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Periodismo: ¿profesión u oficio?

Por ~ Publicado el 15 abril 2014

Es una dicotomía que suele enfrentar a la academia y a las salas de redacción. Por ello convocamos a reporteros, editores y académicos de escuelas de periodismo para intentar dilucidar posibles respuestas a una disputa que despierta apasionadas discusiones.

LO PROFESIONAL NO ES SÓLO UN TÍTULO

Creo en el periodismo como una profesión que requiere de mucho oficio, así como también de creatividad, talento y otra serie de habilidades que nos diferencian en la vida laboral y que alimentan la existencia del periodismo, considerándolo una presencia fundamental para conocer el mundo que nos rodea, tomar decisiones y ser parte de una comunidad.

No veo lo profesional como la caricatura de una fábrica de salchichas o la imagen de un grupo de reporteros corriendo tras una misma fuente, no veo en lo “profesional” falta de originalidad, olfato o suspicacia. Tampoco en tener solamente un título. El periodismo es una profesión porque su base original le exige una responsabilidad y una preparación, además de una ética cotidiana que sí o sí nos diferencia como periodistas de cualquier otro comunicador.

Puedo escribir bien o ser capaz de armar una excelente pieza audiovisual, pero si no entiendo el para qué de este trabajo, la razón por la cual es clave en una sociedad, o tampoco entiendo que yo como periodista soy parte de un contrato social con el público, le restaría valor a una ocupación que es mucho más que responder las preguntas básicas, conseguir las fuentes o escribir bien.

Lyuba Yez es periodista, guionista y docente de ética periodística.



UN HACER COTIDIANO

El periodismo es un oficio, porque no es un saber en sí, como sí lo son la filosofía, las ciencias, el derecho. Las teorías que se intentan construir en torno al periodismo se caen pronto cuando se contrastan con el ejercicio. Nadie que no lo haya ejercido sabe en realidad de qué se trata: es en el hacer cotidiano donde se aprende el sentido, la función, ciertas normas, dinámicas, reflexiones, en fin, lo entretenido y complejo del hacer periodismo.

Ana Rodríguez es subeditora de The Clinic.



CURIOSIDAD

Supongo que es una mezcla de los dos, ¿no?

A ratos parece más un oficio –es difícil pensar en un periodista que sale de la universidad y ya lo sabe todo–, pero también se nota, en muchas ocasiones, la ausencia de una formación teórica. Se nota la falta de lecturas –lecturas no sólo de diarios y revistas, sino también de otras materias: economía, ciencias sociales, literatura, ciencias–, y eso no sólo le incumbe a los periodistas que trabajan en medios escritos, sino sobre todo a los que trabajan en otras plataformas. De lo que hablo, finalmente, es de la curiosidad, de lo que nos puede mover como periodistas: querer saber algo, querer descubrir una historia, un problema. Y eso se consigue, sin duda, saliendo a la calle, reporteando –se aprende ahí, en el día a día más que en la universidad–, pero también cuando descubres algo tienes que tener herramientas para comprenderlo, para hacer vínculos, para ir un poco más allá del lugar común, y supongo que en esto último la universidad te debiera dar una mano.

La pregunta tiene más sentido si revisamos las distintas mallas curriculares de la carrera de Periodismo y vemos cómo las universidades resuelven esto: la forma de mezclar teoría con práctica. Supongo que es una pregunta muy antigua, aunque yo no sé cuál es la respuesta.

Diego Zúñiga es periodista de revista Qué Pasa, La Tercera.



IR MÁS ALLÁ DE UN PERIODISMO TEÓRICO O PRÁCTICO

La pregunta acerca de si el periodismo es un oficio o una profesión es tan antigua como lo es la formación universitaria en el campo. En el caso chileno, este debate tiene apenas 60 años. Desde que un conjunto de destacados periodistas impulsó la fundación de la escuela de periodismo de la Universidad de Chile, se hablaba de periodistas “teóricos” (universitarios, más bien) o “prácticos”.

