Entrevistas

Jon Lee Anderson: “Hay un deseo creciente por un periodismo escrito bueno, imparcial y creativo en A. Latina”

Por ~ Publicado el 17 abril 2013

El periodista de la revista The New Yorker conversó con Puroperiodismo sobre su dieta informativa, los periodistas que sigue y qué implementos utiliza cuando reportea en terreno. Sus respuestas revelan la contundencia y regularidad de sus hábitos. El 24 de abril Anderson participará en la entrega del Premio Periodismo de Excelencia.

Jon Lee Anderson en la Universidad Alberto Hurtado.

Cualquier intento por sintetizar el currículum de Jon Lee Anderson (California, 1957) asoma, a primera vista, como injusto. Sin embargo, acá mencionaremos cuatro aspectos que resaltan en su carrera periodística: eximio cronista de guerra, reconocido creador de perfiles, insigne maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano y célebre reportero de The New Yorker.

Nació en Estados Unidos, pero su infancia está amarrada a distintos países como Corea del Sur y Taiwán. También mantiene un vínculo poderoso con Latinoamérica. Vivió en Colombia, en 1979 dio sus primeros pasos reporteando para The Lima Times y casi dos décadas después publicó una portentosa investigación sobre un ícono político del continente: Che Guevara: una vida revolucionaria (1997).

Anderson accedió a contestar algunas preguntas a través de un intercambio de correos electrónicos. Nuestra opción editorial fue indagar en los aspectos más cotidianos de su vida periodística: qué medios y periodistas lee, con qué dispositivos consume información, qué lleva en su bolso cuando viaja a reportear y qué opina del periodismo latinoamericano actual.

CONSUMO DE MEDIOS

—¿Cómo describiría su dieta informativa? ¿Combina medios tradicionales con digitales?
Sí. Todavía leo periódicos y revistas impresas, pero más que nada cuando estoy de viaje, en trenes y aviones, ese tipo de cosas, que en mi hogar. En términos diarios la mayor parte de mi lectura de periódicos es hoy digital, regularmente veo el New York Times, The Guardian, Financial Times, Foreign Policy, Puercoespin y, con un poco más de irregularidad, El País, The Washington Post y otros diarios. Leo los tuits de amigos, algunos de ellos freelancers, alrededor del mundo, “sigo” unas 350 cuentas por el momento, y tiendo a profundizar con algunas de ellas o en áreas, dependiendo de la historia en que estoy trabajando. Mi lectura en línea se complementa con suscripciones a una media docena de revistas y periódicos, incluyendo The New Yorker, The New York Review of Books, Harper’s, The Economist, Granta, The Paris Review, Gatopardo, Etiqueta Negra y algunas otras.

—¿Usa algún dispositivo móvil o tableta para consumir medios?
Tengo un laptop, un iPhone y un iPad. Los voy intercambiando dependiendo si estoy en mi escritorio, en mi cama o viajando… para el baño prefiero el iPhone.

“De Chile leo a Pato Fernández del Clinic y sigo los tuits de Andrés Azócar”.

—¿Sigue historias y publicaciones de reporteros y escritores?
Dependiendo de la historia en que trabajo, o si estoy atento a una región en particular, sí, sigo a determinados colegas. Por ejemplo, para Siria, hasta el momento, tengo un ojo en los tuits y artículos de Rania Abouzeid (TIME y New Yorker en línea); Chris Chivers (NYT); Liz Sly (Washington Post) y Javier Espinosa (El Mundo), así como a Mikel Ayestaran, un freelance vasco con su propio sitio. Para los asuntos políticos de la Latinoamérica contemporánea, me gusta mucho la revista digital argentina Puercoespin, y también Martín Caparrós como comentarista ocasional. De Chile leo a Pato Fernández del Clinic y sigo los tuits de Andrés Azócar. En Venezuela hay un excelente sitio, Prodavinci, donde escriben colegas como Boris Muñoz, y también Albinson Linares de Últimas Noticias. Sergio Ramírez es mi voz en Nicaragua, al igual que su protegido, Carlos Salinas Maldonado. Mi periódico favorito de Brasil es Piauí; hacen contenido excelente. Para cosas de la Amazonía siempre sigo lo que Felipe Milanez tiene que decir, él tuitea y también cubre las injusticias en los bosques del interior de Brasil, y lo hace de forma fiable y con valentía. El Faro es una fuente de primera para El Salvador y Centroamérica, y su equipo de investigación Sala Negra es asombroso. En Colombia, el equipo del semanario Semana proporciona cobertura consistentemente, y he llegado a confiar en El Espectador. La Silla Vacía de Juana León es estupendo, tanto como Animal Político en México. Para una aproximación más joven, más excéntrica hacia la vida y la sociedad, Spleen Journal es inteligente y refrescante. Y así sucesivamente.

