Entrevistas

Luis Breull: “El medio no es una basura. La gente hace basura en la TV y este año se ha hecho mucha”

Por ~ Publicado el 26 diciembre 2013

El periodista y analista de medios hace un balance de la TV abierta durante el 2013 y se refiere a los cambios en la industria, lo mejor y peor del año en términos de contenidos, y los desafíos que se presentan para el medio tras la irrupción de las redes sociales como válvula de escape del hastío de la audiencia con la pantalla chica.

Luis Breull - Foto de Carlos Catalán para LUN

Foto de Carlos Catalán para LUN.

—¿Cómo viste este 2013 la programación periodística en los canales de televisión abierta?
Un año más de continuidad que de grandes cambios. Un año que mantuvo la misma estrategia de los noticiarios de hipermezclar los informativos, de extender sus tiempos. No fue un año de grandes golpes tampoco. Fue más bien un año de marcar una continuidad conservadora en la forma de entregar las noticias, y también un año complejo en el periodismo de investigación. Complejo por lo sucedido con “Contacto”. Uno puede decir “bueno, Contacto hizo un esfuerzo por investigar, pero también investigó mal, investigó de modo deficiente”, generó además con esa investigación una crisis interna en Canal 13 muy fuerte a nivel corporativo. Generó demandas multimillonarias, problemas con los auspiciadores, problemas con las élites políticas. Todo en el marco de un canal que aún no define sus nuevos estándares editoriales hace ya más de tres años de haberse consolidado la compra. Parte de un poco actuar por omisión: no declaremos lo que somos, porque mientras no lo declaremos tenemos menos amarre.

» Un año también donde “Informe Especial” fue casi invisible, más allá de los temas que haya investigado, que haya puesto… por un error de programación, puesto los domingos en la noche, días que no son habitualmente destinados por los públicos que ven televisión a consumir este tipo de contenidos, sino más bien son los fines de semana, días de mayor relajo, un poco de desconexión, de escape al agobio, a las tensiones habituales de las semanas laborales o de estudio. Entonces también tienes ahí un “Informe Especial” que ha tenido el peor ciclo histórico en niveles de audiencia en los últimos 20 años.

—¿Crees que ese escenario complejo para el periodismo de investigación se debe específicamente a factores económicos?
No, yo creo que se debe a una crisis profesional. Se debe también a una forma de entender el negocio periodístico y en televisión, donde lo que prima es hacer caja. Y, por otro lado, a profesionales que han demostrado una pérdida de foco y calidad en la manera de investigar y en el tiempo que se dan para investigar. Investigar a fondo requiere recursos, y esos recursos hoy día en la televisión no están destinados a los departamentos de prensa. Se trabaja con menos tiempo y además se ha producido un problema de saturación con la oferta de la narrativa de investigación periodística con los mini reportajes de los noticiarios, que no son muy relevantes, pero son entretenidos o tratan de ser entretenidos, y adoptan el modelo, el molde de la investigación a temas que en general no tienen peso, y la gente siente hoy día que hay investigaciones por todos lados.

“Investigar a fondo requiere recursos, y esos recursos hoy día en la televisión no están destinados a los departamentos de prensa”.

—Pero la gente igualmente los ve. Por ejemplo, la sección de “Esto no tiene nombre” en el noticiario de TVN.
Claro, las ven porque hay una costumbre que todavía persiste en los públicos que ven televisión, de llegar a la casa a tener dinámicas de encuentro con los demás integrantes de la familia, donde la televisión es ruido de fondo, y estos contenidos acompañan de manera un poco más liviana que las informaciones más duras que generan mucho agobio, mucha ansiedad.

