Entrevistas

Alberto Arellano cuenta cómo Ciper investigó los Papeles de Panamá

Por ~ Publicado el 21 abril 2016

En julio de 2015 el Centro de Investigación Periodística inició los contactos con el International Consortium of Investigative Journalists (ICIJ), la organización que junto al periódico alemán Süddeutsche Zeitung lideraba la investigación de los papeles de la firma Mossack Fonseca. Arellano estuvo a cargo de seguir la arista chilena de los papeles y asistió a una de las reuniones en Noruega. El miércoles 20 de abril participó en una entrevista abierta junto a estudiantes de la Escuela de Periodismo de la UAH. La siguiente es una transcripción editada de la conversación junto a dos preguntas en video que grabamos una vez finalizada la actividad.

Foto: Karen Vergara

Foto: Karen Vergara

—¿Cómo se genera el primer acercamiento de Ciper con los Papeles de Panamá?
Ciper había trabajado dos proyectos antes con ICIJ, uno relacionado al Océano Pacífico y a los recursos naturales, y otro relacionado a las filtraciones que se conocieron como Swiss Leaks, que eran las filtraciones del banco HSBC en Suiza, otro de los grandes paraísos fiscales existentes en el mundo. ICIJ lo que hace es contactar a medios con los cuales ha trabajado y con los cuales tiene una relación de confianza. A nosotros nos contactaron aproximadamente en julio del año pasado. A partir de ahí comienza el trabajo de Ciper en esta base de datos que en un principio tenía ocho millones de documentos y luego se va cargando de a poco hasta completar los 11,5 millones de documentos. Y este contacto se produce a través de distintas vías como webinars que son seminarios online, y yo en particular viajé en el mes de octubre [de 2015] a Lillehammer, una pequeña ciudad pueblo de Noruega, dos horas al norte de Oslo. De ahí en una convención en la que habían como mil periodistas nos juntamos un puñado de periodistas que estábamos en este proyecto, para acordar ciertas cosas. Hubo otras grandes reuniones, una en Múnich al principio, que fue el puntapié inicial del proyecto, y otra en Washington tiempo después.

—¿En qué consistían esas reuniones? Porque eran en el contexto de otra actividad y ustedes aprovechaban de reunirse.
Sí, en el contexto de otra actividad donde habían mil periodistas de varias partes del mundo en un congreso de periodismo de investigación en un hotel maravilloso que tenía varios salones. Cuando habían ratos libres se mandaba un mail interno a las personas que estaban metidas en el proyecto y nos íbamos a una sala para poder conversar, unificar criterios, resolver dudas presencialmente, que es muy distinto a hacerlo por vía remota.

—¿Tuvieron que firmar un acuerdo de confidencialidad?
No, nadie firmó acuerdos de confidencialidad y por eso mismo ICIJ escoge con pinzas, no solamente por la calidad del periodismo que puede hacer ese medio sino también porque de alguna u otra manera intenta asegurarse de que ese medio va a poder respetar y mantener el secreto durante un año, con todos los hallazgos que vaya encontrando respecto a este tema.

—¿Cómo venían ordenados los archivos? ¿Había una categorización específica?
El cálculo que se hacía es que si una persona, una sola persona, se dedicaba como promedio ocho horas diarias en días hábiles a revisar los 11,5 millones de documentos, tardaría 26 años. Por eso participan cuatrocientos periodistas de todo el mundo. Estos documentos fueron organizados, y esto nos fue explicado a cada uno de nosotros en distintas reuniones, en una plataforma que es ultra confidencial y que tiene varios protocolos de seguridad para ingresar a ella, con passwords que son gigantescos, con sincronizaciones con claves secretas, un millón de cosas.

» Uno entra a este ambiente y se encuentra con una suerte de Google: una barra con una lupa, en donde uno comienza a buscar, por ejemplo, la palabra Chile, y el sistema te arroja 350 mil entradas relacionadas. Ya es muchísimo, ¿no? 350 mil entradas igual que Google, links azules que uno los pincha y adentro se puede encontrar con documentos de cien páginas. Cuando uno encontraba una compañía offshore relacionada a Chile, esa compañía tenía asignado un código, el código de clientes que Mossack Fonseca le había asignado a cada sociedad. Por ejemplo, sociedad Kingsfield Enterprise Inc, domiciliada en Seychelles, tenía el código 800940. Y uno después ponía el código 800940 en el buscador y te aparecía solamente la información relacionada con esa compañía. El trabajo del backup de los programadores es fenomenal. Y sigue siéndolo, porque hoy todas las plataformas que ocupamos han intentado hackearlas trescientas veces. Todas las semanas vamos migrando de plataformas y de direcciones a través de correos encriptados que se mandan a toda esta base de datos donde uno mete la clave y va a obtener un link que es el nuevo sitio donde está alojado el buscador.

