Entrevistas

Beatriz Sánchez: “Una ley de medios en Chile sería casi como terminar con las AFP”

Por ~ Publicado el 13 junio 2018

Dejó los micrófonos y compitió en una elección presidencial donde obtuvo la tercera mayoría nacional, el 20,34% de los votos. Hoy no cree en ninguna encuesta, ve necesario limitar la propiedad de los medios y que el periodismo, como otros ámbitos, es un espacio desigual para las mujeres. Sánchez nos recibió en el Diario Clever, medio fundado este 2018 con el que busca generar participación real de la audiencia en las noticias. “Todos somos opinantes en redes sociales pero otra cosa es tener un espacio para un nombre, apellido y cara”, dice.

Beatriz Sánchez en las oficinas de Clever. Foto: Aarón Castro

Beatriz Sánchez en las oficinas de Clever. Foto: Aarón Castro

Dos golpes, luego dos más y la puerta se abre al mismo tiempo que su sonrisa. Tanto el saludo como el ingreso a esta oficina resultan sonoros. Su voz característica, fuerte y de marcados énfasis, fomenta el eco propio de un lugar recién estrenado como este. No nuevo, porque este edificio ubicado a un costado del Museo Nacional de Bellas Artes no lo es. Recién estrenado, porque a comienzos de abril se instaló acá Diario Clever, medio digital fundado este año por la periodista que pudo ser la máxima autoridad de Chile.

Beatriz Sánchez es cordial, simpática y directa. Se mueve y habla con la seguridad de quién lo hace en su casa. Asume que antes de ser la candidata presidencial del Frente Amplio la reconocían en la calle, pero de manera curiosa. “Más por la voz que por la imagen. Hablábamos y me decían ‘ah, tú eres la de la radio’, haciendo la asociación al tiro”.

La exconductora radial y televisiva, autora de un libro recopilatorio de entrevistas a distintas chilenas en altos cargos públicos titulado “Poderosas” (Aguilar, 2014), aún no asimila lo ocurrido el 2017 y que ningún medio cuestionara las encuestas.

“Dijeron una verdad para los medios y ellos instalaron, hasta en portada, quiénes eran los únicos dos candidatos que pasaban a segunda vuelta. Los demás éramos menores. Nadie cuestionó la forma de hacerlas ni tampoco los márgenes de error”, enfatiza.

 –Por primera vez en la historia de Chile hubo dos periodistas con opciones a la presidencia y ambos estuvieron entre las tres primeras mayorías electorales. ¿Qué análisis haces de la situación?
No fue casual que dos periodistas fuéramos candidatos porque marcó la importancia de los medios de comunicación y del debate de las ideas. Si bien Alejandro [Guillier, periodista y actual senador por Antofagasta] ya había dado su paso como parlamentario y estaba dentro de la institucionalidad política, anteriormente hicimos géneros parecidos. Como de opinión, entrevistas y editoriales…

–Además de trabajar en más de un programa juntos…
Sí, doce años en distintos medios y horarios. Creo que fuimos de los primeros en hacer periodismo con un punto de vista claro, sin misterio. De hecho, yo siempre dije por quién votaba. Encontraría muy interesante que los periodistas políticos digan cuál es su voto en una elección. Se nos identificó con ciertos debates y por eso no pareció extraño que compitiéramos en una presidencial, la que también fue un misterio para mí. Aunque creo que mi candidatura extrañó mucho más a la institucionalidad política que a la gente.

–¿Por qué?
Porque hoy la política tiene mucho que ver con la imagen. Cuando ya la trabajaste junto a tu voz claramente se asocian ideas contigo, lo que vuelve mucho más fácil una carrera política. Ambos tuvimos un terreno ganado y tuvo efecto.

–¿Cómo fue estar desde la otra vereda, respondiendo preguntas, frente a los micrófonos?
Todo un desafío. Una cosa es hacer preguntas y otra responder. Y esto último es distinto a realizar editoriales, que no tienen el mismo tono. Otro punto complicado fue encontrar una voz, procesarla y darla a conocer. No fue fácil instalar ciertos tonos, darme cuenta que también me hacía preguntas sobre lo que iba viviendo durante la candidatura y que de a poco fue saliendo. Yo pensé que sería como “ya, dejo el micrófono, instalo mi candidatura y listo”. Y no, fue un proceso distinto porque una cosa es representarse sola y otra, a un conjunto de gente que pone todo en ti.

–¿Conociste la última Encuesta Estado del Periodismo Nacional 2017, elaborada por el Departamento de Periodismo de la UAH?
No, es que luego de la candidatura me desafecté de ellas. Podré estar arriba o abajo pero no creo nunca más en una encuesta.

–¿De verdad?
Sí y será mi versión siempre. Ahora, si quieres instalar un tema a partir de una, ningún problema.

