Y de pronto, los blogs

Por Alfredo Sepúlveda

Por años los medios tradicionales, sobre todo los de papel, dieron vueltas a la manera en la que se insertarían en la web 2.0. La actitud en general de la industria fue percibir las posibilidades que brindaba internet como una amenaza, para luego iniciar una lenta etapa de adaptación.

Se pensaba que era una amenaza bajo el argumento de que Internet haría bajar el “valor” de una noticia a cero. Si no había que “pagar” por el diario en internet, ¿quién en su sano juicio iba a querer pagar por el diario en papel? La oscura realidad, sin embargo, era que las noticias hacía rato que costaban “cero”: progresivamente habían sido subvencionadas por los ingresos de publicidad. Es más, al mantener una “tarifa” por el diario de papel, en cierta manera eran los lectores quienes “compraban” el insólito privilegio de recibir una publicidad que, es cierto, en el cierre del círculo financiaba al contenido, pero al costo de muchas veces poner en jaque valores periodísticos como independencia y transparencia.

En Chile, a nivel de agenda pública, casi no nos hemos enterado, por ejemplo, de los problemas sindicales de las grandes tiendas. Y una industria como la farmacéutica tuvo que portarse muy, muy mal –al nivel de ser investigada por la autoridad y después confesar, al menos una de las cadenas–, para que ese mal comportamiento fuera noticia nacional, como debió haber sido desde el día uno. Grandes noticias que, de haber sido tratadas con independencia, habrían golpeado dos de las grandes fuentes de financiamiento que hacen posible que los diarios cuesten 400 pesos diarios y no dos mil.

Tal vez, más allá de los formatos y las promesas de independencia y autoempleo que brindan los blogs, esa sea la principal diferencia entre ellos y los medios tradicionales. Mientras en los segundos hay una manera de entender y realizar la industria, en los primeros no hay industria. Y por lo tanto tienen más libertad.

Pero por lo mismo tienen menos recursos. Un vistazo al ranking de blogs más visitados de Chile, que mantiene actualizado siempre el sitio orbitando.com, revela que ningún blog importante de Chile responde al formato de un medio tradicional (actualidad variada, opinión política, ¡reporteo!, influencia en la opinión pública o creación de la misma). Lo que no quiere decir que en sus acotados mundos estos blogs no sean importantes.

Mientras sean específicos, en Chile los blogs gozan de excelente salud. Allí están los ejemplos de FayerWayer (tecnología), ArchDaily o Plataforma Arquitectura; Zancada (“cosas de minas”); Me pongo de pie (fútbol); El Blog Verde (ecología); Alberto Montt (ilustrador) o Podcaster, que es una plataforma de podcasts chilenos.

Por eso es que la alianza entre blogs y medios es siempre un camino difícil. Los medios generalmente quieren sacar el máximo provecho de los blogs: formar comunidades, recibir retroalimentación, mostrar transparencia; pero no pueden realmente transformarse en blogs porque su esquema de negocios, como está hoy, se muere.

No obstante lo anterior, en Chile tenemos hoy interesantes intentos de adaptar el formato a las variantes electrónicas de los medios tradicionales.

El Mercurio, por ejemplo, tiene una suerte de “sección” electrónica en la que acumula todo aquello de su edición impresa que, según el criterio editorial, pueda recibir comentarios, y mientras más, mejor. De partida emplean a todos sus columnistas o editorialistas y abren la posibilidad de que reciban comentarios, que muchas veces se transforman en una radiografía del país tanto o más reveladora que la opinión misma. También, en determinadas circunstancias, publican noticias o reportajes, también sometidas al escrutinio del público. El contenido, eso sí, es el mismo que el de la edición impresa del diario: lo único propiamente web 2.0 que hay aquí –que no es poco– es la posibilidad de dejar comentarios: moderados, desde luego, aunque quién sabe con qué eficacia desde el momento en que algunas columnas reciben sobre los dos mil comentarios.

¿Cambiar para que nadie cambie? Sí y no. Es cierto que El Mercurio no hace lo que en algunos momentos han hecho otros diarios, como por ejemplo, albergar bajo su égida puntocom a blogs de ciudadanos cualesquiera. Pero el hecho de abrirse a que el público comente –muchas veces con gran virulencia– a los columnistas y editorialistas, no es algo como para descartar simplemente por no estar de acuerdo a la teoría –si es que la hay– de lo que debe ser un blog.

Me parece, eso sí, un poco más arriesgado lo que La Tercera está haciendo con sus blogs: básicamente lo mismo que El Mercurio con sus columnistas y firmas que funcionan en papel, pero además ha hecho una labor de captar firmas que funcionan exclusivamente en los blogs albergados bajo La Tercera puntocom, y no en el papel. Aunque no es una apertura total a cualquier ciudadano que disponga de una conexión a Internet, hay aquí una estrategia de irrumpir en la blogósfera con opiniones que no están propiamente en el diario de papel, pero sí en la web: y tratarlas a ambas igual.

Más reciente es la incursión del nuevo Teletrece en el formato blog. Los conductores Carolina Urrejola, Soledad Onetto e Iván Valenzuela tienen blogs en los que dan a conocer su opinión sobre las noticias que presentan… u otras opiniones. También las dan a conocer –algo– en cámara, pero en el blog tienen oportunidad de precisar y dar más argumentos. Esto es nuevo e insólito. En los diarios es una vieja costumbre el “poseer opinión”. En la tele este papel no ha estado reservado a los presentadores, en teoría neutros introductores de segmentos audiovisuales. Si bien estos son blogs en el sentido en el que El Mercurio emplea la palabra, hay también una ganancia para el programa porque abre la posibilidad de que el público comente. No lo hace mucho (20, 25 comentarios como máximo), pero el proyecto recién empieza. Es muy pronto para saber cómo terminará todo esto; pero por lo pronto sería bueno recordarles que los blogs realmente exitosos en términos de audiencia actualizan varias veces al día sus contenidos. Si no, pregúntenle a FayerWayer.

*Director COMUNICAR. Profesor Escuela de Periodismo UAH.