» Además, se trabajaba con un foro, independiente del buscador, una especie de Facebook privado, también con muchos protocolos de seguridad, donde uno se encuentra desde hace un año con estos 370 periodistas y compartes lo que vas encontrando, puedes generar asociaciones. Muchas de estas sociedades offshore tienen relaciones entre personas de distintas nacionalidades. Fueron esos dos sistemas con los que se trabajó y los dos sistemas funcionan increíble, con un equipo de programadores y visualizadores a otro nivel.

gif_arellano—¿Surgió alguna pista de un periodista que estuviera investigando algo particular de su país que te sirviera a ti?
La última historia que sacamos tiene que ver con Lázaro Báez, un empresario argentino que hoy está en medio de un proceso judicial en el caso llamado “La ruta de los dineros K” en que se investigan dineros espurios, presuntamente desviados por Néstor y Cristina Kirchner a la empresa de construcción de esta persona que tiene sociedades con Mossack Fonseca. Esas sociedades fueron abiertas por una chilena que trabajaba como mesera en un casino de Las Vegas y que luego terminó siendo un agente de Mossack Fonseca.

» Yo sí serví de punto de conexión para muchos periodistas que estaban buscando, por ejemplo, sociedades offshore relacionadas a Vladimiro Montesinos y Fujimori en Perú. Y muchas personas del círculo de Fujimori migraron entre el 2005 y el 2010 a Chile. El mismo Fujimori fue sometido a un proceso de extradición estando en Chile, pero no solamente Fujimori sino que otros actores que están relacionados con estas sociedades offshore y los contactaron desde Washington a través mío.

» El tema de Zamorano nosotros lo teníamos pero también salió en la búsqueda de los periodistas españoles respecto a las platas de la FIFA. Para nosotros no era un gran caso, porque Zamorano había cerrado su sociedad en 2006. Pero como había un tema de la FIFA evidentemente iba a salir como uno de los futbolistas o jugadores al igual que Lionel Messi, Gabriel Heinze, al igual que los jugadores de la Real Sociedad, a los cuales les pagaban sus sueldos a través de sociedades offshore en Panamá, no sé dónde. Iba a salir, por lo tanto nosotros también lo incluimos. Bajo mi criterio, no es de los personajes relevantes chilenos que están ahí.

—¿Con quién te relacionabas del ICIJ? ¿Había una figura que coordinara el trabajo regionalmente, globalmente?
La persona que está a la cabeza de esta coordinación y que estuvo muy presente, tan presente que si uno le enviaba un correo lo respondía a los treinta minutos, es Marina Walker, la subdirectora de ICIJ. Luego habían coordinadores regionales, una es Emilia Díaz-Struck, venezolana, que trabaja para ICIJ. Y otra persona en España, Mar Cabra, que se dedicaba a solucionar todos los problemas tecnológicos. Esos eran los puntos de apoyo principales. Y siempre dentro de este foro estuvo la visión o el apoyo de Bastian Obermayer del Süddeutsche Zeitung, que fueron los que recibieron la filtración y también opinaron mucho sobre las distintas investigaciones que se iban generando dentro de los países. Además, ICIJ lo que tenía preparado para el día 3 de abril, que era la fecha que nos habíamos puesto desde el minuto uno para que todos publicáramos nuestras historias, era que ellos iban a hacer una visualización con los sesenta políticos u hombres públicos o personas consideradas PEP, las personas políticamente expuestas, un problema para los bancos y las instituciones financieras, que aparecieran ligadas a Mossack Fonseca. Entonces, tenían que ir colectando cada una de las figuras que aparecían en el país. En el caso de Chile el que nos apareció era Alfredo Ovalle. Ellos hicieron un perfil de Alfredo Ovalle, le hicieron una caricatura y así lo hicieron con Vladimir Putin, Mauricio Macri, las grandes figuras que aparecen en esta investigación.