—En cuanto a la duración de los noticieros, que ya después del terremoto comenzaron a extenderse después de las 10 de la noche, ¿qué opinas respecto a ese modelo?
Es un modelo que está completamente desintonizado de las dinámicas de consumo y del uso del tiempo ocioso. El uso del tiempo libre en las personas adquiere un valor mucho más relevante que hace cinco o diez años. En ese marco la convergencia de medios, la penetración de la web en los móviles, ahora la posibilidad de consumir televisión móvil, eso te va a marcar un cambio igual. Ya las redes te han marcado un cambio sobre todo en las audiencias jóvenes que no ven noticias, que cada vez ven menos televisión o dependen menos de la televisión. No les reporta ninguna entretención muy fuerte y están mucho más conectados con internet y a consumir audiovisual desde ahí. Ellos son usuarios. Hoy día tenemos un país que se divide en usuarios de medios y públicos pasivos. La televisión cree y sigue atendiendo a los públicos pasivos, pero esto es una apuesta que tiene una fecha de vencimiento. Eso no es sostenible de aquí a cuatro, cinco años más. Salvo que quieran solamente hacer televisión para la tercera edad.

—¿Vaticinas un futuro, específicamente para la televisión y los noticieros, de convergencia con las redes sociales?
Hoy la alta penetración de los teléfonos celulares está haciendo cambiar las prácticas o las dinámicas de consumo de información de audiencias que cada vez se están corriendo en límites de edad. Yo te diría que los menores de 50 años están todos utilizando fuertemente la actualización permanente de información a través de redes sociales, ya sea Facebook o Twitter. A través de la navegación web en sus trabajos, la lectura digital de diarios, eso te está marcando un nuevo cóctel, un nuevo menú de consumo de medios para todos los menores de 50 en Chile. Y eso es mucho más de la mitad de todas las audiencias disponibles. El último salto que se ha ido generando es que la gente de 35 a 49 años también se ha ido tecnologizando en el último tiempo, y eso va a implicar cambios a nivel de las audiencias de aquí en adelante.

—¿Las audiencias le exigen y demandan más a la televisión?
Tienen una relación menos dramática con la televisión, más adulta. Te hablo de la gente que hoy día tiene más de 40 años. La televisión para ellos fue un medio fundamental en entretención, en información, en el consumo de series, de películas de programas… y entre más edad tienen las audiencias, más funcionan en torno a la nostalgia. Eso es lo que hoy día les hace reclamar que esta televisión no les satisface, que ha cambiado, que de alguna manera se está centrando en modelos de infotainment o infoespectáculo en vez de informar. Que todo se trivialice y se hace entretenido, lo que no es entretenido no sirve, o también el otro imperativo que tiene la audiencia menor, que lo que no tiene novedad muere inmediatamente y la novedad se desgasta rápido. O sea los ciclos vitales de los programas en general son mucho más cortos que antes.

» Teniendo todo ese cuadro de amenaza es complicado ver cómo navegar. ¿Opto por un público mayor, opto por un público intermedio? ¿Por tratar de hacer viable mi negocio? ¿Por cohabitar con las redes sociales, les saco provecho? Hay un escenario de incertidumbre de cómo hacer ese negocio, y como somos una industria chica tampoco permite que la inversión publicitaria, que en el caso de la televisión ha ido a la baja entre el 2011-2012 decayó, decreció mientras todas las industrias en general crecen, las digitales y el cable… Bueno, todo este escenario en el fondo lo que está haciendo es marcar que aquí tiene que haber un remezón. Los canales están apostando todavía a la defensa de ese nicho que tienen conquistado en la torta publicitaria, pero que no se sostendrá en el mediano plazo. Lo que hoy día tenemos es un escenario en transformación, de una industria absolutamente endogámica que sigo operando bajo los códigos en general de administración de los año 90, pensando que es el medio prioritario. Es un medio importante, pero cada vez es menos importante.

“Tenemos un país que se divide en usuarios de medios y públicos pasivos. La televisión cree y sigue atendiendo a los públicos pasivos, pero esto es una apuesta que tiene una fecha de vencimiento”.

