Entrevistas

Maximiliano Naturali, el hombre trans detrás del drag king Ethan Sword: “Hay un buen grado de desdén hacia las artes que puedan desarrollar mujeres o personas trans o no binarias”

Por ~ Publicado el 15 julio 2022

Este 16 de julio se celebra Día Internacional del Drag. En Chile, este arte se dio a conocer masivamente en 2015 con el programa The Switch, que visibilizó en la televisión abierta la realidad de las drag queens. Pero nunca se mostró y poco se conoce de la otra parte del transformismo: los drag kings, el arte que cuestiona los estereotipos de la masculinidad. Puroperiodismo conversó con Maximiliano Naturali, director de arte y diseñador de tiempo completo en el Ministerio de Minería, quien además es Ethan Sword, un drag king que se dedica a la performance, a la fantasía y a contar historias.


Drag: Acrónimo de Dressed as girl. Denomina a una persona que crea e interpreta un personaje andrógino (rasgos externos que no corresponden con los de su propio sexo) por entretenimiento, parodia, sátira o el motivo que sea. Es el arte del transformismo.

No se trata de algo nuevo en el mundo, tampoco en Chile. Desde hace décadas que existe una escena más bien underground –popular entre las comunidades divergentes– de hombres que realizan shows caracterizados como mujeres cuyos rasgos son exagerados; las drag queens. Maquillaje en exceso, peinados voluminosos, vestidos excéntricos y más. En 2009, uno de sus principales exponentes en Estados Unidos, RuPaul, corrió el velo y a través de un programa de telerrealidad llamado RuPaul’s Drag Race, abrió –con gran éxito– este tipo de arte al mundo. Seis años después, la televisión chilena siguió esos pasos.

El 8 de octubre de 2015, Mega lanzó al aire The Switch Drag Race, en el que distintas drag queens competían por ser la mejor transformista de Chile. Con ello, la escena local se masificó y popularizó, pero en ninguno de sus capítulos en sus dos temporadas abordó un área del Drag que sigue siendo más bien desconocida: los drag kings, quienes se caracterizan masculinamente y personifican los típicos estereotipos de géneros masculinos como parte principal de su arte.

Si bien el significado del drag enfatiza que las personas interpretan a un personaje del sexo opuesto, y aunque los drag kings suelen ser mujeres, no se limita necesariamente a las expresiones de género binarias. De eso da cuenta esta entrevista.

Maximiliano Naturali es un hombre trans, diseñador gráfico e ilustrador que en su día a día trabaja en el Ministerio de Minería como director de arte y del comité de género. Pero fuera de ese horario, lleva cuatro años siendo también Ethan Sword, su alterego y uno de los drag kings más influyentes del país, con más de 13.200 seguidores en su cuenta de Instagram.

En la víspera del XIII° Día Internacional del Drag, que se celebra este sábado 16 de julio, Puroperiodismo conversó con Naturali para conocer su experiencia siendo un hombre trans en el mundo de los transformistas que satirizan la masculinidad.

Maximiliano Naturali, diseñador gráfico trans, creador del drag king Ethan Sword.

Maximiliano Naturali, diseñador gráfico trans, creador del drag king Ethan Sword.

–Una vez se te calificó en una entrevista como uno de los drag kings más conocidos del país. ¿Te consideras el más conocido o el primero en Chile?

No sé si me cabe el lugar de pionero, porque antes que yo hay por lo menos un par que se atrevieron más en el mundo del Drag y se metieron a competencias de una: Deep Blue King, Lil Malo, Arsenio Guñelve. Pero sobre todo Deep Blue King, porque yo sé que ella –porque es una mujer cisgénero con una expresión más masculina– hacía drag king por lo menos un año antes que yo. Y antes de Deep Blue King, incluso, había una persona que se llama Irina la Loca, que performaba con Hija de Perra. Te estoy hablando de mediados de los 2000. Entonces, yo por ahí hablaría de pioneres del drag king nacional… Pero, tampoco me voy a bajar el pelo ni me va a dar el síndrome del impostor. Voy a ser realista: sobre mí, diría que he sido él que más ha tenido resonancia y acción transversal en distintos ámbitos en la actualidad. He aparecido en videoclips, he sido presentador de un show de Natalia Valdebenito, también hago shows y eventos, desde Drag a eventos ñoños. Hago cosplay asociado al tema de la caracterización burlesque, participo de marchas y me presento en la calle. Atravieso varios escenarios y varias posibilidades.