» Es tan fabuloso el trabajo que hacen ellos que uno se desentiende y sigue los criterios de búsqueda que te han enseñado. Más importante que eso es asegurar la facilidad de búsqueda de todo lo que estás pesquisando, pero principalmente asegurar que ese sitio no sea vulnerado durante un año. Teniendo en cuenta que hay cuatrocientas personas repartidas en todo el mundo que conocen un secreto, que tienen que guardarlo y que no pueden ni siquiera comentarlo con nadie. Por ejemplo, el caso del tipo de Islandia, un periodista freelance que trabajaba en su casa con un computador al lado de su señora que trabajaba en otra cosa y estuvo un año investigando. Un año, todos los días metido en el sistema. Y sigue estándolo. Hasta que pilló la sociedad offshore del primer ministro de Islandia. En Islandia creo que viven trescientas mil personas. El tipo no le puede contar a nadie, se conocen entre todos. Entonces su único espacio de descarga era este foro y el domingo 3, antes de que se cumpliera la hora de publicar —las tres de la tarde en Chile—, el tipo se descargó en un mail gigante hablando de todos los costos que había tenido, etc. Y a la semana terminó renunciando el primer ministro.

—¿ICIJ u otra institución aportó recursos durante la investigación?
No, no lo hizo. Invirtió muchas ganas, mucha energía, mucha dirección, mucha claridad y mucha mística. Y eso permitió que resultara.

—Fue un periodo de casi un año de trabajo, dependiendo de la etapa en la que se involucraban en el proyecto. ¿Pensaban que se podía romper ese pacto tácito de confidencialidad?
Sin duda. Esperábamos que Mossack Fonseca se enterara mucho antes. Yo puedo hablar por mí, esto no lo esperaba ICIJ. No era una investigación sobre paraísos fiscales en general. El objetivo era una institución, Mossack Fonseca en Panamá. Era muy fácil que alguien dijera “oye, estamos investigando a Mossack Fonseca”. Luego, era muy fácil que alguien entusiasmado por lo que encuentra, que es lo que nos pasa a todos los periodistas cuando encontramos un dato, querer compartir, pimponearlo, ponerlo en contexto, que alguien te diga “oye, la cagó el dato”. Estaba el peligro de que eso se produjera afuera del foro.

» Mossack Fonseca intuyó que algo pasaba (…) Todos los periodistas salimos la última semana de febrero a encarar a los distintos personajes de nuestra historia. Y ahí fue cuando recién comenzaron a intuir que estábamos haciendo algo. Lo que pasó en concreto es que Vladimir Putin, una semana antes de la publicación, hace una conferencia de prensa diciendo que hay un grupo de periodistas que está coordinado a nivel internacional, que van a publicar una historia que es mentira y cuyo intento es desestabilizarlo en el gobierno. Mossack Fonseca, por su parte, el sábado 2 de abril, un día antes de la publicación de los Panama Papers, envía un comunicado señalando a sus clientes —que nos llegó a nosotros de alguna manera— que han sido objeto de un hackeo y de una masiva filtración de documentos y que la seguridad de los datos de sus clientes puede estar siendo vulnerada y expuesta. Eso pasó un día antes de la publicación. El proyecto es exitoso desde todo punto de vista.


—Hugo Alconada de La Nación de Argentina escribió que ellos tenían una presión por las elecciones presidenciales del año pasado, y que inicialmente había una fecha de publicación previa a la elección y que podía influir, quizás, en el resultado. En el caso de Ciper, ¿hubo una papa caliente que sentían que debían sacarla por un contexto específico?
No, no nos enfrentamos a esa situación. La base de datos es tan grande que todos los participantes seguimos investigando. Yo todavía tengo sueños respecto a que no publiqué el nombre de alguien que sí está en la base de datos porque nunca lo encontré, que fue lo que le pasó a La Nación. La Nación, seis días después de haber publicado su historia respecto a Macri y los argentinos en Panama Papers, se dio cuenta que uno de los accionistas del diario tenía una sociedad con Mossack Fonseca y tuvo que salir, obviamente, a contar esta historia. No nos vimos enfrentados a eso porque en la base de datos no apareció ni Sebastián Dávalos ni Sergio Jadue ni los personajes que uno esperaba que aparecieran o sospechaba que podían aparecer. Nos encontramos con otro tipo de personajes que no requerían esa urgencia mediática.