—¿Crees que esa transformación podría llegar a su fin si se logra implementar una buena política de televisión digital?
En general la televisión digital ha sido poco dada a generar diversidad en el largo plazo. Y como te hablaba un poco del tamaño de la industria chilena, es un tamaño pequeño, los canales de televisión acá no pueden aspirar a que la torta publicitaria crezca de manera importante con la llegada de la televisión digital; al contrario, no va a pasar nada. Entonces las posibilidades o expectativas de crecer en el negocio, no crecer en audiencia, sino en términos de generar utilidades, de la valoración económica de los canales es a través de la coproducción con otros países latinoamericanos o con España. Chile está muy rezagado en eso, además está muy rezagado en ventas de formatos. Chile no figura en ningún ranking. No se producen, al contrario: se consumen los formatos que otros crean. Somos un país que diseña muy poco, que tiene muy poca creatividad interna, y se trabaja con retener lo que se está perdiendo, entonces eso te genera un stress en los equipos creativos donde finalmente no se crea.

—¿Qué crees que tendría que pasar para que la industria no se quede en ese statuo quo, y qué crees que en verdad va a pasar?
Lo que va a pasar irremediablemente es que vamos a tender, con la llegada de la TV digital y con la masificación aún mayor de internet y la TV de pago, a un modelo de consumo híbrido a través de pantallas que te permiten la interconexión de todas estas plataformas. Entonces tus programas de televisión pueden ser un disco duro, donde tienes almacenado lo que quieres ver, puede ser una nube a la que tú te conectas, puede ser Netflix, puede ser blu-ray, vamos hacia eso. Y la oferta televisiva abierta va a tener que definir muy bien cuáles son los espacios en los cuales se van a anclar a las audiencias como espacios prioritarios. Uno es la información, la actualidad, todo el contenido que de algún modo te remite a una identidad común. Esa es el arma de defensa que tiene la TV abierta. Pero a medida que también, otros medios, otros canales, otras plataformas traten de entrometerse en ese espacio, se va a poner muy peleado.

UN AÑO DE DEBATE Y CONVERSACIÓN

—En este 2013 han aparecido varios programas periodísticos como “El Informante” y “Vigilantes”. ¿Cuál crees que ha sido la mejor apuesta televisiva en ese aspecto?
Son interesantes apuestas de, por un lado, pensar que se pueden hacer conversaciones un poco más inteligentes referidas a la actualidad a bajo costo. Los canales alternativos como La Red, UCV, saben que una manera viable de producir contenidos hoy en día es generar conversaciones, y el tema es cómo hacerlas atractivas, cómo diseñar formatos que enganchen y te permitan estar conectado a la realidad.

“El Informante ha sido una de las grandes apuestas del año. Yo creo que Vigilantes, a su modo, también es una alternativa al relleno que tienen los noticiarios”.

» “El Informante” ha sido una de las grandes apuestas del año. Yo creo que “Vigilantes”, a su modo, también es una alternativa al relleno que tienen los noticiarios en ese horario. Las apuestas de conversación y debate que tiene UCV en las tardes. Y “Hora 20” también, un híbrido entre informativo y programa de entrevista que se ha ido extendiendo fruto de la necesidad de estructurar una parrilla programática de calce que te abre espacios. Son programas que demuestran otra forma de capturar la realidad, con otra cantidad de recursos. Son noticiarios mucho más radiales en cierto sentido.

» Y lo que pasa también en la TV abierta es que hay que sincerar los costos. Una televisión como la televisión pública que este año negocia con Quena Rencoret un contrato de $800 millones para una persona, por ser un realizador clave, te está mostrando que eso está fuera de toda expectativa de mercado. Y hay un núcleo de ejecutivos televisivos que están funcionando bajo un modelo de administración de ahorro de costos, sueldos bajos, pero a ciertos ejecutivos claves se les paga mucho, es algo insostenible en el mediano y largo plazo. Te puede generar una burbuja. Así como se hablaba de burbuja inmobiliaria, acá también. Ningún realizador vale para un canal esa plata. Por mucho que genere la mitad de los ingresos publicitarios, está fuera de toda lógica.

