Entrevistas

Poder, dinero y periodismo: Sergio Jara sobre su libro “Piñera y los leones de Sanhattan”

Por ~ Publicado el 13 diciembre 2018

Periodista especializado en el sector financiero chileno, Sergio Jara dedicó los últimos cuatro años de su vida para dar vida a “Piñera y los leones de Sanhattan”, un libro que desnuda hábitos y prácticas de los yuppies que trabajan en corredoras de bolsas y se mueven por los círculos de elite en Chile. Esta transcripción es una versión resumida y editada de la conversación que Sergio tuvo con Francisca González, estudiante de Periodismo UAH, en las “Sesiones Puroperiodismo” del martes 23 de octubre de 2018.

Foto: Joaquín Zúñiga

Foto: Joaquín Zúñiga

—¿Qué te motivó a crear esta historia?
Me motivó un colega, Juan Cristóbal Peña, a propósito de un taller. Todo parte de mi interés de crear periodismo de calidad que en los diarios no encontraba y así me empecé a enfocar más en los libros. Me empecé a dar cuenta que la crónica y la no ficción tenían las mismas herramientas que la novela, pero desde las herramientas del periodismo, y que uno las podía desarrollar si las aprendía. Y así llegué a “Los fusileros”. Cuando Juan Cristóbal estaba dando un taller en el Centro Gabriela Mistral sobre crónica periodística, me inscribí a ese taller. Cristóbal al ver mi currículum de periodista de finanza y economía me dijo que quizás debía atacar a ese segmento, que era el que conocía más y del que no había literatura económica tampoco.

» Desde ese momento tomé el desafío que me dio Cristóbal con altos y bajos, porque el reporteo y la investigación fue bien extensiva, en otros me dejé estar y el proyecto entró en pantano y después se reactivó. Básicamente, se reactiva en función de los diplomados en que voy buscando perfeccionamiento; el primero en la [Universidad de] Chile en periodismo de investigación con María Olivia Mönckeberg y Víctor Herrero, y después el de narrativa de no ficción en la Universidad Alberto Hurtado con Roberto Herrscher, Juan Cristóbal Peña, Milena Vodanovic y otros académicos.

—¿Cuánto tiempo tardaste en reportear y escribir?
Los tiempos no son lineales; no podría decir que tardé cuatro años en total, son cuatro años desde que se plantea la idea hasta que se ve el libro pero hay periodos en que mi pega se hizo más intensiva, en La Tercera, por ejemplo, donde no tenía tiempo para nada. Trabajar en un diario es ser esclavo del diario, [también] nació mi hija, entonces uno no puede ni quiere dejar de lado la familia y todos esos momentos juegan en contra del libro.

» Yo creo que lo que hace el clic son los diplomados. Cuando me pongo metas y obligaciones. Fui haciendo un trabajo de investigación bien metódico. Llegaba al diario y tenía cinco carpetas y todos los días revisaba toda la prensa. Tenía una carpeta llamada “Caso Penta”, otra “Caso Cascada”, “Caso Arcano” por el caso de Chang y así tenía cinco carpetas de cinco distintos casos y cada vez que revisaba el Diario Financiero, el diario Pulso, el diario Estrategia, el diario El Mercurio, La Tercera y todos los que tienen reportajes de economía en Chile, todas las noticias que estaban relacionadas con las carpetas, yo hacía recortes. Así estuve tres años y me permitió tener un radier de información de prensa, no tuve que perder el tiempo en la Biblioteca Nacional para buscar toda esa información.

» Es un libro crítico del sistema financiero y es fácil encontrar a gente de izquierda que pueden hacer pedazos el sistema financiero, pero esa no era la idea. La idea era que la misma gente del sector financiero —la elite— hiciera un diagnóstico y fuera bien crítica del mismo. Como el periódico me daba acceso a toda esta gente, yo voy hablando con ellos, contándoles que estoy desarrollando un libro y que me interesa mucho la opinión de ellos y los voy conquistando y me dan largas entrevistas en la que terminan hablando de cosas que nunca habían hablado y que no hablaron en otros lados.