 –Sí, porque los periodistas encuestados determinaron que el principal problema que tiene el periodismo en Chile es su relación con el poder y la captura de contenidos (44%). A esa cifra le siguen las malas prácticas y estándares profesionales (43%). ¿Cómo mejorar estos números?
Uf, creo que vamos por el camino inverso. Me da lata decirlo así pero hoy estamos viendo cierres masivos de medios y cómo se precariza la pega del periodista. Mientras más gente pelee un espacio y existan menos medios, resultará más difícil hacer una carrera, tener soltura para investigar, proponer o debatir al interior de ellos. Y eso es muy nefasto. Un medio de comunicación no es como cualquier industria y no quiero ponerme en mala onda con los que hacen zapatos, pero no es como hacer zapatos o salchichas, por ponerte ejemplos bien burdos. Sin embargo, pareciera como si se tratara de esa forma.

–¿Ves una solución a ese problema?
La veo difícil porque no existe una ley de medios que limite la propiedad y tampoco un Estado que entienda esto como un tema importante, parte de la democracia. La única manera de sostener una competencia es mediante una legislación más estricta, con apoyo o subsidios. Hoy es más barato, imagínate lo que era antes sacar un diario. A través de la web se pueden abaratar costos. Otro punto importante es apoyar a los medios regionales. Los de circulación nacional son santiaguinos y llegan a todas partes. En vez de abrir puertas, las vamos cerrando.

–¿Y eso qué te genera?
Me espanta. Por ello creo que una ley de medios en Chile sería casi como terminar con las AFP. Serían las batallas del siglo. Cosa de ver lo que pasó en Argentina.

–Donde se criticaba una intervención estatal en los medios. ¿La crees así?
La industria se defenderá como sea. Yo creo que no. Lo que se busca es abrir voces y no callarlas. No es cerrar medios sino que limitar la propiedad. El Estado regularía un campo que no lo está y que ojalá lo hiciera en otras áreas. Al final, los problemas de Chile se reflejan en los medios. La concentración está a todo nivel y en casi las mismas manos. Aparte, existe una concentración cruzada donde ciertos grupos tienen diario, tele, radio o muchas radios, además de pertenecer a grandes conglomerados económicos con intereses en otras áreas sensibles para las comunicaciones.

DIARIO CLEVER, NETFLIX Y LA SUBJETIVIDAD

Un clic y el primer párrafo de la sección “Transparencia” da cuenta de quién financia a Diario Clever: Fernando Salinas, empresario, ecologista, activista por la autonomía del Tíbet, cercano al Frente Amplio y parte de su campaña presidencial, según palabras de Beatriz.

“Tenemos la esperanza de contar con avisadores que financien. La declaración de principios de él [Salinas] y de todo el cuerpo editorial [compuesto, entre otros, por el excandidato presidencial Alfredo Sfeir, la socióloga Claudia Dides y el académico José Sanfuentes] es ser un medio sin fines de lucro pero que se mantenga en algún momento. Iremos creciendo, de pequeño a grande, según nuestras posibilidades de abarcar contenido”, declara.

–“Crear y entregar un espacio de deliberación donde los chilenos dejen de ser espectadores de noticias y pasen a ser protagonistas de estas”, se puede leer en las definiciones de Diario Clever. ¿De qué forma la audiencia podrá ser protagonista de su medio?
Fue algo que nos planteamos desde el principio y que aún estamos elaborando. Lo primero que hicimos fue darnos a conocer, entregar contenido y generar conexiones con nuestra audiencia. Resultó bien pero no fue fácil. Hoy no existe participación directa. Todos somos opinantes en redes sociales pero otra cosa es tener un espacio para un nombre, apellido y cara. Estamos elaborando editoriales ciudadanas con distintas organizaciones cívicas, activistas, etc. De igual forma habrá columnistas porque, al parecer, a todos les gusta más escribir que aparecer (ríe).

–¿Y con qué criterios otorgan el espacio?
Gente asociada y por una idea en específico, de distinto tipo. La última que tuvimos fue una dirigente del OCAC [Observatorio contra el Acoso Callejero]. La idea siempre fue un contenido editorial y no un aviso, así como “yo hago esto”. No, debe ser una opinión respecto a lo que sucede.

–En 2016 diste una entrevista también para Puroperiodismo donde declaraste que “debemos releernos como prensa, es decir, qué se entiende hoy por medio de comunicación”, haciendo hincapié en el rol de las redes sociales. Hoy, siendo parte de un medio digital, ¿tienes resultados de esa relectura?
Sí, hoy con mayor razón debemos preguntarnos nuestro rol porque todavía no está resuelta nuestra relación con las redes sociales. No entendemos lo que sucede fuera de nuestra oficina y de cómo la gente se informa. Con esto también me refiero a otras plataformas como Whatsapp, a la que la gente le cree más que al diario. La audiencia se entera de lo que pasa por Facebook, lo que termina siendo una fuente y nunca ha sido más que una plataforma.

