Documentalista de Roberto Bolaño a 19 años de su muerte: “Bolaño sigue y seguirá siendo un escritor marginal en Chile, a pesar del enorme espacio que ha ocupado en la esfera internacional”

Compleja, densa y exhaustiva, así es la literatura del chileno Roberto Bolaño, uno de los escritores de habla hispana más representativos de fines del siglo XX, que con sus personajes e historias cargadas de fuerza logró cautivar, en especial, a toda una juventud. Este viernes 15 de julio se cumplen 19 años de su muerte en Barcelona. Puroperiodismo se adentra en esta efeméride mediante esta entrevista desde España con el documentalista y cineasta Ricardo House, quien, con un trabajo previo de más de diez años, documentó la vida de Bolaño en una serie de tres largometrajes que tituló “Roberto Bolaño, La Batalla Futura”.


Un lejano 18 de junio de 2011, en una plaza en la ciudad española de Gerona (Cataluña), se lleva a cabo una celebración. El acto corresponde a una cálida y grata formalidad, elaborada entre amigos y autoridades locales que, como menciona uno de ellos ante el micrófono, se han reunido para anunciar que una de las calles aledañas llevará el nombre de un escritor. El hombre que habla es Ignacio Echeverría, crítico literario y amigo de ese escritor: “(A él) le gustaría que por aquí hubieran cines, que hubieran casas, que hubieran sobre todo bares, y que los niños, los jóvenes y los adultos vieran su dirección (…), y que nadie supiera quién coño es Roberto Bolaño”.

El fragmento corresponde a uno de los momentos registrados en “Roberto Bolaño, La Batalla Futura” (2016), el documental realizado en tres partes por Ricardo House, el cual ofrece una aproximación a la vida del novelista y poeta chileno que falleció en Barcelona el 15 de julio de 2003 y que es considerado una de las plumas hispanoamericanas más importantes de fines del siglo pasado y comienzos del XXI.

El retrato responde a un trabajo de recopilación de archivos que les tomó a sus realizadores –House junto a la periodista argentina Mónica Maristain– más de 10 años, y que resultó en un largometraje dividido en tres piezas documentales: La Batalla Futura I, II, y III. Esta última entrega, estrenada en 2017, ofrece un acercamiento al escritor como nunca se había visto antes: su infancia en Valparaíso y Quilpué, su complicada relación con Chile, los lazos que fue forjando con Nicanor Parra y Pedro Lemebel, y más.

Puroperiodismo conversó con el documentalista chileno sobre la figura de Roberto Bolaño, una que, a 19 años de su muerte, se ha mitificado con el tiempo.

Ricardo House, documentalista y cineasta (FOTO: Cope.es)

Una historia dual y atractiva

Ambos artistas, a quienes les separa un año de edad (House es el mayor), jamás se conocieron en persona. Coincidieron en algunos eventos de juventud cuando ambos vivían en México, sí, pues frecuentaban los mismos circuitos, pero así como conocerse, eso no ocurrió.

“Mi relación con Bolaño es distante y cercana a la vez. Si bien coincidimos siendo muy jóvenes en algunas tertulias que ocurrían en casa de Poli Délano en México, cuando Bolaño no era Bolaño y yo no era yo, correspondimos a una misma generación en el tiempo. La cronología nos acerca, pero nuestros mundos individuales eran distintos”, señala House.

Roberto Bolaño se fue de Chile a los 15 años junto con su familia rumbo a México. Años después regresaría al país con fuertes ideales izquierdistas, tan sólo unas semanas antes del Golpe de Estado del ’73. En noviembre de ese año cayó detenido y así estuvo durante ocho días, así que ya en enero de 1974 decidió escapar de la dictadura y regresar a México; fue entonces que se enfocó de lleno en ser un escritor: “En aquel tiempo yo tenía veinte años y estaba loco. Había perdido un país, pero había ganado un sueño. Y si tenía ese sueño lo demás no importaba”, dice al comienzo de su poema Los Perros Románticos.

No volvería a visitar Chile por los siguientes 25 años.

Ricardo House, por su parte, también emigró de Chile junto a su familia cuando era joven, pero se dedicó a los medios de comunicación, especialmente en el espacio cultural. De todas formas comparten algunos elementos biográficos en común: aunque en distintos momentos, después de México, ambos emigraron a España, eso sí, con rumbos completamente distintos que recién se unirían tras la muerte de Bolaño y el peso de su influencia.

—¿En qué momento surgió este interés en Bolaño y de qué forma se dio?

El interés por investigar y trabajar un documental sobre Bolaño surgió de una forma que considero natural entre documentalistas, tal vez por deformación profesional y por esa mirada que siempre se tiene desde lo que uno hace. Supongo que estoy atento a escuchar y mirar con curiosidad. Escuchaba con bastante frecuencia, en sobremesas de escritores chilenos, mencionar a Bolaño. Hablaban de La literatura nazi en América y de cómo este escritor desconocido iba ocupando su propio lugar.