INVESTIGACIÓN, ESCRITURA Y REDES SOCIALES

—¿Cómo organiza su reporteo? ¿Sigue siempre las mismas rutinas o varían de acuerdo a los eventos?
En un sentido es siempre lo mismo. Trato de ponerme al tanto sobre el lugar o el tema a partir de recortes de prensa, libros y a veces también ficción, para preparar el ánimo. Pero trato de no hacerme una idea sobre la historia antes de empezar; para mí gran parte del propósito de lo que hago es la sensación de que estoy explorando lo desconocido, un deseo de hacer descubrimientos por mi cuenta sin sesgos o mitigaciones de influencias externas. Si hay personas con las que puedo hablar antes, ya sean colegas o protagonistas, a veces los contacto, no siempre. Y dependiendo de la historia (un lugar en tiempos de guerra o de paz, principalmente) me tomo mi tiempo, entrevistando a una amplia gama de personas y viajando alrededor para “explorar” el lugar o me sumerjo inmediatamente. Creo que siempre es bueno y saludable intentar, si hay tiempo, hacer algo descentrado, paralelo o distinto al propósito principal que se tiene; puede ser iluminador ver cosas desde el lado o el margen; te permite pensar claramente al sacarte de una rutina que te encierra, o te permite un marco de referencia alternativo que puede enriquecer tus percepciones y, en último término, la pieza que estás escribiendo.

“Llevo libretas, bolígrafos y lápices y un buen sacapuntas, sí, y cuando puedo conseguir, blocs amarillos. En terreno prefiero pequeñas libretas con el espiral arriba”.

—Mientras reportea, especialmente en tiempos de guerra, ¿qué cosas lleva? ¿Prefiere viajar ligeramente?
Soy supersticioso, por lo que depende de cómo me siento antes de ir a una guerra. Tengo todo el equipamiento: una chaqueta flak con placas anti-francotirador, gafas de protección contra balas, un casco de Kevlar y también un teléfono satelital Thuraya y un receptor-transmisor portátil Inmarsat, para conectarme a internet dondequiera que esté en el mundo. Incluso tengo un pequeño generador portátil en caso de que no haya electricidad donde esté, y así puedo ser completamente autónomo, aunque rara vez lo he usado. Tengo un bolso especial donde cabe la mayoría de mi equipo militar/de sobrevivencia —todo lo anterior más un saco de dormir, etc. (excepto el generador)— y a veces lo llevo conmigo y a veces no. De nuevo, depende de cómo me sienta. Hoy en día no llevo cámara —el iPhone hace eso y también ha reemplazado la necesidad de una grabadora. Llevo libretas, bolígrafos y lápices y un buen sacapuntas, sí, y cuando puedo conseguir, blocs amarillos. En terreno prefiero pequeñas libretas con el espiral arriba, pero en la práctica uso cualquier cosa que pueda tener en mis manos. No soy un tipo Moleskine; encuentro pobres sus encuadernaciones y en todo caso son muy caras para usar al ritmo que yo uso las libretas. Hay muchas imitaciones buenas por ahí.

» Sí, prefiero viajar ligeramente, pero si llevo el bolso militar/de sobrevivencia no, por supuesto, aunque a veces lo cargo y lo subo a aviones, en la parte trasera de camionetas y en hoteles, y nunca lo abro. Hoy mientras reporteo suelo cargar una mochila pequeña en mi hombro donde llevo mi laptop, iPhone, cargadores, pasaporte, mapas, libretas y dinero y otros objetos de valor, aquellos que ya no están distribuidos en mi ropa.

—Cuando empieza a escribir, ¿busca cumplir una cuota diaria? ¿Es un proceso estresante o lo disfruta?
No tengo una cuota diaria, como las 500 palabras de Hemingway (¿o eran 250?). Pero sí intento y avanzo. Es muy agotador en las primeras mil palabras —suelo odiar esa parte— y luego se vuelve mucho más fácil después de eso, lo disfruto y, más aún, lo vivo.

—La semana pasada escribió sobre Neruda, Pinochet y Thatcher. En Twitter alguien le rectificó el nombre del estadio donde murió Víctor Jara. ¿Cómo han cambiado las redes sociales su forma de hacer periodismo?
Las redes sociales no han cambiado mi forma de hacer periodismo fundamentalmente, no para mis piezas extensas para-la-revista, pero su aparición sí significa que ahora blogueo, como la reflexión sobre Neruda/Pinochet/Thatcher, y, obviamente, su instantaneidad significa que los lectores pueden replicar inmediatamente y, como tú has apuntado, indicar mis errores también. Hay algo de reality show pequeño o de circo romano sobre este tipo de periodismo en tiempos que definitivamente no me gustan, pero reconozco que tiene un poco de encanto y definitivamente disfruta de un rol ascendente en el periodismo diario. Pero no estoy seguro, al final, que sea para mí.

SOBRE LATINOAMÉRICA

—¿Cómo evalúa la calidad del periodismo latinoamericano?
Cada vez más impresionante. Mira mi lista (que entregué arriba) con nombres de medios independientes, digitales o impresos, alrededor del hemisferio. La gran mayoría no existía hace una docena de años; esto demuestra un deseo vigoroso y creciente por un periodismo escrito bueno, imparcial y creativo en América Latina; es muy emocionante.

—¿Hay algún tema en nuestra región que le gustaría investigar en este momento?
Me interesa trabajar más para cubrir la última gran frontera del mundo, la cuenca del Amazonas. Es el Salvaje Oeste de nuestro tiempo. Hay más temas, también, pero no quiero mostrar demasiado mi mano.

#Etiquetas:

Comentarios.