Macarena Lescornez vivió diez años en España y trabajó como corresponsal de distintos medios | Foto: Patricio Contreras
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Un dínamo, dice la RAE, es una “máquina destinada a transformar la energía mecánica en energía eléctrica”. Si uno reemplazara “mecánica” por “analógica”, “eléctrica” por “digital”, y lo aplicara al trabajo periodístico, la etimología de El Dínamo, el medio de comunicación financiado principalmente por Giro País, adquiere un sentido ad hoc con las inmensas posibilidades de creación que provee la web.
El Dínamo es dirigido por Macarena Lescornez (@macalescornez) y comenzó en noviembre de 2010. En este periodo el medio ha convocado a un grupo variado de columnistas, ha hecho un uso sistemático de redes sociales para difundir sus contenidos (en Facebook tienen más de 1.500 seguidores, mientras que en Twitter llegan casi a los 9 mil) y también lanzó una comentada campaña a favor del medio ambiente que llamaba a preferir medios digitales antes que los periódicos de papel.
Lescornez es periodista de la Universidad Católica y máster en relaciones internacionales de la Universidad Complutense. Se ha desempeñado en La Hora, The Miami Herald y La Tercera. Vivió diez años en España y trabajó como corresponsal de El Mercurio, radio Concierto y Canal 13. En 2010 volvió a nuestro país, hoy conduce “Efecto invernadero” en radio Duna y también realiza análisis de actualidad para CNN Chile.
Es la primera vez que dirige un proyecto de esta envergadura. “He tenido la suerte de que la gente que financia el medio ha tenido respeto hacia el equipo periodístico, hacia quienes hemos creado El Dínamo, hacía quienes lo hemos delineado. Es un placer trabajar así. Creo que ha sido de las épocas de aprendizaje más intensas de mi vida”.
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—¿Cómo ha sido el feedback con los lectores de El Dínamo?
Lo que te permite el digital es que tienes un people meter constante; yo al minuto sé qué cosas se están leyendo y qué cosas no. El lector te comenta lo que publicaste, te lo raya, te dice que eres el peor periodista del planeta, si le gusta rara vez lo dice. Es estar desnudo en la plaza pública. La gente entra a tu sitio por las partes más insospechadas, puedes entrar directamente a una sección y no te enteraste qué había en la portada de El Dínamo. Eso supone un desafío enorme.
—Pero esta situación puede generar una tentación por satisfacer al lector.
Claro que sí, pero yo postulo la pregunta al revés. ¿Y es mala esa tentación? Ese es uno de los grandes debates del periodismo. Nosotros estamos acostumbrados a que ese debate se dé en la tele. Uno tiene la tentación de pensar que la gente no entiende lo que quiere o no sabe o son niños a los cuales nosotros, los iluminados de los medios, tenemos que decirles: “Mire, esto es el mundo, así tiene que pensar”. Hacer los medios de espaldas a las audiencias es un error enorme; hacerlos solamente pendientes de la audiencia tampoco creo que sea el camino. El término medio está en la conversación constante que tiene que haber entre el medio y el público.
—¿Y en lo digital es donde mejor se da esa conversación?
Yo creo que sí. Esa conversación la puedes tener en directo. Yo puedo poner en un artículo “dígame cuál es la solución para lo que planteo” y al segundo una persona me contesta. A raíz de esa respuesta puedo enriquecer mi artículo. Lo digital lo permite; el papel no, es cerrado, finito. No hay que vivir de espaldas al público, ni solamente mirando al público: hay que vivir conversando. Esa creo que es la clave. Y una cosa es pontificar desde la academia y otra cosa es cuando estás metido en el ajo y tienes que sacar un medio todos los días.
—¿Por qué crees que se da esa divergencia?
Se da en cualquier disciplina. Un doctor dice: “Una cosa es lo que me enseñaron en la universidad y otra es cuando estoy operando en la posta pública”. Uno debería pensar que el periodismo, por ser muy práctico, no debería ser una carrera de pizarrón. Es una carrera de grabadora. En la escuela te pueden haber enseñado mil veces lo que era una hora de cierre, pero tú no sabes lo que es hasta que la vives en una redacción, y tienes un editor gritándote o las fuentes se te caen. Las horas de cierre no se enseñan en la universidad; las horas de cierre se viven. Nosotros las vivimos a cada hora, cada vez que subimos una nota.
—¿Y eso no es muy desgastante?
Sí, es desgastante pero también motivante. Es lo que a los periodistas nos gusta. Sí, desgasta, pero no es más desgastante que otras profesiones. No hacemos nada muy…
—No somos mártires.
No, para nada. Lo que hacemos está en vitrina todo el día. Mi familia sabe exactamente lo que estoy haciendo: les basta abrir el sitio y ver los temas que estamos tratando. A ver si todas las profesiones tuvieran ese nivel de exposición cuántos pasarían el test de la blancura. No lo sé.
