Rayen Hernández Coliqueo, 19 años. Estudiante universitaria, activista feminista interseccional y perteneciente al pueblo Mapuche.
Por Millaray Smith, Franco Arenas y Martina Fuentes
Recuerdo con temor e incertidumbre esos días de noviembre del 2021. La primera vuelta nos mostró un pueblo desunido y la desesperanza reinó en Chile. Que ganara Kast en la primera vuelta solo me hacía pensar en mis derechos como mujer y en que todos los avances como parte de un pueblo indígena habrían sido en vano.
Pienso en la angustia de esos días, la mía y la de mi familia. Las llamadas con voces preocupadas por lo que sucedía en La Araucanía y lo que les podría pasar. Y en ese momento tomamos acción como comunidad: no era momento de lamentarse, era momento de hacer un cambio. Utilizando mis redes sociales y todo lo que estaba a mi alcance para informar, comencé a promover la campaña de Gabriel Boric, quien era la luz que nos mostraba la única salida posible de un gobierno de extrema derecha que amenazaba los derechos de las minorías y promovía la desigualdad contra la que tanto hemos luchado.
Era la segunda vuelta, la definitiva, aquí se definía el futuro de Chile. Marqué mi voto, doblé el papel y con todas mis esperanzas lo eché en la urna, deseando que todos los esfuerzos hayan valido la pena.

Rayén Hernández
Al volver a mi casa no encendí la televisión, los nervios me carcomían por dentro. Creo que cuando eres mujer e integrante de un pueblo indígena como lo es el Pueblo Mapuche, que ha sufrido reprensión durante toda la historia, esto era algo de vida o muerte. Sí, así de fuerte lo sentí.
Ya pasados los días y con ellos la euforia comencé a interiorizarme más del gobierno electo. Tuve tiempo de reflexionar sobre lo que venía y el trabajo que todos los chilenos teníamos. La desaprobación aumentó, las personas comenzaron a criticar prematuramente al gobierno y sus decisiones sin darle tiempo de actuar. Gabriel Boric pasó de ser el presidente más votado de la historia de Chile a tener un descenso considerable.
La televisión comenzó a hacer estragos. Las noticias falsas inundaban las redes sociales y la gente comenzó a hacerse un mal concepto respecto al gobierno. El sabotaje por parte de la oposición fue evidente y sin censura, la historia se repetía.
Un día estaba navegando por twitter cuando me topé con una fotografía que comparaba los gabinetes de Patricio Aylwin, cuyo equipo estaba conformado en su totalidad por hombres, al lado una imagen del gabinete actual el cual está conformado por más mujeres y sentí la felicidad a flor de piel, vamos por buen camino. Me sentí representada por primera vez por un gobierno que prometía priorizar el dialogo por sobre la violencia y en el cual las minorías se verían representadas. Creo que este gobierno está abriendo las puertas a las nuevas generaciones para que tengan una mirada distinta de la sociedad, que sepan que las mujeres deben tener su espacio y reconocer su liderazgo en cuanto a la política.
Boric posee inteligencia emocional, algo de lo que carecían los gobiernos anteriores. Esto le permite cercanía con el pueblo y a pesar de su creciente desaprobación la gente aún tiene esperanza en él, sobre todo los jóvenes. Las expectativas siguen siendo positivas, si bien Boric no es lo más revolucionario del mundo, si nació de la revolución pingüina, sabe que los cambios se necesitan ahora.
Este mando apoya la libertad de expresión y eso habla de un gran cambio. Estamos frente a una democracia representativa que está a favor e impulsó la creación de una nueva Constitución que fue creada por representantes elegidos directamente por el pueblo. La nueva constitución habla de una plurinacionalidad donde se van a incluir a todos los pueblos-nación de Chile.
Actualmente se visibiliza mucho más la problemática de la Macro Zona Sur del país, la discriminación a la que están sometidos día a día, los comentarios de la gente, las amenazas por parte de Carabineros y la violencia ejercida por parte de las Fuerzas Armadas es algo que el pueblo mapuche vive hasta la actualidad. Como mapuche lo que se está viviendo con respecto al conflicto de la Araucanía es algo que me afecta directamente, los términos mal empleados para referirse a mis raíces comparando conceptos como el terrorismo con el pueblo. Cuando una periodista murió baleada por reportear e informar, con lo que se atacó la libertad de expresión, eso no se considera terrorismo. Estamos frente a un odio generalizado hacia los pueblos originarios. Si la gente entendiera la cosmovisión mapuche entendería la lucha latente hasta el día de hoy porque se le respete y no se les siga robando la tierra.
A pesar de la presión y exigencia para controlar este conflicto Boric se ha mantenido firme con respecto al dialogo. Asimismo, creo que se debe mantener con respecto a todos los puntos que defiende, que su principal objetivo debe seguir siendo escuchar las demandas del pueblo y crear un Chile más justo para todos. Aun se necesita tiempo, hay que esperar para ver reflejado los cambios. Es un proceso largo que podría tomar años. Si nos dejamos llevar por un mal comienzo, no tendremos un buen final.