–¿Y qué es el drag king para ti?

El drag king es para mí una forma de expresión, un arte. Es como una especie de patio de juegos, porque ahí puedo probar, jugar, inventar criaturas. Soy como mí mismo lienzo, mi propio lugar donde yo experimento, no sé, colores, telas, historia, textura, formas, criaturas. Y si con eso puedo ir contando historias, en el fondo se transforman en un medio. Es una liberación también, porque es una forma de explorarse. Yo me divierto mucho y es también para mí un escape de la realidad. Estoy súper cansado de la pega de todos los días, pero, por ejemplo, ya mañana tengo que animar una tertulia en drag. Entonces, ya estoy contento pensando cómo me voy a montar, cómo me voy a maquillar, qué voy a decir y con qué palabras, y quienes van a estar ahí.

–Cuando se habla de Drag, se suele pensar en hombres vestidos de mujer o mujeres vestidas de hombre, pero no en hombres vestidos de hombres ¿Qué opinas tú de eso?

A ver, vamos a decir una cosa que no es muy misteriosa tampoco: el transformismo y el Drag son terrenos clásicamente dominados por hombres. Me refiero a hombres cisgénero que son homosexuales y que tienen la expresión del travestismo como una cosa artística, que es lo que a uno le gusta. A mí también; es como el arte de la fantasía. Pero detrás de toda esta peluca, ese vestido precioso y esta imagen de mujer, por lo general hay un hombre cisgénero compitiendo con otro hombre cisgénero, y hay ciertas prácticas que están muy vinculadas al patriarcado. En ese sentido, como que se arma irremediablemente un club de Tobi que tiende a ser más bien hermético. Hay un buen grado de desdén hacia las artes que puedan desarrollar mujeres o personas trans o no binarias. Entonces, cuesta mucho entrar en ese círculo. Si en un lineup de drags hay diez artistas, por lo menos ocho van a ser queens y dos van a ser kings, o un king y una criatura no binaria.

¿Sientes, como hombre trans, que eres pasado a llevar o invisibilizado en este entorno?

Pucha, desgraciadamente, sí. Y esto lo comprobé en una experiencia un poco compleja, ya después de pandemia, cuando volvimos a hacer shows y me invitaron a hacer un par dos días seguidos. Yo en redes sociales, durante pandemia, conté prácticamente toda mi transición o todo lo que hice durante mi proceso. Entre medio me hice la mastectomía, hormonándome con testosterona en gel y ahora pinchazos, y toda la cuestión. Y cuando volví a hacer este show con estas personas que conocía de antes –la mayoría hombres cisgénero homosexuales que me dieron cabida–, al momento de conversar ninguno se había dado cuenta de que ya no tenía pechugas, por ejemplo. Ninguno me preguntó cómo estaba. Ninguno entendió que en el fondo yo ahora tenía como un estatus o un cambio importante en mi propia vida como persona trans… No voy a pedir que yo sea el centro de sus atenciones, para nada, pero si estás trabajando con artistas que no son hombres cisgénero, que son hombres trans y han hecho cambios últimamente, y encima hacemos un show que es distinto al de las queens, es como un poquitito de atención, no es mucho más lo que se pide. Entonces fue como “puta, estos hueones no se dan cuenta de nada”. Si no soy un hombre cisgénero, paso a segundo o tercer plano, como que siempre tengo esa sensación de tener que estar peleando por el espacio. Y eso es muy desagradable.

Origen cosplayer

–Leí una entrevista previa que te hicieron en la que dices que comenzaste haciendo cosplay, pero sin pensar en el drag king. ¿Cómo llegaste a esto?