Hoy, con una matrícula de pregrado que pasó de menos de 2 mil estudiantes en 1990 a más de 6 mil en 2011 (incluso, llegando a los 8 mil estudiantes de periodismo en algún momento de la década del 2000), formalmente es posible afirmar que el periodismo es una profesión. Sin embargo, este dato responde la pregunta acerca del procedimiento: ¿cuál es la forma en que alguien certifica que se es periodista o no? Pero el lugar tal vez más desafiante donde ubicar esta interrogante es en el de la identidad de los periodistas. ¿Dónde y cómo se construyen en tanto periodista? ¿Cuál es la incidencia de la formación universitaria y cómo es reforzada o, quizás, modificada por el ejercicio práctico? ¿Cómo se transforma esta pregunta en un contexto de emergencia de “periodismo ciudadano” y de nuevas tecnologías? ¿Cuál es, en definitiva, el lugar del periodista en una sociedad como la chilena? Hoy, parece ser, la disyuntiva no es entre ser periodista “teórico” o “práctico” sino, más bien, cuál es el lugar de ese periodista en una sociedad que parece desconfiar de este actor y en un sistema de medios presionado por la competencia por más publicidad y más audiencias.

Claudia Lagos es académica e investigadora del Programa Libertad de Expresión y Ciudadanía ICEI, Universidad de Chile.



TEORÍA QUE SE PRUEBA EN LA EXPERIENCIA

Pienso que el periodismo es primero profesión. No digo que no haya oficio de por medio, pero creo que hacer periodismo implica necesariamente comprender la noticia (su teoría, su estructura, su rol social). Y eso se consigue en la profesión, aprendiendo a discriminar lo noticioso de lo anecdótico. Sobre todo en un escenario donde el desarrollo de las tecnologías y las redes sociales ha provocado un bombardeo de información constante. El exceso de datos circulando pareciera relevar el rol de los periodistas: exigirles más trabajo en la selección, mayor profundización en la entrega de contenidos.

Por otro lado, la teoría se pone a prueba solo en la experiencia, “en el oficio” si se quiere decir. Por ejemplo, cuestionándose lo “acertada” que es una fuente lo que dura una entrevista (puede cumplir con la pertinencia, pero no decirme nada). O lo “cercana” que es una nota en un medio de comunicación masivo si considero el público objetivo al que me estoy dirigiendo (un registro inexacto puede alterar la comprensión). Ese tipo de decisiones que se toman durante el reporteo debieran diferenciar un dato de una noticia.

Muriel Alarcón es periodista de la revista Ya, El Mercurio.


UNA PROFESIÓN COMPLEJA

Hago clases en pregrado (a potenciales periodistas, audiovisualistas y ahora publicistas, además de alumnos de otras carreras), en el magíster y en el doctorado sobre sistemas de comunicación, política y gestión de medios, reputación corporativa. Dentro de ese océano, el periodismo es una parte cuantitativamente menor del menú de contenidos disponibles, cada vez más mezclado de consideraciones comerciales. Además abarca seriamente temáticas “no serias” en un sentido convencional, tales como farándula, deportes, relaciones públicas (todavía me resuena la frase del fallecido Ricarte Soto de haber tenido que dedicarse al periodismo de farándula como necesidad, debido a las crecientes dificultades de hacer periodismo político duro, pero con ánimo profesional). Quizás la principal diferencia de concebir al periodismo como profesión y no como un oficio tiene que ver con la complejidad con la que se le concibe y enseña, lo cual implica al menos reflexionar sobre los aspectos éticos y de impacto colectivo que tiene. En una universidad seria y compleja, no basta con aprender técnicas para escribir “bien” (decir cosas complicadas en lenguaje claro y directo), sino saber discriminar entre fuentes, saber ajustar los mensajes a los soportes de difusión disponibles, saber interpretar el entorno PEST (político, económico, social, tecnológico), comprender a los públicos, tener entereza y conocimientos suficientes de legislación para enfrentar los intentos de manipulación, integridad para al menos ser transparente en las posiciones ideológicas que uno sustenta (ante la dificultad o imposibilidad de ser objetivos), comprender las implicancias y repercusiones de lo que se está relatando, entre otras cosas. Así es que hay espacio para abordar al periodismo como una profesión con mayúscula, pero también admito que también es abordable como un oficio o artesanía, que no tiene por qué ser menos digna aunque sea concebida desde una perspectiva más acotada. Pero al menos en universidades como ésta se trata de una actividad lo suficientemente relevante como para que amerite enseñarse somo una profesión compleja, de implicancias éticas importantes y de alta repercusión social, aunque muchos egresados terminen a la larga trabajando en comunicación corporativa.

Sergio Godoy es director del Doctorado en Ciencias de la Comunicaciones, Facultad de Comunicaciones UC.


Patricio Contreras también contribuyó en esta recolección de opiniones.

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