» Tiene que ver con el tratamiento que le doy en la entrevista, de ir de lo general a lo particular y de nunca aceptar una entrevista en profundidad que sea por escrito. Hay algunas entrevistas que yo hago por correo pero que son de contexto, de personajes  secundarios. Pero las de personajes principales que sustentan la hipótesis del libro, son en personas y son largas porque ellos jamás iban a decir lo que yo quería que dijeran si es que se las hacía por correo electrónico.

Foto: Joaquín Zúñiga

Foto: Joaquín Zúñiga

—¿Hubo alguna fuente que dificultó o algún documento que puso en peligro la historia?
Hay una fuente que yo creo que es la principal del libro. Se llama Francisco Armanet, que fue el gerente general del año 2007-2008 de la corredora del Banco de Chile y él tiene en su poder unas grabaciones de una operación polémica que hizo Sebastián Piñera, que no han sido conocidas y que entregan antecedentes que lo podrían complicar. Yo me pasé los cuatros años tratando de acceder a esas grabaciones; en el último año y medio de la etapa del libro supe quién las tenía, supe que existía este personaje que no lo conocía y fui tras él y estuvimos conversando bastante tiempo tratando de acceder a ellas. Finalmente no pude acceder a ellas. Yo reconstruyo la operación a través de entrevistas en on y en off con distintos operadores que participaron en esa operación y al final accede en términos de dar una entrevista y poder hablar de las grabaciones y decir que él las tiene, por qué las tiene y dónde están, que es en su caja fuerte.

—Para la construcción del libro solicitaste datos vía Ley de transparencia. ¿Cuáles serían tus recomendaciones para hacer solicitudes de forma asertiva? 
Tengo una relación de amor y odio con la Ley de transparencia porque siento que desde que apareció los periodistas nos hemos volcado solamente a ella y hemos dejado de buscar información por los canales que antes lo hacíamos. Nosotros estamos ocupando demasiado esa herramienta para todo. Y no es para todo: es para cosas profundas, las que de verdad no son resueltas por los departamentos de prensa o las fuentes principales de los ministerios.

» Ahora, dicho eso, lo que sí se necesita es evitar los problemas de excusas en preguntas mal planteadas [vía Ley de transparencia]. Eso es clave: plantear bien las preguntas en el periodo establecido y apelar cuando te rechazan e incluso cuando te mandan a otro organismo. Y lo segundo es una pelea mayor de cómo hacemos para que las instituciones públicas entiendan que tienen que entregar esta información.

» Te daré un ejemplo: me pasé dos años peleando con la Superintendencia de Valores y Seguros [SVS] para que me entregaran los antecedentes del Banco de Chile del uso de información privilegiada en el 2001, cuando el Banco de Chile era del grupo Consorcio y el grupo Penta. Llegó Andrónico Luksic y les dijo: “Saben, se me ocurrió comprar el Banco de Chile. Yo tengo el 8% y quiero comprar el paquete de ustedes que es el 35%, ustedes son controladores del Banco”. Y estos tipos no hallaron nada mejor que vendérselo, pero antes de eso hacer “una pasada” y eso se llama información privilegiada y fue sancionado.

» Yo pido esos documentos a la Superintendencia, les digo que sé que multaron a todos estos gallos en el 2001 por esta operación, y la SVS me dice: “Deje preguntarles a ellos si le puedo pasar los antecedentes a usted”. O sea, les preguntó y por supuesto que le dijeron que no y la SVS me dice que no y que no me puede entregar los expedientes del caso, que hay una ley de datos personales que protege el secreto de información de todos estos empresarios.

» Yo apelo, el Consejo [para la Transparencia] me da la razón y le dice a la SVS que me lo entreguen y la SVS decide ir a la Corte de Apelaciones con un abogado de la SVS, pagado por los impuestos de los chilenos, para defender la privacidad de empresarios millonarios. O sea, los empresarios ni siquiera fueron capaces de poner su propio abogado, tuvo que una institución pública pagarle el abogado. Les gano en la Corte de Apelaciones y van a la Suprema, de nuevo pagados por el fisco, y les ganamos en la Corte Suprema y pude acceder a los antecedentes de esa multa.