Siempre hice cosplay. No hacía personajes femeninos, por lo general, sino que hacía personajes que eran masculinos, andróginos o como muy dudosa su expresión de género, que no se sabía si era hombre o mujer. Eso me gustaba. Conocí a mi actual esposa, a mi pareja, a través del cosplay, justamente haciendo a un personaje que tiene una expresión muy masculina, que es Haruka Tenou, o sea, Sailor Urano de Sailor Moon. Ella es maestra de maquillaje, además estudió teoría e historia del arte. Entonces, empezamos a ver este mundo que nos gustaba mucho: el arte, la moda, la exploración del género, de la performatividad; el Drag. Camila me dijo: “¿Oye, no te tinca ser drag?” Y yo así, pensando…

–¿Ya conocías el transformismo masculino?

Ya conocía la figura de los drag kings, pero de la realidad estadounidense. Apareció uno en la serie “The L World” que se vio en los años 2000 y ahí quedé rayando la papa, pero pensé que era imposible que se hiciera acá. No conocía tanto tampoco la realidad nacional en ese entonces. Y cuando Camila me planteó eso, le dije que, en ese caso, me gustaría ser drag king, pero no cachaba bien si había acá. Así que empezamos a averiguar y, de hecho, creo que Camila ya cachaba a Deep Blue King. Entonces, me dijo “Oye, pero mira, existe esto, está Deep Blue King. Y mira aquí, en este grupo de RuPaul de Facebook está hablando un grupo de drag king también”. Era un colectivo de drag kings –que ya no existe, desgraciadamente–. Eso habrá sido en febrero de 2018 y en marzo los contacté ellos y conocí a todos los chiquillos, chiquillas y chiquilles que estaban ahí con sus inquietudes y empecé a cachar cómo era el tema de hacer drag king. A qué fiesta ir, dónde hacerse visible, con qué look ir y cómo prepararlo; cómo armar el personaje, básicamente. Uno siempre dice “ya, si es un drag king, uno lo que hace es imitar la figura masculina”. Pero, ¿quiero seguir replicando las figuras de la toxicidad masculina que hay? ¿De lo que uno ve en el día a día y con lo que uno se siente incómodo, intimidado, no sé, esos que te tiran un piropo asqueroso en la calle? ¿Queremos replicar eso o cómo le damos una vuelta? Y ahí sí partió la cuestión.

–¿Cómo nace Ethan Sword?

Creo que una de las cosas esenciales de Ethan es que, como te digo, no voy a tratar de replicar las cosas negativas que veo en el medio o que veo en mi día a día. Para qué repetir lo mismo que no me gusta. Entonces Ethan va a hacer cosas que a mí me gustan; funciona como un aliado mío y nunca va a hacer nada que yo no quisiera hacer. De la misma forma, tenemos una parrilla valórica parecida, por así decirlo. Pero Ethan es más patudo y más sensual que yo. Evidentemente, en el escenario todo el movimiento está planificado y es como un caballero perfecto… Sí, como súper perfecto y súper bacán, todo súper, mientras que yo soy un hombre que me tengo que creer más el cuento, soy un hombre del día a día.

–¿En quién o en qué te basaste para darle su carácter?

No sé, buscar referencias, qué estilo me gusta y cómo me gustaría que se vistiera Ethan. ¿Hasta dónde puede llegar él? ¿Qué es lo que puede ser y lo que no puede ser? Es muy probable que Ethan haga un buen James Bond, por ejemplo, porque es uno de mis referentes, y también puede ser un buen vampiro, un hombre lobo, un maestro Sith o puede ser el diablo. O un príncipe de Disney; no tengo idea. Pero también eso ayuda a caracterizar un poco como qué tipo de masculinidades veo en la cultura popular que me pueden gustar. A mí, que me gusta mucho el anime, hay personajes que resuenan conmigo y con el personaje. Me gusta mucho Rurouni Kenshin (Samurai X). O lo andrógino, lo fantástico. Las religiosas también me gustan. Hay muchas cosas que van caracterizando al personaje, pero, sobre todo, que va a ser cosas que a mí me gustan y que me permitan a mí explorarme y disfrutar del arte que estoy ejecutando.

