Los espacios brindados por universidades para propiciar la salud mental y el desarrollo psicosocial de los estudiantes

El retorno a la presencialidad durante este primer semestre de 2022 dejó en evidencia una profunda crisis en cuanto a la salud mental de estudiantes en la educación superior, explicada –al menos en parte– por el deterioro que hubo en el ámbito psicosocial durante el periodo de encierro por la pandemia. Para hacer frente a aquello es que diferentes universidades e institutos profesionales han implementado una oferta de cursos y talleres que, más allá de la formación estrictamente académica y disciplinar, tiene por finalidad brindar espacios de contención, desarrollo y expresión al estudiantado dentro de las aulas de aprendizaje. Desde la enseñanza de técnicas para el manejo del estrés hasta cursos de rap y freestyle. En este reportaje, Puroperiodismo expone cómo se han desarrollado algunos de estos espacios en instituciones de nivel superior de las regiones Metropolitana y de Valparaíso.

Por Victoria Cuevas y Sebastián Escares 


 

Es marzo de 2022 y en la sala de clases hay cerca de 50 alumnos y alumnas sentadas en sus puestos. Es una de las primeras clases presenciales después de dos años de aprendizaje online, y todos, con mascarillas en sus rostros, escuchan atentamente los conceptos y metodologías de escritura que dos profesores les enseñan con diapositivas. Es un curso mixto, con estudiantes de diferentes carreras que, tras la invitación de los docentes, se paran de sus asientos para dirigirse en grupo a la azotea del edificio de la Facultad de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).

Llegó el momento de aplicar lo aprendido. Y entonces comienzan a sonar los beatbox y las primeras rimas de la jornada, a la par de las improvisaciones de rap con las primeras técnicas que los y las estudiantes aprendieron durante la clase, gracias a las herramientas que los profesores les entregaron en la primera hora teórica.

Así partió la primera clase de rap y freestyle impartida por una universidad en Chile, a cargo de los profesores Alejandro Gutiérrez (periodista) y Sebastián Mendoza (psicólogo).

Mendoza y Gutiérrez son además dos reconocidas figuras del freestyle porteño y pioneros en las competencias de ese estilo en Chile. En ese submundo, al primero se le conoce como MC Samo; al segundo, como Soldiar. Mendoza explica que “todo se dio cuando Álvaro comenzó a averiguar y nos contactó a mí y a Soldiar para hacer un proyecto de freestyle con él en la universidad. Ahí él tuvo que proponerlo para que los directores lo aprobaran, la verdad es que fue todo un desafío de su parte”.

Actualmente, las clases cuentan con cerca de 50 alumnos inscritos. En cuanto al método utilizado por los docentes, éste se basa en dos horas universitarias, es decir: una clase de una hora y veinte minutos que es netamente teórica y otra que es práctica, en la que los estudiantes aplican lo aprendido haciendo rap y freestyle.

Alumnos participando en el “Taller de Rap y Freestyle”, en la azotea de la Facultad de Ingeniería de la PUCV.

Para Mendoza, la finalidad del curso “es desarrollar habilidades socioemocionales y psicosociales, además del respeto, la escucha activa y la creatividad. También fomentar y estimular todas las habilidades blandas que de repente la pandemia nos quitó un poco”.

Ignacio Vásquez (21), alumno de psicología de la PUCV, es uno de los estudiantes que forman parte del taller y, si bien ya tenía algo de experiencia con el rap y el freestyle, nunca había participado de alguna clase al respecto. “Sabía hacer freestyle y escribir, así que no iba a pagarle a alguien para enseñarme cosas que ya sabía, pero ahora, con el ramo es súper distinto. Una, que es gratis; y otra, que me están explicando cosas sobre la escritura del freestyle que yo no conocía”, dice.

Para Ignacio hacer rap dentro de la universidad no sólo le ha significado nuevos aprendizajes, sino que también se ha convertido en un espacio para su bienestar.

“Para mi salud mental, el taller es el único ramo en el que uno no se estresa y la puede pasar bien. Es un desestrés tremendo. No sé si me explico, porque si bien uno estudia lo que le gusta –a mí me encanta mi carrera–, también es demasiado lo que uno tiene que estudiar, y que llegue el lunes la clase de freestyle y tener que ir a rapear un rato, es algo que no se compara con nada”, señala.

