, Inc., Flickr
Dado el perfil de los invitados que ha decidido llevar a la Universidad de Columbia, en Nueva York, Lee C. Bollinger, su presidente desde 2002, asoma como un provocador.
En septiembre de 2007 fue la visita de Mahmoud Ahmadineyad, presidente de Irán, a quien definió como un “pequeño y cruel dictador” antes de preguntarle: “¿Por qué es tan temeroso de que los ciudadanos iraníes expresen su opinión para tener un cambio?”.
El mismo mes, cuatro años después, Bollinger alabó los planes sociales del presidente ecuatoriano Rafael Correa, pero fustigó sus ataques contra los medios de su país, en especial la demanda que entabló contra los directivos de El Universo. “Temo que está equivocado”, replicó el mandatario, invitado al World Leaders Forum. “Quizás leyó los periódicos ecuatorianos”.
Bollinger, un experto en temas de acción afirmativa y de libertad de expresión (es catalogado como un “académico de la Primera Enmienda”, en alusión a una de las garantías de la Constitución estadounidense), visitó Chile para inaugurar un nuevo Global Center de Columbia, el séptimo que tienen fuera de Estados Unidos y el primero en América Latina.
Y en el auditorio de la Biblioteca Nicanor Parra, en la Universidad Diego Portales, Bollinger reflexionó, en línea con su última publicación, sobre los desafíos de la libertad de expresión y de prensa en una sociedad global cuyas fronteras comunicativas se disuelven mientras las legislaciones nacionales se mantienen.
“Tenemos que darnos cuenta de que hoy la censura en algún lugar equivale a censura en todos lados”, dijo Bollinger en la oportunidad. “Ustedes empezarán a pensar: ‘Mejor no digo esto porque puedo tener problemas en otro país’. Y eso es un nuevo fenómeno”.
LOS RIESGOS DE LA DEMOCRACIA
Bollinger afirma que Estados Unidos es la sociedad más protectora de la libertad de expresión y de prensa, más que “cualquier país en la historia”. Para sostener este axioma expuso una serie de ejemplos.
Uno de ellos es la anulación que la Corte Suprema de EE.UU. hizo, en 1971, de una sentencia contra Paul Cohen por “alteración del orden público” al ingresar a la Corte de Los Angeles con una chaqueta con la leyenda “Fuck the Draft”, en alusión al servicio militar obligatorio durante la guerra de Vietnam.
Bollinger resumió el razonamiento de la Corte para resguardar el derecho de poder utilizar esa expresión en público: “Una de las cosas de vivir en una sociedad abierta y democrática es que puedes ser ofendido. Eso es algo con lo que tendrás que vivir. ¿Y qué pasa con las personas que abogan por estas cosas terribles? Sí, es un riesgo. Sí, malas cosas pueden suceder. Pero eso es un riesgo que también debemos asumir en democracia”.
El segundo ejemplo es el caso New York Times contra Sullivan, origen de la doctrina de la “real malicia”, un estándar para determinar si un funcionario público puede ser indemnizado en caso de ser aludido en términos que “desprecien la verdad”.
“La Corte Suprema —recordó Bollinger— dijo que vivimos en una sociedad democrática autónoma y no podemos tolerar un mundo en el que el Gobierno pueda decir a los ciudadanos lo que pueden decir y lo que no pueden decir. Porque eso significa, incluso si es razonable, que las personas se sentirán intimidadas por las leyes y la persecución del Gobierno, y no participarán en el debate público y en la toma de decisiones. Y eso es inconsistente con los principios fundacionales, el compromiso fundacional del país de tener una sociedad democrática. Y, por lo tanto, las autoridades, las figuras públicas, tendrán que vivir con el hecho de que serán atacadas”.
¿Un postdata a Correa?
LIBERTAD DE EXPRESIÓN: NO ES UN PROBLEMA NACIONAL
Lee Bollinger dice que si los fallos de la Corte Suprema de Estados Unidos durante el siglo XX fueron un mensaje a los estados de la Unión —la libertad de expresión es un asunto nacional—, en nuestra era, con la globalización de las comunicación, el mensaje se amplía aún más.
“Tal como en el siglo XX, cuando EE.UU. “inventó” la libertad de expresión/libertad de prensa que hoy conocemos, ahora tenemos que hacer eso a escala global. ¿Cómo lo vamos a hacer? Será difícil, porque no hay una Corte Suprema internacional a la que podamos llevar nuestros casos”.
Su invitación fue a entrar en la discusión. Para él, el Sistema Interamericano de Derechos Humanos y la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, dirigida por Catalina Botero, son los más sólidos esfuerzos, a nivel regional, por fortalecer la libertad de expresión, y pueden servir de modelos para un sistema mayor.
Pero su conferencia no sólo intentó trazar los alcances y problemas de una posible institucionalidad jurídica que enfrente el problema de la comunicación global; en su exposición, Bollinger también brindó un golpe de aliento para los medios de comunicación, que, a su juicio, tienen un rol preponderante en la democracia.
“Mi creencia es que cada sociedad —y una sociedad global en particular— requiere una prensa profesional. No pueden ser sólo blogueros, no pueden ser periodistas individuales. El periodismo ciudadano es un idea muy bonita y está sucediendo algo grande, que la gente puede reportear cosas, y todos estamos fascinados por Twitter y fotos en los teléfonos móviles. Es maravilloso. Pero desde mi punto de vista no reemplaza a la persona que tiene una visión profesional para recolectar información, editarla y transmitirla al público del modo que lo hacen los periodistas. Y se necesitan instituciones para eso. No puedes decir “deshagámonos del New York Times” y tengamos a un conjunto de individuos que pueden tener estándares profesionales. Necesitamos instituciones grandes, que cubran hechos grandes”.