Tan reiteradas eran las referencias al personaje que me puse a mirar e investigar de qué se trataba. Tiempo más tarde supe que la última entrevista antes de su partida de este mundo, la había realizado una periodista argentina [Mónica Maristain]. La contacté y supe que vivía en México. Yo también viví en ese país. Le propuse a Mónica que se sumara a mi equipo, e iniciamos a realizar entrevistas con una infinidad de personas que alguna relación habían sostenido con Bolaño. Al darme cuenta sobre la marcha de la dimensión del personaje que tenía entre manos, supe que un documental de una hora sería insuficiente. Lo que derivó en la construcción de una trilogía, que ha sido gran parte del trabajo que he realizado en estos últimos lustros.

—¿Hubo algún elemento de su vida u obra que haya descubierto y le haya llamado la atención, o incluso sorprendido?

Fue sorpresivo, cuando inicié la investigación, que muchos de sus periplos y lugares de referencia en Los detectives salvajes fueron lugares, barrios y derroteros que yo mismo frecuentaba con otro grupo de jóvenes bastante outsiders y vinculados al cine y la literatura. El trabajo documental es un camino lleno de sorpresas y descubrimientos. El hecho de que actualmente viva en Barcelona es a causa de este trabajo. Con Bolaño todo es sorpresivo. Su lectura y relectura siempre propone nuevas interpretaciones y dimensiones; eso es muy bello. Dicen los expertos que un clásico es ese libro que uno nunca termina de leer; creo que con algunos de los libros de Bolaño ocurre eso.

Bolaño y Chile: una dualidad amor-odio

House menciona esta última entrevista que concedió Bolaño en vida, a la periodista Mónica Maristain y que formó parte del programa televisivo Perfiles de Dos Continentes. Habló sobre sus padres, del oficio de ser escritor, de su juventud como poeta, y habló de Chile. “Nunca he pretendido explicar Chile con mi narrativa ni con mi poesía”, contaba Bolaño, con cigarrillo en mano, y aseguraba que durante mucho tiempo no se le consideró como un escritor chileno y que era algo que lo tenía sin cuidado.

Dijo: “Jorge Edwards decía (…) que hubo alguna vez un escritor chileno que no pudo ser escritor, pero que no pudo, y entonces se quedó en escritor chileno”, para poco después rematar su respuesta: “Ser escritor chileno está un grado por debajo que ser escritor”.

Al respecto, la cinta documental de House cuenta con el extracto de una antigua entrevista a Bolaño en Chile, donde este le responde reflexivamente a Fernando Villegas: “Soy un escritor chileno sobre todo a la contra. Los escritores españoles no me consideran español, los mexicanos tampoco me consideran mexicano. Un escritor boliviano… me gustaría ser un escritor boliviano. Yo soy un escritor en lengua española; y la literatura, dividirla por países nos lleva al absurdo”.

—Directamente ¿cómo podría considerar la relación que había entre Bolaño y Chile?

Está reflejado de alguna forma, o desde distintas miradas, esta dualidad amor-odio que todos los creadores que salen de su territorio y luego son envidiados o maltratados suelen desarrollar. Recuerde ese brutal desdén con Gabriela Mistral, cuando la solicitaron desde México para ir en apoyo a las bibliotecas populares, y el ministro de aquel tiempo, o el presidente, no recuerdo bien, le dijeron a Vasconcelos [entonces ministro de Educación mexicano] “¿y por qué esa maestra?, ¿no le parecería mejor otra?”. Algo así. Es bestial lo angosto que puede llegar a ser Chile. Alguien dijo una vez que es un país envidioso; yo creo que es mucho peor que eso.

—¿Cómo impacta Chile en su literatura?

Chile atraviesa a Bolaño desde el tuétano hasta el alma. Bolaño es chileno y nunca deja de serlo. Es así. La raíz es la raíz, y no fue menos en Bolaño que en otros creadores que han salido al mundo exterior y han caminado contra viento y marea para desarrollar su obra y su propuesta. Bolaño en ese sentido tiene la valentía de crecer enormemente viniendo de un medio poco propicio. Es un sujeto que nunca deja de leer con voracidad y de crearse su propio universo con valentía y arrojo. ¡Mis respetos!

—Le replanteo, entonces, la pregunta: ¿cómo cree que, durante sus años en vida, percibió el pueblo chileno a Bolaño?