» Pero si uno piensa desde el punto de vista de la impunidad o desde el punto de vista de desigualdad de condiciones con el ciudadano común y corriente, es grave. Porque si yo quiero acceder al caso de una sanción o de un juicio de una persona que se robó o que vende cd en la calle, puedo hacerlo, puedo ir a buscar el caso en el tribunal o puedo ir al archivo judicial. Pero en el caso de ellos, no. Los protege la institución, los protege la SVS, si te sancionan hoy día y pasa un año, tu caso muere, Cuando pasan esas cosas en Chile uno se da cuenta que la desigualdad no es solamente de ingresos sino que también es en la justicia y en la protección y el amparo de una institución pública, y eso lo descubro a propósito del reporteo.

—¿Cómo lograste crear un texto de no ficción cuando tu libro está enfocado en datos duros? ¿Cómo fue realizar esa combinación? 
Para eso me sirvió el diplomado, para entender las herramientas de narrativa de no ficción. Lo primero es que todo debe ser verdadero, todo debe estar documentado y la honestidad intelectual del periodista debe estar por sobre lo demás. Luego, debe uno aprender a desprenderse de ciertas cosas, tomar distancia de todas las personas que se inmiscuyeron en el proceso creativo. Por ejemplo, yo llegué a compartir con corredores de bolsa en sus casas, en sus fiestas, arriba de su auto y a lo mejor ellos pensaban que yo era parte del mismo mundo de ellos. Yo siempre supe que no estaba en el mismo mundo de ellos, siempre estaba en mi rol de periodista, pero estaba sumergiéndome en lo que ellos hacían para poder establecer bien cuáles eran sus perfiles, su forma de comportarse y que me contaran y mostraran lo que normalmente no hacen cuando están con un periodista en una situación común y corriente. Es ahí cuando uno puede desnudarlos intelectualmente, culturalmente.

Foto: Joaquín Zúñiga

Foto: Joaquín Zúñiga

—En el capítulo seis de tu libro hablas sobre los audios de información privilegiada que recibió Piñera sobre la situación de LAN. ¿Qué te parece lo que ha generado en la prensa esa información? 
Ahí tengo una opinión un poco más compleja, porque hay cierta prensa que lo leyó como tal. Un presidente que es un multimillonario, que hizo su fortuna en la bolsa, no hizo fabrica, él no creo riquezas, él especulaba en la bolsa y así hizo su fortuna y cuando tú haces 2.600 o 3.000 millones de dólares en bolsa, dejas heridas y hartas. Uno de esos heridos es Francisco Armanet y él habla, herido no porque se le haya defraudado de alguna medida a él, sino más bien porque encuentra que lo que hizo Piñera es poco ético. Entonces tenemos a una persona de la elite —Armanet es empresario, tenía una empresa de candados llamados “Odis”—, si un testimonio como ese no mueve a los diarios, yo no me lo explico.

» Yo creo que ahí hay un problema grande del periodismo que se está haciendo en esta época sobre este gobierno. No puede ser que La Tercera y El Mercurio no se pregunten qué hay detrás de esto, por último que sospechen del libro, por último que sospechen de Armanet y que nos investiguen, pero ni siquiera eso. Invisibilizan el tema, sacan uno o dos artículos y después lo olvidan. Hay otra prensa, por ejemplo, algunos canales de televisión, varias radios y medios digitales, que sí le dieron harta cobertura al libro y si me entrevistaron a mí, entrevistaron a Armanet y pudieron levantar el tema.

» Pero como sabemos acá hay dos medios dominantes; si ellos no escriben del asunto, el tema de a poco va ir desapareciendo como ha ido pasando. Pero yo creo que no es un tema que va a desaparecer así no más, creo que de aquí a un año más va a resurgir a propósito de denuncias que se están haciendo y cosas como esas que se demoran un poco del proceso investigativo. Pero lamento que los diarios hayan reaccionado así. Si yo estuviera en una posición editorial en los diarios, no hubiera dejado pasar una noticia como esta.