—¿De qué manera los canales pueden capturar esos ingresos que han ido perdiendo de la torta publicitaria?
Ampliando el modelo de negocio. Hay cosas que son muy marginales como los modelos de alianzas con empresas telefónicas o la prestación de servicios. Chilevisión tiene pendiente el desarrollo de un centro de producción que pueda prestar servicios a nivel regional, continental. Te hablaba de la coproducción como otra alternativa. El modelo de negocio tiene que ser repensado como en Europa. Ya se legisló en el parlamento europeo sobre lo que es para ellos la televisión híbrida; se entiende la televisión hoy en día como un complemento de pantallas y de plataformas que convergen en una pantalla. Y los canales son definidos como bienes sociales y culturales, sean de quién sean. En Chile no tenemos una definición de qué es un canal de televisión.

UNA INDUSTRIA EN AMENAZA

—Respecto a los cambios en la industria, ya sea con Canal 13 o lo que pasó con 3TV, ¿es un síntoma de algo más grande?
Son síntomas de una industria en amenaza y en baja de audiencia, que ha perdido público, aproximadamente un 25% de lo que tenía hace 10 años. Anatel podrá tratar de armar estrategias desde el discurso de defender eso, que siguen siendo el medio prioritario. Pero cada vez la gente ve menos. Y la crisis que se da en la audiencia juvenil es notable. Tú tienes un escenario donde se está hablando de una televisión que todavía está sana, pero todo te demuestra en su gestión que es una gestión de crisis. De defensa de statu quo y de desgaste. Donde la gente consume televisión, pero la critica más. Hoy día es un medio de acompañamiento, pero no quiere decir que lo que den a la gente le satisfaga. Más bien hay una necesidad mayor que es palear la soledad sobre todo en las audiencias mayores.

“Tú tienes un escenario donde se está hablando de una televisión que todavía está sana, pero todo te demuestra en su gestión que es una gestión de crisis. De defensa de statu quo y de desgaste”.

—¿Y esta crisis está pronta a llegar a su fin o falta mucho para eso?
No va a llegar nunca a su fin. La industria va a buscar cómo acomodarse y subsistir. Lo que sí tiene que generarse es un sinceramiento de lo que yo puedo hacer en ese contexto, de lo que yo puedo financiar, y cómo renovar el modelo de negocio. Hay varios desafíos: uno en la pantalla, pero otro es si yo soy capaz de coproducir. Por lo tanto también hay un desafío para los guionistas en Chile, para los equipos de producción, de realización de series, porque tienen que estar pensando con una mentalidad más global. A nivel de ejecutivos también hay que asumir más riesgos. Este es un escenario que en el largo plazo la contención es inviable. Aquí van a tener que definirse estilos de hacer televisión. Y en eso es donde se tiene que definir el modelo de la televisión pública.

—¿Crees que no existe la televisión pública en la realidad?
En la realidad lo que hay es un canal que opera presionado por el mercado, donde la lógica de los ejecutivos es preocuparse de obtener un bono anual por ahorro o por rating. Y donde se ha sacrificado todo contenido complejo en pro del desarrollo mayoritario de una entretención simplista, sin foco. No hay atributos públicos en ese tipo de televisión, y eso está desmoronando el modelo.

LO MEJOR Y LO PEOR

—En cuanto a los contenidos en general de la televisión durante este 2013, ¿cuál es tu evaluación?
Yo creo que hay una pérdida de foco. Una exaltación del mal gusto. Una chabacanización y precarización de los modelos de narrativa en lo que se considera entretención. Hay ejemplos de buena televisión que se está dando sobre todo desde la ficción. En Chile rescataría “El Reemplazante” en su segunda temporada. Otro de los programas interesantes, “Prófugos” de HBO. Pero en general de televisión abierta nacional no rescato absolutamente nada. Creo que es un año más de decadencia.