–Más allá del personaje, ¿cómo caracterizarías tu performance?

Hay muchas cosas que tengo que considerar: qué tipo de público va a estar ahí, qué tipo de fiesta, qué tipo de entorno o qué se necesita de mí. Una vez me invitaron a una fiesta en un hotel, el lanzamiento de la serie “Pose“, que habla del mundo de la cultura ballroom de los ‘80 en Nueva York. Fui como Ethan Sword con Camila, y fuimos coordinados con un look que hablaba como de alta moda, muy fashion, muy sofisticado, y cuando llegué ahí me encontré exactamente con eso pero en distintos estilos, mucho lujo, mucho glamour, y así voy pensando qué es lo más adecuado, qué referentes artísticos se acercan a lo que me dijeron que era el evento. Me tocó una vez ir a un bar rockero a un show que se llamaba Infierno, y fui como una especie de demonio e hice un show con una canción de Depeche Mode y mi vestuario estilo leather, como cuero con arnés.

–¿Los vestuarios los haces tú o los compras?

Me encantaría poder hacerlos yo, pero no me queda vida para poder coser nada. Y de coser no sé mucho, así que generalmente se las encargo a un amigo que cose o lo que hago es buscar ciertas prendas clave en la ropa usada.

–¿Y las barbas y bigotes de maquillaje?

Si el estilo lo requiere, puede que tenga más o menos pelo, y si el tiempo que tengo es más o menos, puede que solamente me haga un bigote que es más rápido o me puedo hacer una barba completa. Por ejemplo, hay un personaje que es una referencia directa a George Michael, que es un cura que tiene una barba candado, que fue uno de mis primeros shows. Pero ahí hubo un requerimiento, porque la referencia era una persona con cierto vello facial. Lo mismo que cuando hice una imitación de Freddie Mercury con su bigote. Uno va variando a veces por gusto. Una vez hice a un hombre lobo que era muy peludo de todas partes y me pegué pelo por todos lados, y ahí ya pasaba a ser licántropo. Todo tiene que ver con el concepto y el tiempo que tengas.


 

Un drag king en el ministerio

–¿Cómo ha sido trabajar en el equipo de Comunicaciones del Ministerio de Minería?

Una locura. Yo llegué con este gobierno y ha sido muy desafiante, muy entretenido y también mucho trabajo, pero además creo que se me suma un matiz importante que tiene que ver con ser parte de la mesa de género del ministerio. Aunque sea más trabajo para mí, tiene mucha carga personal importante. Todo es novedoso para mí en comparación a otros trabajos en los que he estado. En mi equipo, la mayoría son mujeres, los hombres somos minoría. Y todas estas mujeres se declaran feministas. De hecho, la ministra Marcela Hernando, la jefa de mi jefa, también es feminista. A lo que voy, es que en mi trabajo hay mucha consideración desde el feminismo. Pero también sabemos que ser feminista no es garantía de que alguien sea comprensivo con las personas trans. Aunque en este caso, además de ser un equipo feminista –y en el que hay otro hombre, cisgénero y heterosexual, con quien nos llevamos muy bien–, es un equipo consciente con el tema de la diversidad sexo genérica y afectiva.

–¿Tu equipo conoce tu faceta de drag kinginfluencer?

Creo que hace poco se dieron cuenta. Cuando fue el Día del Orgullo y, durante ese mes, estuve participando en varias actividades. Algunas personas del equipo ya me seguían en Instagram y también cachaban que tenía cierta cantidad de seguidores. Además, empezaron a aparecer algunas marcas que me mandaban cosas, no sé, típicas cosas que uno hace como de influencer… Pero no me considero influencer. De hecho, el tema de perseguir a las marcas para que se fijen en mí no me interesa en absoluto. A mí me interesa más contar mi propia experiencia, ser coherente conmigo mismo, con lo que hago en cuanto al drag. En mis redes sociales trato de ser un comunicador más bien a escala humana, sin tampoco irme para el lado de creerme el súper influencer porque no lo soy. Además, soy súper honesto en mis redes sociales con las cosas que cuento, soy lo más transparente posible. Yo creo, que eso es lo que resuena y es lo que le gusta a la gente.