El taller implementado por los MC’s porteños, aunque innovador, es sólo uno dentro de la oferta de espacios que diversas universidades e institutos profesionales han generado durante este primer semestre de 2022 para hacer frente al deterioro que hay en la salud mental de los y las estudiantes de la educación superior, el cual que se vio aún más profundizado durante el periodo de encierro de la pandemia.

El deterioro de la salud mental universitaria en pandemia

La etapa de estudios superiores es quizás una de las más importantes y complejas de llevar a cabo, debido a las exigencias y rigores propios de la formación académica y las responsabilidades externas de la vida cotidiana adulta. Cada estudiante tiene un contexto social, económico, cultural y psicoemocional diferente, y dentro de las instituciones educativas, en general, no existe una noción detallada de cada uno de éstos. Lo que sí quedó en evidencia con el retorno a la presencialidad fue que, tras dos años de encierro y distancia física producto de la pandemia por Covid-19, el ya deteriorado estado de la salud mental se vio agravado en un gran porcentaje de los alumnos y alumnas de la enseñanza superior. Diversos estudios han dado cuenta de ello.

La Primera Encuesta Nacional de Salud Universitaria, realizada en 2019 a cientos de alumnos y alumnas de diversas universidades a lo largo del país, reveló que el 44% de los estudiantes acudió o está asistiendo a terapia psicológica; 46% tiene síntomas depresivos; 46% muestra ansiedad; 54% estrés; 30% tiene los tres problemas a la vez y un 5% tenía pensamientos suicidas.

La situación se hizo incluso más compleja con las cuarentenas. La iniciativa Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay) realizó en 2020 una encuesta online a 2.411 estudiantes universitarios mayores de 18 años y que cursaban su primer año en la Universidad de Chile. El estudio señala que “los síntomas ansiosos y depresivos que presentan los estudiantes no comienzan en la etapa de educación superior, sino que entre los 14 y 15 años. Asimismo, 22% de los hombres y 27% de las mujeres declaró haber recibido tratamiento en salud mental durante el último año, pero más de la mitad interrumpió su tratamiento durante la pandemia”.

“Estos hallazgos sugieren que los efectos adversos de la pandemia podrían estar impactando en mayor medida la salud mental del grupo de jóvenes universitarios que a la población general. Antecedentes de problemas de salud mental previos, el hecho de vivir en condiciones de hacinamiento en el hogar y el cierre de las instituciones de educación superior son algunos de los factores que podrían estar afectando la salud mental de los universitarios. Asimismo, distintos estudios han sugerido que los jóvenes pueden verse especialmente afectados por la privación de contacto social durante la pandemia, ya que se encuentran en un periodo caracterizado por una mayor necesidad de socialización”, concluye el estudio.

No es un fenómeno estrictamente local, sino que se extiende también a otros países. Otro estudio, contestado por más de 7.000 estudiantes, en un intervalo etario de 16 a 85 años, realizado por la Pontificia Universidad Católica del Perú, la Universidad de Lima y la Universidad del Pacífico titulado “Salud mental en universitarios del Consorcio de Universidades durante la pandemia”, indica que el 40% de los universitarios de ese país se vio afectado en su rendimiento académico durante la pandemia; 51% mostró un descenso en su capacidad de enfrentar las responsabilidades académicas; más del 30% muestra síntomas severos y extremadamente severos de estrés, ansiedad y depresión; y que no más del 22% ha obtenido asistencia psicológica.

Efectos del confinamiento por Covid-19 en la salud mental de estudiantes de educación superior” es otro artículo de investigación, proporcionado por varios expertos en el área de la salud, que respalda el argumento del decaimiento de la salud psicológica de los estudiantes universitarios. Allí se señala que el 28% de los 616 jóvenes encuestados entre 18 y 25 años presenta una prevalencia de sintomatología depresiva; las mujeres, en comparación a los hombres, presentan mayor prevalencia de éste síndrome; 24,4% con sintomatología ansiosa.

Los distintos trabajos investigativos abordados logran evidenciar el impacto psicológico y psicosocial que ha provocado la pandemia entre los y las alumnas de los diversos institutos educativos de enseñanza superior. En términos generales: la ansiedad, el estrés y la depresión, son los principales problemas con los que conviven los y las estudiantes. De ahí que las instituciones de educación superior hayan buscado alternativas para hacerse cargo del problema y, desde el mismo trabajo en las aulas, generar instancias para reducir estas cifras y así mejorar la calidad de la salud mental de su alumnado.