—¿Y lo peor?
Hay muchos ejemplos. Lo peor de este año ha sido en general la entretención prime de TVN. La farandulización absoluta de la programación pública más allá de que sus orientaciones programáticas establecen que TVN no hace farándula o que no destina recursos para eso. TVN está pagando el precio de tener pésimos ejecutivos y que no entienden, no les hace sentido lo público.

—¿Un programa en específico que te parezca aberrante?
Yo creo que “La familia más loca”, “Jugados”. La entretención con la cara de Viñuela. Porque es un personaje descriteriado que es incapaz de advertir cuándo está humillando a la gente y cuándo no. Como a un concursante que le hicieron oler el trasero de otro a ojos cerrados, y las carcajadas de él resonaban en pleno. Yo creo que ese tipo de televisión, ese tipo de personajes, son nefastos.

“TVN está pagando el precio de tener pésimos ejecutivos y que no entienden, no les hace sentido lo público”.

—¿Por qué crees que se transmiten ese tipo de programas?
Porque hay un cierto público que responde al atractivo de lo freak. O porque se ve visibilizado en esos espacios. Hay un segmento de la población que busca verse en pantalla. Tienen tal precariedad en su condición social que la única posibilidad de existir prácticamente es aparecer en televisión. También hay una seducción muy perversa de aprovecharse de esa condición de audiencias de menos capital social, de menos educación, de más marginación, de menos existencia en el espacio público, de abrirles pantalla, pero para que se ridiculicen. Haciendo cosas que se sabe que otros segmentos sociales no están dispuestos hacer. Y menos los ejecutivos ni los grupos que hoy día hacen televisión.

—¿Algún programa periodístico que rescates?
Yo creo que “El Informante” es un espacio que ha ido consolidándose como formato atractivo, interesante, abierto a temas que son relevantes. Eso ha sido una buena respuesta ante la crisis que están viviendo los programas de investigación periodística, o a la investigación periodística en los informativos. Y también creo que a su modo, los modelos de información que tiene UCV o que explota La Red también son rescatables. Porque te marcan el espacio de lo posible en el contexto de los nuevos canales que se vayan a crear que van a tener que funcionar a bajo costo.

—¿ Y dentro del fenómeno de las series que salieron en torno a la conmemoración de los 40 años del Golpe?
Es importante como fenómeno de desmitificar que la audiencia no quisiera ver documentales de corte histórico, o no quisiera recordar los 40 años. Y también fue importante la apuesta de riesgo que tomó Chilevisión con la serie de Andrés Wood, que fue una serie correcta, interesante en su propia narrativa. Interesante y valorable. Pero dentro de lo que es un canal completamente mixto, entregado al mercado, muy dúctil. Chilevisión está completamente abierto a atender a las múltiples audiencias, pero en general en los códigos que más funcionan de la entretención, que es el griterío, son programas como Killer Karaoke, de cazabobos de pareja…

—¿Y la cobertura de todo el período previo de las elecciones y las elecciones mismas?
Los debates creo que fueron un ejemplo para estudiar en ciencia política. Primero por lo aberrante del primer debate como formato. Y el segundo debate televisivo como un experimento que hay que sondear en la medida si es posible o no desarrollar una interpelación sin la intermediación de un periodista o un conductor.

—En conclusión, ¿crees que efectivamente la televisión es basura?
El medio no es una basura. La gente hace basura en la televisión y este año se ha hecho mucha basura. Y producto de lo mismo, cuando uno se cansa de comer basura empieza a buscar otros menús. Y ahí está la televisión por la web, portales de canales mundiales, accedes al cable, que sigue creciendo de manera muy importante. Eso te está hablando de una audiencia que quiere otra cosa, porque allí hay una atención al público con contenidos específicos, públicos de nicho. Puedes llegar a ver mucha mejor televisión que la que hoy día hace la televisión abierta.

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