Raquel Correa, la independencia como valor

La presidenta de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) reflexiona sobre la autonomía que reflejó la periodista durante su carrera profesional. “No concebía que un (a) periodista vendiera su nombre a precios millonarios a los grandes consorcios, empresas del retail o a la banca”, escribe.

Foto: Universidad Católica

Practicó desde siempre la independencia en el ejercicio del periodismo. Fue transparente en dar a conocer su posición política, aunque no militó nunca en un partido, decía “soy demócrata y cristiana”.

Confidenció que el 11 de septiembre del 73 “lloró por la democracia”, por lo mismo combatió y padeció la censura durante los años de la dictadura.

Pero quizá lo más interesante fue su actual postura respecto de la autonomía y la libertad en la práctica informativa. No concebía que un (a) periodista vendiera su nombre a precios millonarios a los grandes consorcios, empresas del retail o a la banca. La independencia respecto de las marcas es lo que reivindicó en su ejercicio docente en la Universidad Católica y en las últimas apariciones públicas.

Esa tensión ética de la que nadie habla hoy, porque se ha naturalizado ser “periodista rostro”, sin que nadie se pregunte como un(a) conductor(a) de radio o TV puede guardar la distancia suficiente con los poderes económicos y sus redes de influencia en los medios, si es la principal cara visible de determinada marca.

“Con la muerte de Raquel Correa se va un estilo de periodismo que en la actual sociedad hiper concentrada es muy difícil encontrar”.

Esta forma de coaptación de la crítica respecto del poder económico, que hoy está fundido con el poder mediático, es una de las principales barreras para el ejercicio libre del periodismo, es una forma encubierta y brutal de censura. Es también uno de los principales impedimentos para romper con la uniformidad informativa y con el despliegue de diversidad y pluralismo que tanta falta le hace a los medios de comunicación en Chile.

Quizá la resolución a esta crisis ética, que la propia vida de Raquel Correa evidencia, sea saltar adelante y arriesgarse con la creación de medios fundados en principios férreos de independencia y excelencia periodística, menos glamurosos y más libres. Esperemos que la brillante generación de estudiantes 2011 inspire también honestidad, transparencia y calidad en el futuro del periodismo.

En este reto toda la sociedad está involucrada, constituye un punto de agenda no abarcado hasta ahora, en el que tienen lugar no sólo los comunicadores, sino también el campo de la política, las universidades y especialmente la sociedad civil. Las nuevas tecnologías son un camino, siempre y cuando hayamos aprendido las lecciones que nos ha dejado la era analógica y la de las consecuencias que trae la incorporación del poder financiero concentrado al sistema de medios de comunicación.

Con la muerte de Raquel Correa se va un estilo de periodismo que en la actual sociedad hiper concentrada es muy difícil encontrar.