Opinión

El escándalo en la National Public Radio: ¿el fin justifica los medios?

Por ~ Publicado el 18 marzo 2011

Catalina Jaramillo, profesora de la Escuela de Periodismo de la Universidad Alberto Hurtado, y que actualmente trabaja en El Diario La Prensa de Nueva York, desmenuza los detalles, motivaciones, trampas y caídas que rodean al insólito episodio que la semana pasada remeció a la cúpula de la radio pública estadounidense.

National Public Radio
La National Public Radio de Estados Unidos alcanza a 27,2 millones de auditores diarios | Foto: Todd Huffman

El escándalo sucedido la semana pasada en la cadena de radio pública norteamericana NPR que terminó con la salida de su directora y con el cese presupuestario votado por la Cámara de Representantes, no sólo pone en tela de juicio la vieja máxima que dice que el fin justifica los medios, sino que al mismo tiempo subraya la importancia de mantener una actitud profesional en toda ocasión.

La National Public Radio es una cadena de 900 radios públicas situadas en todo Estados Unidos que en total alcanza a 27,2 millones de auditores al día. NPR tiene un presupuesto de $160 millones de dólares y es financiada por donaciones de sus auditores, auspicios corporativos, apoyo de universidades, donaciones y fondos del gobierno federal, estatal y local.

El financiamiento federal viene de la Corporation for Public Broadcasting (CPB) que apoya a 1.300 radios y canales de televisión locales, incluyendo la cadena de televisión pública PBS, y para quien Obama destinó $452 millones de dólares en su presupuesto 2012.

Fue justo después de que el Presidente hiciera ese anuncio en febrero que un grupo de legisladores republicanos propuso retirar los fondos federales de la CPB con la excusa de que no encontraban apropiado que los impuestos de todos los norteamericanos financiaran medios que difunden información que ellos califican con un sesgo liberal.

La idea de cortar el financiamiento para cadenas como NPR y PBS, que son el café con pan con palta de cualquier americano liberal, incendió a toda su audiencia, generando incluso algunas manifestaciones públicas de repudio. La noche anterior a que el escándalo estallara, la CEO de NPR, Vivian Schiller, había dado una conferencia subrayando la importancia de los fondos federales para la estación.

Fue éste el contexto que recibía a unos inocentes pero altos ejecutivos de NPR —Ron Schiller, vice presidente de desarrollo (que no tiene relación de parentesco con Vivian Schiller la CEO), y Betsy Lilley, directora de donaciones institucionales de la estación— en un almuerzo en el Café Milano en Washington.

Cuento corto: Schiller y Lilley se reúnen con dos potenciales inversionistas que dicen pertenecer a un grupo con lazos con la Hermandad Musulmana. En la reunión los inversionistas manifiestan su inquietud respecto a las tendencias del partido republicano y a la forma en que la prensa caricaturiza a los musulmanes. A los ejecutivos, en esa actitud complaciente propia de quien busca dinero, se les cae el casete y hacen comentarios que dan vergüenza ajena al momento de ver el video. Porque sorpresa, estaban siendo grabados. Era todo una trampa del activista conservador James O’Keefe.

Entre otras cosas que se escuchan en el video producido y difundido el martes 8 de marzo por O’Keefe, Schiller dice que el Tea Party, fracción extrema del partido republicano, “da miedo”, es “xenofóbico” y es “seriamente racista”. En otro momento Schiller dice que “estaríamos en mejores circunstancias en el largo plazo sin fondos federales” y que los liberales eran más educados que los conservadores.

Ese mismo día NPR emitió un comunicado diciendo que “los comentarios contenidos en el video que se hizo público hoy son contrarios a todo lo que representamos y repudiamos completamente los puntos de vista expresados”. En el mismo comunicado desmintió que la estación estaría mejor sin fondos federales.

Ron Schiller, que ya había anunciado que dejaba la estación el 6 de mayo, decidió hacer inmediata su renuncia. La junta de directores de NPR dijo que Vivian Schiller no podría continuar liderando la organización luego de esta controversia y la ocurrida el otoño anterior con el analista Juan Williams, quien comentó en Fox que “se ponía nervioso” cuando veía a personas vestidas con atuendo musulmán en el aeropuerto, por lo que fue despedido. Betsy Lilley fue suspendida y se iniciará una investigación del caso.

Al día siguiente O’Keefe publicó un segundo video donde se reproduce una conversación telefónica posterior al almuerzo donde Lilley le da a entender al supuesto inversionista que puede hacer una donación anónima para no tener problemas con el IRS, la agencia federal que recauda impuestos.

En un momento donde la tecnología y algunos vacíos legales permiten situaciones como ésta, la pregunta que quedó rondando, mientras el debate por el financiamiento federal de la CPB cobraba adeptos, era: ¿justifica el fin los medios?

Debatible. Todo cambió de nuevo el jueves cuando el blog del ultra conservador Glenn Bleck, The Blaze, concluyó que el método utilizado por O’Keefe rayaba con lo antiético. Una analista de The Blaze comparó la cinta del video del almuerzo sin editar y el video editado y dijo que las técnicas de edición “parecen estar diseñadas para mentir o inducir a error intencionalmente sobre el material presentado”, escondiendo pedazos de la conversación.

En el video sin editar se entiende que cuando Schiller dice que el Tea Party es racista y xenófobo esta repitiendo lo que dos líderes republicanos le habían recién comentado. En otras partes del video original se escucha a Schiller hablando bien de los republicanos y otra, aleluya, dice que los fondos federales son importantes y que harán todo lo necesario para mantenerlos.

Pero el daño ya estaba hecho. Las rectificaciones impactan menos que los escándalos. Poco importa ya la dudosa reputación de O’Keefe, quien ha estado en la cárcel por poner micrófonos en teléfonos y sus cámaras escondidas han inducido a tremendos errores que incluso le costaron la vida a la organización comunitaria ACORN.

Lo que todavía está por verse son las consecuencias de este escándalo. El partido republicano citó a una reunión de emergencia en la Cámara de Representantes para votar la ley que elimina el financiamiento federal de NPR, aprobada el jueves 17 de marzo, aunque es improbable que suceda lo mismo en un Senado dominado por los demócratas.

Mejor hubiese sido que el Sr. Schiller y la Sra. Lilley hubiesen seguido otro antiguo refrán que dice que en boca cerrada no entran moscas, y que en vez de hablar a título personal y tratar de hacerse los simpáticos ante los inversionistas, hubiesen mantenido una actitud más profesional. Pero la tentación era grande, y ante la posibilidad de recibir tamaña suma de dinero, era bien difícil no ser un poquito condescendiente…

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Catalina JaramilloCatalina Jaramillo
Periodista, trabaja en El Diario La Prensa de Nueva York.
Profesora de la Escuela de Periodismo de la Universidad Alberto Hurtado.
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