¿Qué tipo de defectos podrían eventualmente reconocer los candidatos en un foro público de esa naturaleza? ¿Qué defectos que sean realmente defectos, que incidan en el debate público y nos ayuden a elegir entre personas? ¿Egocentrismo? ¿Incapacidad de ponerse en el lugar del otro? ¿Falta de creatividad?
En el debate presidencial de Canal 13 la pauta editorial destinó una apreciable cantidad de tiempo a la carta del “defecto” de los candidatos. La idea, en teoría, era atractiva: ellos siempre explotan sus virtudes y señalan los defectos del otro. ¿Por qué no revertir eso, entonces? Daniel Matamala y Constanza Santa María se dedicaron con mucha energía a “hackear” la respuesta típica. La idea, señalaron, era proclamar defectos “reales” propios, y no virtudes disfrazadas (como “mi defecto es que soy muy perfeccionista”).
Pero si ya es difícil que un simple ciudadano “de a pie” esté dispuesto a hacer este singular ejercicio, qué montaña es intentar que un candidato presidencial se allane a tal requerimiento. ¿Por qué debería, en horario prime, con cobertura nacional, hacerse un harakiri y regalar al rival triunfos en bandejas de plata? El resultado de la pregunta fue el esperado: el reconocimiento de taras que en realidad eran virtudes. Frei hasta se negó a responder respecto de las bondades de sus adversarios.
Un argumento a favor de la pregunta sobre el defecto podría ser que ese tipo de cuestionamiento hace que los candidatos se muestren más cercanos a los electores. En ese sentido, la respuesta evasiva es una oportunidad perdida.
¿Pero qué tipo de defectos podrían eventualmente reconocer los candidatos en un foro público de esa naturaleza? ¿Qué defectos que sean realmente defectos, que incidan en el debate público y nos ayuden a elegir entre personas? ¿Egocentrismo? ¿Incapacidad de ponerse en el lugar del otro? ¿Falta de creatividad? ¿Desmedida ambición por el dinero? ¿Bajo nivel de razonamiento? ¿Impetuosidad? ¿Travestismo político? ¿Nula capacidad de emprendimiento económico? ¿Que toda la vida ha vivido bajo la sombra del Estado?
Estas son meras suposiciones, claro. Y siempre lo van a ser porque nunca, jamás, un candidato a cargo público va a reconocer algo así ante el país.
En rigor, esto me hace pensar en la cultura colaborativa que viene adosada con la cultura digital, y el paso de eso al mundo de la realpolitik. El experimento hubiera resultado, probablemente, si la discusión hubiese ocurrido en una wiki y los candidatos hubieran “colaborado” entre sí: todos nombran un defecto propio fuerte, significativo, que es contrarrestado con una virtud fuerte pronunciada por cada “enemigo”. Sin embargo, el experimento igual hubiera sumado cero.
Con todo, la pregunta queda lanzada. ¿Cuáles son los principales defectos de los candidatos? Es tarea de una prensa seria y sin compromisos responderlo. No podemos esperar que lo hagan los propios candidatos.