—¿Es autocrítico el periodismo en Chile?
Hubo una época en que había una defensa a ultranza hasta tonteras como que el de al lado sacaba algo y jamás lo ibas a citar. Había unas prácticas absolutamente estúpidas. Quiero pensar que mucho de eso ha ido mutando. Precisamente porque tenemos un trabajo expuesto, tendemos a aceptar menos la crítica. También nos cuesta que gente de fuera de la profesión opine. Pero creo que en Chile hay personas y lugares donde se está haciendo excelente periodismo, hay excelentes periodistas en este país. Es importante no ser como fue en la Concertación, con los autoflagelantes y los autocomplacientes. Como en todo hay que ser moderados.
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—¿Con qué expectativas comenzaron y qué análisis pueden sacar de esas expectativas?
Salimos en una época complicada, justo antes del verano. El primer objetivo era lograr que El Dínamo estuviera en la red cada mañana y que funcionara como un medio digital. Eso lo hemos cumplido. El otro objetivo era más bien interno: lograr un afiatamiento del equipo que permitiera que este primer objetivo se lograra. Es muy diferente cuando tienes que armar todo: desde el lugar físico donde está tu empresa hasta la contratación de un equipo que nunca ha trabajo junto, y que no había trabajado en medios digitales. Y bueno, también está el objetivo de intentar crear “marca” de manera muy incipiente. Somos un embrión de proyecto.
—¿Cómo definirías la línea editorial de El Dínamo?
Es un medio liberal, hijo del Chile del siglo XXI, pluralista. Una de nuestras características es la diversidad de nuestros columnistas; tenemos gente de todo el abanico político, pero no solamente del abanico político sino que en cuento a intereses, edades. Cuando estábamos haciendo el medio, mucha gente me dijo que era una locura, que cómo al lado de un Fernando Barros, un abogado conocido, de tendencia conservadora, vas a poner a un joven que te escribe de videojuegos. Eso es el Chile del siglo XXI, y el que no entienda la diversidad de este Chile se va a quedar atrás. La desconexión que ha habido entre los medios y la gente es porque los medios tratan de imponer una manera de ver el mundo.
—¿Cuáles son los estándares periodísticos que promueve El Dínamo?
Buen periodismo.
—¿Y cómo definirías un buen periodismo?
Una buena labor de reporteo, de uso de fuentes calificadas, contrastar información, y después, al momento de procesar esa información, ser lo más rigurosos posible, pero también lo más claros de cara al lector. El buen periodismo da igual el soporte; todo periodista sabe lo que es el buen periodismo, o tratamos de tender a ello. Otra cosa es que por equis circunstancias nos falle. Esto es como cuando le preguntan a un chef cómo se hace un buen pedazo de carne: todos saben. Ahora, que te quede bien el plato es otro cuento.
—¿Crees que han logrado incorporar algunos temas en la agenda?
Sí, hay algunos temas que hemos logrado sacarlos, levantarlos, mantenerlos. Lo hemos logrado acorde con la juventud del medio y lo poco que llevamos. En tres meses lograr influencia o notoriedad, que para muchos medios ha tardado años de años, es un poco iluso. Sí creo que por lo menos estamos dando cuenta de la identidad; la gente va conociendo como somos. Eso es parte importante del proyecto.
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—¿Cómo observas el mercado de medios en Chile en relación a lo digital?
Lo digital le está imponiendo un desafío al periodismo enorme. Los periodistas que hemos crecido en la era analógica, del papel, hemos tenido que cambiar muchas estructuras de trabajo, formas de pensar, para poder entrar a lo digital. Hay gente reaccionaria al cambio; hay otros que son muy permeables. Los periodistas estamos todavía tratando de entender esto y saber cómo nos subimos a este carro y qué beneficios nos trae. No hay que perder la perspectiva de que los medios son empresas, y debes sobrevivir y necesitas ingresos. Estamos viendo cómo estrujar este nuevo mundo.
—¿En El Dínamo se planteó la posibilidad de adoptar un modelo de pago?
Nunca nos hemos planteado nada de eso, por el momento. Quizás hablo contigo en dos años y te estoy contando cómo es el nuevo muro de pago de El Dínamo. Son experiencias que están en pañales en el mundo. Para algunos medios ha supuesto una baja de lectoría enorme y no se sabe hasta qué punto eso se está compensando con los ingresos. Estamos todos a la espera de cómo le sale a El Mercurio la experiencia. Eso te indica el nivel de incertidumbre en torno a este mercado, en el cual la cantidad de palos de ciego que se están pegando son enormes, pero las ganas de dar el palo definitivo también son muy grandes. Estamos todos probando llaves en distintas cerraduras. No sé si va por los muros de pago, pero tampoco me arriesgo a hacer una afirmación categórica.
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