(FOTO: iStock/Antonio Guillem)

Más cursos y talleres

La Universidad de Chile –al igual que muchas otras universidades públicas y privadas–, viene implementando desde hace varios años mediante sus Cursos de Formación General (CFG) herramientas para el desarrollo integral de sus estudiantes. Cristina Márquez, asesora educativa de formación general en la Unidad de Docencia de esa casa de estudios, explica que “los cursos de formación general, de manera transversal, buscan sobre todo facilitar la interacción y la creación de comunidad universitaria en estudiantes y también entre docentes que proceden de distintas facultades, que normalmente no tienen espacios dentro del currículum para trabajar, encontrarse, colaborar y aprender con estudiantes y docentes de otras áreas”.

Existe una gran variedad de CFG en la Universidad de Chile, que van desde áreas temáticas como derechos humanos o cambio climático, hasta cursos que se centran en el desarrollo del bienestar estudiantil, como manejo del estrés académico o formación de agentes comunitarios de salud mental en contexto universitario.

Éste último “se enfoca en construir capacidades comunitarias en torno a los trabajos comunitarios. Se trabaja en la parte de analizar casos y desarrollar proyectos, relacionados con trabajo comunitario de estudiantes que participan en sus propios territorios”, explica Márquez.

La académica asegura que quienes forman parte de los cursos se ven gratificados por estos espacios que otorga la universidad, según los comentarios positivos que recibe sobre la implementación de éstos. “La retroalimentación que tenemos, tanto de estudiantes como de docentes, es que efectivamente los cursos aportan a una apertura hacia nuevas áreas, aportan al desarrollo de una formación integral del estudiantado y aportan también espacios que a veces no son fáciles de lograr dentro de los currículums que dan las mallas de las carreras”.

Otro caso es el de la nueva sede de Inacap en La Granja, donde al igual que en la PUCV, se comenzaron a dictar clases de rap y freestyle para los estudiantes. En esta instancia, las clases son impartidas por Martín García (más conocido como Acertijo) y Daniel Horta, ambos sociólogos y reconocidos exponentes del rap nacional.

“Junto con Daniel Horta –cuenta García– teníamos la idea de generar un curso para las universidades, que fuera complementario a los desarrollos académicos principales de las mallas curriculares, ocupando al freestyle como herramienta metodológica”.

Martín García (Acertijo) y Daniel Horta junto a sus alumnos en el taller que imparten en Inacap La Granja.

La idea inicial se materializó cuando, mediante LinkedIn y otras redes sociales, la dupla se puso en contacto con la directora de Asuntos Estudiantiles de la nueva sede del instituto profesional en La Granja. “Ella estaba con la idea de hacer talleres extraprogramáticos para los alumnos, para fortalecerlos y desarrollarlos de manera integral. Nos pusimos en contacto y obviamente le gustó la idea porque era lo que ella estaba buscando, así que comenzamos a realizarlo”, dice García, quien se consagró campeón en la competencia de freestyle Red Bull Batalla Nacional Chile 2020.

La finalidad de impartir este curso es desarrollar una serie de herramientas que van más allá de lo académico: originar espacios para que estudiantes puedan expresarse, desarrollarse, aprender y trabajar en conjunto con un equipo docente de profesionales que contribuyen en mejorar su salud mental y su desarrollo psicosocial.

“Creemos que el freestyle pone en práctica un montón de habilidades académicas, pero por sobre todo, entrega herramientas que favorecen al desarrollo integral de la persona, es decir: la musicalidad, teatralidad, oratoria, expresión corporal, entre otras más, que son muy útiles para el desarrollo de la persona a lo largo de su vida académica como también laboral”, señala García.

Daniel Cruz (19), estudiante de ingeniería en automatización y robótica, es uno de los estudiantes que están cursando esta clase de freestyle. Según comenta, nunca antes lo había practicado, pero en lo poco que lleva ya ha notado progresos. “Me ha ayudado bastante en la manera de desenvolverme en público o hablando de algún tema en particular con profesores. Por otro lado, me ha servido mucho para la confianza. Antes del taller era una persona a la que le costaba mucho hablar con personas que no conocía, ahora me desenvuelvo mejor en un ambiente que antes no era del todo cómodo para mí”, cuenta.