–En tiempos de noticias falsas, de “posverdad”…
En tiempos de posverdad, de mucha noticia y cambio del tipo de consumo. Siempre pongo el ejemplo de Netflix, que me cagó la cabeza. Ya no puedo ver tele porque quiero acceder a las cosas cuando yo quiero. No cuando me las ofrecen. Eso puede ocurrir con los medios. De querer saber sólo los temas que me interesan y de escuchar a quienes comparten mi pensamiento. Habrá una retroalimentación extraña que en estos momentos no entendemos bien.

–Para mí el periodismo debe ser subjetivo pero que no realice relaciones públicas. En La Tercera declaraste que “la gente no es tonta y si ve un intento de propaganda, no nos va a seguir”, haciendo alusión a la cercanía con el Frente Amplio, de donde surgió Diario Clever. ¿Cómo se realiza buen periodismo con la cercanía a un colectivo político?
Creo que la pregunta original sería saber qué es buen periodismo.

–Puede ser…
Que yo también me la hago y no tengo respuesta. Te puedo decir cuál es el que me gusta e intento llevar a cabo. Una vez escuché una definición que me gustó mucho. Que el periodismo no es neutral ni objetivo, que debe estar vigilante al poder pero no equidistante de la gente. O sea, inclinado al que no tiene poder. Es media militante, sí, pero me gusta. Diario Clever no es del Frente Amplio ni de su mesa: es de inspiración frenteamplista.

–¿Y eso qué significa?
Algo parecido a mis labores en Radio La Clave, pese a no ser un medio del Frente Amplio. Poner mucha atención en quiénes manejan el poder en Chile. No soy presidenta de un partido, no lidero un bloque ni tengo un cargo. Tendré todo el liderazgo que quieras pero también trabajo. No engaño a nadie con respecto a lo que he creído siempre. Para mí el periodismo tiene que ver con eso. Ser críticos, vigilantes y no neutrales. Uno está con los que no tienen poder y no da falso sentido de objetividad.

Foto: Aarón Castro

Foto: Aarón Castro

MEDIOS Y OLA FEMINISTA

Beatriz es clara para reconocer que son un equipo pequeño y que les falta por crecer, tanto en contenido como en profesionales. Sin embargo, con la misma claridad explica que en Clever la jefatura es femenina. Partiendo por ella como encargada de contenidos, pasando por la editora Francisca Siebold y culminando con su directora, Trinidad Larraechea.

–En la campaña te autodenominaste “la primera candidata feminista de Chile”. ¿Qué desafíos exige crear nuevos medios en entornos machistas y desiguales como en este país?
Los medios de comunicación no son distintos al país en que surgen. Las mujeres no tenemos los mismos derechos al igual que en el resto de las industrias. Gran parte de las mujeres son reporteras pero pocas son editoras, productoras ejecutivas menos y directoras, mucho menos. No se nos reconoce la misma carrera y no existe una discusión sobre el tratamiento que se nos da.

–¿El tratamiento de fuentes en Clever busca la igualdad?
Sí, es un planteamiento constante y nos pasa que contamos con más mujeres en las distintas áreas. Surgió espontáneamente, no fue que lo hayamos planificado. Hemos grabado más mujeres que hombres, nos responden mucho más rápido el teléfono…

–¿Sí?
De verdad. Bueno, obviamente que con la ola feminista se nos inclinó el mapa y tendremos muchas entrevistadas. Estoy contenta porque nos adelantamos y tenemos una presencia femenina en todo lo que hacemos.

¿Cómo analizas la comparación de portadas de la Revista Ya? En una aparecen las ministras del actual gobierno iluminadas y, en otra, las líderes del movimiento feminista con un fondo oscuro. Puede verse como una decisión estética, lo que no quita que sea una editorial.
¿Sabes? Yo no me di cuenta inmediatamente.

–Yo tampoco.
Estaba escuchando a Fernando [Paulsen] en La Clave y lanzó el tema. Si no lo dice o alguien no lo cuenta quizás nunca me hubiese percatado. De hecho, había algo interesante por parte de una revista de El Mercurio.

–Atingente a la actualidad.
Y claro que reaccioné cuando me di cuenta. No puedo saber si fue a propósito o, efectivamente, ven las cosas así. Con un lado luminoso y otro donde no saben acercarse. No sé cuál de las dos será verdad pero hay una decisión. Lo que sale en portada no es casual, como tampoco quién aparece. Conociendo eso, hay un imaginario que me parece fuerte. Insisto, no sé si fue a propósito pero, al final del día, para El Mercurio en un lado está la luz y en otro la oscuridad. Lo podemos ver en otras cosas como el orden con Piñera y el desorden con las tomas, mujeres que no creen en la paridad y las feministas. Hay un imaginario del orden y el desorden, que es muy clásico de El Mercurio.

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