—¿Cuál era el objetivo que tu buscabas con la publicación de tu libro? 
Lo que buscaba era poder revelar cómo se construyó el sistema financiero en Chile en los últimos 30 años. Tuvimos una dictadura que llegó hasta el 89 y que tenía al país bastante venido a menos, pero que hizo ciertas reformas que lo neoliberalizaron y por esos años las bolsas fueron tomando fuerzas porque se crearon las AFP. Para que invierta en acciones la AFP, tiene que haber alguien que les compre y les venda, ahí es donde aparece las corredoras. Y como aparecen las AFP con mucha plata, aparecen muchas corredoras y la que lidera todo esto es Citicorp, que es una corredora liderada por Piñera en los 80. Después de que sale del Banco de Talca con el escándalo que todos conocen, cae como gerente general de una corredora y forma una generación de corredores de bolsa que después en los 90 explota y van convirtiéndose en los ‘sacerdotes’ de esta economía local. Desde ahí te dicen cómo hacer negocios, cómo dictar políticas públicas, etc.

» Tras todo esto yo me preguntaba: ¿con qué platita lo hacen? Ellos no nos han contado cómo hacen los negocios. Contemos cómo han hecho los negocios, cómo han construido sus fortunas millonarias, que las han construido a propósito de las privatizaciones, de sacar provecho de las AFP y de negocios con una escasa regulación. Entonces la idea era contar todo ese proceso, la construcción de una generación de “yuppies” chilenos conservadores, que van todos al mismo lugar, que forman subgrupos. Y Piñera es parte del subgrupo más empoderado de todos esos corredores.

» Muchos de ellos se dedican a la cacería, el surf, yo me subí al auto con uno de ellos y fuimos a dar un paseo por Sanhattan, es un capítulo cortito que lo pone en primera persona. Me subí a su 4×4, puse la grabadora y lo dejé hablar. Son como cuatro páginas en las  que él define a la elite, quiénes son los que lo rodean, sus compañeros de la Universidad Católica, sus compañeros del Saint George, sus compañeros de la oficina de inversión, sus compañeros de surf. Siempre al lector hay que darle la mayor cantidad de información posible y que entienda que todo lo que está en el libro es verdad, que todo está bien reporteado, bien argumentado y para eso había que darle nombre y apellido a todos.

—¿Qué esperas que siga sucediendo con tu libro? 
Sobre el libro, nada. Yo espero que llegue a harta gente no más, no por las ventas —porque los escritores ganan muy poco— sino porque es un tema relevante. Se tiene que empezar a discutir en el país cómo se ha construido hoy en día la sociedad y específicamente esta subclase social que es la elite que vive en Sanhattan. En verdad viven en San Damián y operan en Sanhattan. Yo creo que se han hecho de su fortuna de forma cuestionable, hay muchos negocios que debiesen haber sido sancionados con penas de cárcel, pero no es solo eso. También tiene que ver con cómo ellos se paran frente a la sociedad y nos pretenden enseñar cómo se deben hacer las cosas, cuáles son los estándares éticos para hacer política pública.

» Tenemos a Leonidas Vial interviniendo en una política pública que tiene que ver con quitarle impuesto a la compra y venta de acciones y el presidente de ese entonces, Ricardo Lagos, se la acepta. Tienes a un corredor influyendo en una política pública para un negocio que tiene que ver con sus propios intereses, él es corredor de bolsa y se dedica a la compra-venta de acciones y le dice al presidente que le quite el impuesto y el presidente le dice que sí. ¿Por qué eso no es parte de una investigación mayor? ¿Por qué no es parte de un debate como sociedad? ¿Por qué un corredor de bolsa como Leonidas Vial, que ni siquiera ha ido a la universidad, va a decirle al presidente cómo hacer las políticas públicas en economía? ¿Acaso el gobierno no tiene gente preparada? A mí me interesa que ese debate se haga, más allá del libro.

Foto: Joaquín Zúñiga

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