Hay quienes consideran que el Drag, en general, es una burla, una sátira, y en el caso del drag king, una burla hacia los hombres. ¿Qué opinas de esto?

Pucha, que pena. Como drag king hay muchas formas de llevar adelante una masculinidad performática. Una de esas formas y una manera de contar historias es a través de la parodia. Y desde siempre se ha hecho parodia de muchos tipos de personajes. Siempre quienes estaban en la parodia de los shows del pasado, los del siglo 20, eran los negros, las mujeres; eran los fletos también, así como el maricón, el colipato. También se ríen de las personas que tienen problemas movilidad reducida, de los gangosos… se han reído, sobre todo, de las personas que son distintas. Entonces, cuando aparece un grupo de mujeres o personas trans o no binarias que hacen una crítica directa a la masculinidad tóxica, evidentemente no les va a gustar porque les estás tocando el privilegio, le estás tocando el status quo. Y es lo que a uno le da risa de la figura del macho, que llega a ser grotesco: el viejo guatón que tiene una pelusa en el ombligo y que se la saca, la hace pelotita y la huele; es tan asqueroso que, ante eso, lo mejor que puede hacer uno es parodiarlo, reírse.

–¿Te ha tocado hacer shows con ese tipo de personajes?

En una fiesta que se llamaba “Drogadas y Dragueadas” nos invitaron a hacer un show para el 18 de septiembre. Ese circuito, particularmente, es –o era– súper de protesta y súper under. Y ahí en el escenario nos subimos tres figuras masculinas que todos odiamos: el empresario cuico que es insoportable; un hombre cartucho Opus Dei, que básicamente es un doble estándar; y un huaso. De hecho, curiosamente, de los tres, el huaso era el que rompía el círculo del conformismo. Pero, por ejemplo, el primero que entraba a escena era el cartucho Opus Dei, que era como una especie de pechoño, un hombre de fe, un hombre casto. Y de ahí entraba yo, como este hueón empresario leyendo el cuerpo Economía y Negocios de El Mercurio, un cuico de mierda. Horrible, súper horrible. Estaban todos viendo la parada militar en la casa del hombre creyente. Entonces, uno se ríe de esas masculinidades. ¿A qué hombre le molesta que uno se ría de la masculinidad tóxica? Al hombre masculino tóxico. Si tu masculinidad no hace daño, si tu masculinidad está sana y eres consciente de tu privilegio de género, no te va a molestar y te vas a reír y vas a decir “oye si en verdad que hay hueones así de funaos“.

–¿Crees que falta concientizar sobre este arte en Chile?

Sí, evidentemente que sí, incluso entre las mismas divergencias. Tenemos que darnos la oportunidad de entender que el espectáculo, el brillo y la diversión o el entretenimiento no necesariamente son una cuestión frívola o superficial, que es algo que he visto siempre, que hay como una especie de discordancia entre la celebración y la “lucha seria”. Porque el Drag es político y el Drag es y puede ser muy serio. Pero que en esa seriedad no se resten las mujeres, que en esa seriedad no se resten las personas trans ni no binarias, que eso es lo que siento que nos pesa un poco. Así como “ya hay que tirarse a hacer show, hay que tirarse a divertirse y entretener”, y eso no significa ser superficial o no significa olvidarse de las causas y de la lucha constante que uno tiene como comunidad. Para mí las dos cosas van de la mano.

–Entonces, ¿esta expresión es un tipo de activismo político y/o una visibilización para las disidencias sexuales?

Sí, absolutamente. De hecho, generalmente mis shows tienden a ser muy políticos o a tener algún mensaje de crítica o, aunque sea muy chistosa, algún tipo de alerta. Y, por otro lado, ojo, si uno hace un espectáculo por el goce propio y para divertir a la gente sin que haya tanto mensaje político, también es válido. Porque ya estamos cuestionando el género al momento de plantarnos en un escenario con una sexualidad o una expresión que es performática y que lo que hace es poner en duda el status quo; es darnos la oportunidad de gozar también, de pasarla bien.

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