Vocales vs. Servel: Cómo y por qué me sumé a la demanda colectiva por malas condiciones en las elecciones de octubre

Lo masivo de las elecciones regionales y municipales de octubre provocó que quienes fuimos vocales en este proceso nos expusiéramos a jornadas de deber cívico excesivamente prolongadas, en precarias condiciones, pasando hambre, calor, sed y en muchos casos, casi sin posibilidad de ir al baño. Puede sonar a queja, pero fue realmente un problema en muchos puntos del país. Terminamos el lunes 28 de madrugada, cansados y sin transporte que nos llevara a casa, para después tener que ir a estudiar o trabajar como si nada. La coordinación del Servel no consideró el esfuerzo que más de 200 mil personas hicimos para hacer funcionar el proceso democrático, lo que derivó en que seamos miles los que ahora nos organizamos para presentar una demanda colectiva reparatoria. ¿Cómo y por qué me sumé a esta iniciativa y qué es lo que pretende obtener?

Por Martina Fuentes


 

Las elecciones regionales y municipales del pasado 26 y 27 de octubre tenían algo que las hacía distintas de cualquier otra: desde que existe la inscripción automática, fueron las primeras con voto obligatorio y con cargos de elección popular para cuatro puestos distintos (gobernadores y consejeros regionales, por un lado; alcaldes y concejales, por el otro). Cuatro papeletas, casi 20.000 candidaturas a lo largo del país, más de 13 millones de personas votando en más de 40.000 mesas. Algo así como unas mega-elecciones, las de “la participación más grande en la historia electoral del país”, diría después el presidente del Consejo Directivo del Servicio Electoral (Servel), Andrés Tagle. Por eso se decidió que se desarrollarían en dos días, y no sólo en uno, como la mayoría de las veces. Y fue justo esta vez la primera que me tocó ser vocal de mesa.

Spoiler: no fue una buena experiencia para mí ni lo fue para otros miles de personas que tuvieron que cumplir obligadas su deber cívico.

Ha pasado poco más de semana y media de eso y las versiones de lo que tuvimos que aguantar han salido ya por distintas plataformas y en diversas voces. La actriz y ex integrante de Mekano, Carla Jara, por ejemplo, lo denunció en su cuenta de Instagram mientras aún estaba en el conteo de votos: “Empezó como una buena aventura y termina siendo la peor experiencia!”, escribió. La comediante Pamela Leiva, también se descargó en sus redes sociales. Definió el proceso como algo “inhumano”. Y a ellas se han ido sumando cientos –sino miles– de relatos negativos de lo que fueron las precarias condiciones que experimentamos durante las dos jornadas de votación. Algunos, como lo indicaron en una nota que publicó 24Horas, consideraron incluso que fue “un trabajo esclavizante”.

Cuando supe que sería vocal, fue para el segundo llamado, y ya no tenía tiempo para excusarme. Igual, siempre quise ser vocal y vivir la experiencia, cumplir mi deber ciudadano y ser parte activa de un proceso democrático, así que lo hice inocentemente. Pero no tenía idea de todo lo que iba a conllevar ser vocal en estas elecciones. No sabía que tendría que trabajar durante jornadas de 15 horas seguidas o más sin agua ni comida, ni posibilidad de ir al baño. Tampoco tenía conocimiento de a qué hora regresaría a mi casa ni como lo haría y, por supuesto, Servel tampoco. No mostraron ni una pizca de consideración al tener a los más de 200 mil vocales trabajando sábado, domingo y parte de la madrugada del lunes por apenas $56 mil.

En los días siguientes, frente a las masivas denuncias de “abusos y tratos indignantes”, como los catalogó una publicación del diario El Día, comenzó a correrse la voz de una demanda colectiva contra el Servel. Fue así que llegué a la cuenta de Instagram con el usuario de @demandaservelchile, que actualmente ya tiene 11.700 seguidores. ¿Cómo y por qué fue que me sumé a esta iniciativa y qué es lo que buscamos conseguir? Te lo cuento en esta crónica.