Bolaño sigue y seguirá siendo un escritor marginal en Chile, a pesar del enorme espacio que ha ocupado en la esfera internacional. Fue incómodo para la literatura y cultura oficial. Tuvo una producción literaria conocida mayormente después de su muerte. Hay mucha mitología en torno a este hombre. Antes de enfermar gravemente, andaba por el mundo y por las costas del Mediterráneo, esto también nutrió su literatura y la llenó de diversas atmósferas, pero Bolaño no ha sido valorado ni reconocido en su real dimensión en Chile. No ingresó en los circuitos formales, su mirada infrarrealista lo impulsó a mantenerse en la orilla, en los márgenes, cerca del peligro. Y así es su literatura y su vida: distinta. Lo diferente no gusta, sino que molesta; sobre todo en ambientes cerrados y contaminados, como suelen ser muchos espacios creativos en ciertos sectores.

Con casi una treintena de publicaciones en vida y póstumas -entre novelas, cuentos, ensayos y poemas-, Roberto Bolaño es considerado como uno de los escritores más importantes en habla hispana de las últimas décadas.

Conmigo o contra mí

En el documental, en cierta parte, el escritor chileno Gonzalo Contreras cuenta que Bolaño le comentó una vez: “A ti te respeto, pero si tú me atacas, yo te voy a atacar”; a lo que Contreras respondió: “Yo te respeto, si tú me atacas yo te voy a atacar”. “Perfecto, no nos atacaremos”, acabó el diálogo rematando Bolaño.

En cuanto quienes eran sus amigos, recalca House, convertía esa amistad en “un valor innegociable”.

—Respecto a la literatura chilena, podría considerarse a Nicanor Parra como parte de esta piedra angular de Bolaño cuando joven. ¿Cómo fue esta relación entre ambos autores?

Amor a primera vista a pesar del abismo generacional. Bolaño propició un mayor reconocimiento internacional para Parra, y Parra manifestó un gran aprecio por Roberto. Sin duda que este acercamiento fue muy emocionante y de gran valor y riqueza para Bolaño. Ni duda cabe.

—¿Cómo eran los lazos de amistad que construía?

Sin duda, Bolaño se enamoraba de sus amigos. La amistad como valor innegociable. Consideró a alguno de sus amigos como los mejores poetas sobre la tierra. Vinculaba la literatura con la vida, y esto se puede ver con claridad en su obra. Los detectives salvajes germina por las calles oscuras y nocturnas de la Ciudad de México, por los barrios que transitaron tantas veces. En esa obra genial de Bolaño, quienes transitaron por esos barrios y en esos tiempos, por esa intensidad de vida donde todo era posible y deseable, los nutrientes estaban cada día a la mano infrarreal de Bolaño. Siempre enlazados como amigos literarios y amigos de vida.

–¿Y cómo lo veían a él sus cercanos? Usted conversó con varios en la construcción del documental.

“Escribía a tumba abierta”, dijo [Ignacio] Echevarría, su amigo literario. “Sabía que iba a llegar a ser un tremendo escritor”, dicen varios de sus cercanos. Estaba convencido de que tenía que dejar una obra importante y así lo hizo. Lo que me mueve y conmueve es su valentía, su tesón y su carácter. Un tío bien convencido de que tenía que trabajar cada noche (trabajaba mucho de noche) para dejarnos su obra, pero permaneciendo entre nosotros a través de esta.

—El documental presenta elementos que conforman parte de la personalidad de Bolaño, ya sea su humor o su puesta desafiante. ¿Hubo elementos de ésta que lo atraparon en algún momento?

Bolaño es Bolaño en su totalidad. Lo que me ha impulsado con mayor fuerza es la curiosidad por descubrir y entender los caminos que llevan a un joven, a un muchacho, a jugárselo todo por la literatura. Con una tremenda confianza en sus capacidades literarias y de trabajo, contra la vida y contra el tiempo.

—Una parte de La Batalla Futura cuenta que Bolaño le habría comentado a Rodrigo Fresán que hay “destinos peores”, como ser un personaje de Isabel Allende. ¿Era una persona con un humor afilado?

Podría haber sido un actor cómico, si no fuera por su inclinación al misterio, a la literatura y a lo policial. Dijo que hubiera querido ser detective de homicidios. Tenía un humor ácido y no le faltaban recursos para molestar e incomodar a todo mundo, si no eran de su agrado. “Será terrible”, le dijeron a [Cristián] Warnken antes de que lo entrevistara para su programa, y resultó que tuvieron una conversación grata y apacible. A Bolaño no convenía tenerlo de enemigo; era un personaje singular.

—2666 fue la última novela que escribió antes de morir, siendo esta una de las obras con más fuerza, no solo de Bolaño sino de la literatura de habla hispana de este siglo. Dejó una profunda huella a pesar de su corta vida. ¿Considera que su figura desde entonces se ha vuelto un mito?

Los detectives salvajes catapultaron a Bolaño a las alturas más encumbradas de la literatura latinoamericana. Obtuvo los mayores reconocimientos. 2666 fue la cereza del pastel; como una despedida de este mundo de una manera literariamente brutal.