Imagen de vocales de mesa retocada por IA

La experiencia del vocal, paso a paso

Día 1, sábado 26:

Llegué al colegio donde me tocó, el Liceo Politécnico B-79 Pedro González Pacheco, de Quinta Normal, a primera hora del sábado 26 de octubre, a eso de las 7:30. Yo no había podido ir a la capacitación del día anterior, pero mis compañeros vocales me dijeron que, la verdad, no había servido de nada y había sido una total pérdida de tiempo: que lo único que les dijeron fue que debíamos leer la cartilla con las instrucciones y ver un par de videos institucionales preparados por el Servel.

Todos en mi mesa éramos primerizos, llenando una serie de papeles. Tres veces tuvimos que rellenar los mismos formularios, tanto al comienzo de la jornada como al cierre. No sé cómo, pero lo sacamos adelante. La gente fue a votar y nos organizamos de tal forma que todo se dio normal. La mesa cerró alrededor de las 18:00. Llegué a mi casa tipo 19:30, una hora prudente dentro de todo lo que se venía.

 

Día 2, domingo 27:

Como de costumbre, no sentí la “hermosa” melodía que me despierta a diario. Me quedé dormida. La jornada del día anterior me dejó muy cansada. Cuando desperté de un salto y vi la hora, eran las 7:30 am. Ya, era tarde, pero tampoco tanto. Me levanté, me preparé y salí apurada, pero con calma.

A las 9:00 llegué al local de votación. Entre risas me recibieron mis compañeros vocales en la mesa, aún nadie había ido a votar.

Para las 12:30 apenas un par de personas habían emitido su voto. El día estaba lento y pesado. El calor era insoportable pero, por lo menos, nos tocó dentro de una sala de clases y era algo más fresco. A muchas otras personas les tocó lo mismo, pero a pleno sol.

Ya a las 14:30 estábamos todos muertos de hambre y no había un horario establecido de almuerzo, solo una vaga indicación de “tienen media hora cada uno para comer, ahí ven cómo se turnan”. Y ahí también tuvimos que ver qué comer, porque ni siquiera una fruta o una botella de agua nos dieron desde el Servel. Tocó gastar plata propia para comprar algo y comer en los pocos minutos que tuvimos disponibles.

Dos horas después llevábamos, con suerte, 30 nuevos votos emitidos en nuestra mesa. La jornada seguía pasando lentísima y parecía que no vendría mucha más gente, que la mayoría se había preocupado de venir el primer día, algunos para cumplir su responsabilidad, otros para sacarse el cacho rápido.

18:00 horas. La mesa estaba recién cerrada, comenzó el conteo de votos. A esa hora –ni a ninguna otra–, ni un vaso de agua por parte del Servel, ni siquiera para quienes estuvieron expuestos a todo el sol, lo cual es simplemente nefasto e insólito. Mucho menos una ración de alimento a sus “trabajadores”, ni siquiera una colación fría. La idea de agarrar mis cosas e irme se hacía cada vez más presente, en especial cuando ya había partido el conteo de esas enormes papeletas con decenas de candidatos cada una. Pero cuando lo comentaba, me decían de inmediato una frase que me bajaba a tierra: “si te vas, te pueden llevar detenida”. Pffff para rematar!!

La peor parte fue, precisamente, en el conteo de votos: una infinidad de papeles por leer, por firmar, por rellenar, y si no cuadraban las cajas, a comenzar todo el recuento una vez más. Y así pasaron las horas, bajó la noche y el reloj siguió andando mientras ahí estábamos, cumpliendo nuestro deber, cansados, con hambre, sedientos.

Imagen de papeletas desplegadas sobre la mesa durante el proceso de conteo de votos.

 

Día 3, madrugada del lunes 28:

Y así fue como también cambió de fecha, y ahí seguíamos, los cinco vocales en mi mesa contando votos, al igual que la gran mayoría de los cerca de 20 mil que a esa hora, pasada la medianoche, estaban en lo mismo desde Arica a Punta Arenas.

2:20 am. Esa era la hora en el reloj cuando terminamos. Avisamos a los jefes de local y, luego de hacer una extensa fila, revisaron todas las cajas, las mismas que te hacen sellar por todas partes para luego volverlas a abrir.

Ya todo había terminado, después de más de 15 horas sin pausa. Cuando creía que al fin podría llegar a mi casa a descansar, al igual que la mayoría de los vocales que a esa hora todavía estábamos ahí, abrí la app de Uber. Nada. No había vehículos por el sector. ¡Claro, cómo no lo pensé antes! A esa hora es imposible pillar un auto. Y por supuesto, a Servel tampoco le importaba nuestra vuelta a casa, ya que no facilitaron ningún tipo de traslado especial para los vocales, dejándonos a la deriva.

Recién llegué a mi hogar a las 3:40 am del lunes 28 de octubre. Y pocas horas después, tenía que estar en clases. Algunos de mis compañeros de mesa tenían que trabajar. Por supuesto, el Servel tampoco pensó en esto y no hubo una especie de permiso o justificación oficial para ninguno de nosotros.

 

Vocales unidos

Para  Franco Vásquez, el abogado representante de la Región Metropolitana en este proceso de la demanda colectiva, lo sucedido fue una clara “vulneración de los derechos humanos”, según dijo en entrevista a Meganoticias.

“Nosotros como equipo jurídico estamos evaluando las acciones indemnizatorias. Queremos seguir participando en la democracia, pero en condiciones dignas y humanas”, señaló, luego de explicar que hubo casos en que ni baño tenían los vocales, o que incluso hubo establecimientos donde tampoco había siquiera agua potable.

En la cuenta de Instagram que crearon para convocar a los y las vocales que se quieran hacer parte de la demanda colectiva, la descripción es simple y directa: “Vocales de mesa unidos por un trato digno!”. Es un grupo abierto al cual se puede plegar cualquier usuario de la red social, y donde se encuentra un enlace a un canal de difusión masivo vía Whatsapp, que a la fecha de publicación de este artículo ya tiene más de 7.400 miembros. Allí se pueden encontrar todos los links a los grupos específicos de coordinación para cada región del país. En el grupo principal también hay dos enlaces que llevan directamente al portal de denuncias del Servel y a un formulario para dejar los testimonios y experiencias siendo vocal.

Las principales exigencias son el pago de un día extra por el trabajo realizado la madrugada del lunes, un trato más digno para todos aquellos ciudadanos que sean llamados como vocales y mejoras dentro de los próximos procesos.

Frente a las quejas, el Servel intentó adelantarse y el martes 29 de octubre solicitó al Ejecutivo la tramitación de un proyecto de ley exprés para entregar un bono extraordinario de 1 UF ($38.000, aproximadamente) para quienes ejercieron como vocales en la doble jornada electoral de octubre. Pero la respuesta fue negativa. “No tenemos espacio para seguir agregando recursos”, dijo el ministro de Hacienda, Mario Marcel.

Para este próximo viernes 8 de noviembre, se hizo un llamado a todos quienes fueron vocales a una marcha autoconvocada por los dirigentes de esta demanda, a las 18:00, en distintas locaciones según la región. En el Biobío, por ejemplo, se reunirán frente a los tribunales de justicia; en Santiago lo haremos frente a la Torre Entel, en Metro Moneda. La idea es presionar para que en la segunda vuelta de gobernadores regionales del 24 de noviembre –en la que tendremos que repetirnos la experiencia los vocales de 11 regiones del país, aunque esta vez en una única elección binaria–,el Servel sea capaz de por lo menos ofrecer un trato más digno para cumplir de mejor manera con nuestro deber cívico. Mal que mal, no tendremos oportunidad de excusarnos y allí tendremos que estar una vez más.



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