—¿Hay una fecha de término de la investigación que esté consensuada o cada medio puede extender esto hasta donde quiera?
Sí. Ahora se va a dar a conocer la lista de las sociedades por país. Eso va a generar que otros medios puedan ingresar a investigar quiénes son esas personas. Ahí se viene una segunda oleada de historias. Nosotros también tenemos historias pendientes. Nos interesa mucho explicarle a la ciudadanía quiénes son los intermediarios, las oficinas o bufetes de abogados chilenos que intermedian entre un cliente, una persona natural, y Mossack Fonseca en Panamá para crear sociedades offshore en cualquier jurisdicción del mundo. Es una historia muy sabrosa y que nos parece de mucha relevancia e interés público.

—Uno de los periodistas alemanes, Bastian Obermayer, dice que destruyó el teléfono y el computador que había utilizado en sus conversaciones con la fuente anónima. Y él mismo reconocía que podía parecer una exageración. ¿Pero crees tú que también refleja el calibre de la investigación?
Sin duda. No me cabe duda que hay teléfonos pinchados en varias partes del mundo. Hay intentos de hackeo de computadores, sobretodo cuando se publica. Y no sólo estoy hablando de Mossack Fonseca, estoy hablando de autoridades tributarias de distintos países. Cuando publicamos me contactaron cinco colegas de distintas partes del mundo que no habían participado de la investigación, pidiéndome las claves para ingresar. Y yo no tengo muchos amigos periodistas. Pasó una historia bien jodida: se hizo un documental sobre el caso Panama Papers y en una de las imágenes aparece la plataforma en donde hacemos las búsquedas y aparece la URL. Salió publicado y eso obligó a que el sistema estuviese caído cuatro horas y que se extendiera por varios días hasta que se migrara a otra plataforma y se volvieran a cargar todos los archivos. El mismo John Doe que entrega los documentos dice que está con amenaza de muerte. Le pide recomendaciones a los periodistas respecto a dónde puede ir para desaparecer del mapa. Dice: “¿Puedo ir a China?” “No, no vayas a China, estamos investigando esto”. Finalmente no sé dónde está escondido ni sé quién es. Tampoco lo saben ellos.

—¿Cómo ves tú el panorama de la investigación de grandes volúmenes de datos si la tecnología cada vez nos permite ocultarlos aún más?
El periodismo en ningún caso depende de las filtraciones, aunque las filtraciones son muy buenas. Mossack Fonseca tenía muchos protocolos de seguridad porque lo que está vendiendo es secreto. Acá pasó algo excepcional, no sé cómo ocurrió. Esta fuente obtuvo todos los documentos de Mossack Fonseca durante cuarenta años y los puso a disposición del Süddeutsche Zeitung y luego de todos nosotros. Esos protocolos de seguridad existen, están. Las grandes filtraciones van a ser cada vez más pan de cada día que van a permitir destapar el subsuelo del mundo financiero. Y tiene que ver con un cambio a nivel global, a nivel de mentalidades de ciudadanos empoderados que quieren revelar secretos tras los cuales se esconden asuntos nocivos.

—[Pregunta de Javiera Maureira] Cuando tuvieron la oportunidad de encarar a las fuentes, ¿cómo fue?
Nos pasó de todo. En Ciper somos diez, once personas; no teníamos capacidad para ir a preguntarle a todo el mundo lo que queríamos. Decidimos hacer una carta y un cuestionario tipo, obviamente personalizada para cada uno de los clientes de Mossack Fonseca. No nombramos a Mossack Fonseca, tuvimos cuidado. Teníamos información de sociedades offshore relacionadas con esa persona y queríamos saber si esa sociedad había tributado en Chile, si tenía cuentas corrientes, si esas cuentas tenían depósitos, en qué bancos, etc. Salieron las cartas. Algunas personas se lo tomaron muy bien, otras se lo tomaron con bastante miedo. Me imagino que es una situación compleja en términos tributarios. Otras personas reaccionaron muy mal y una de ellas fue la pareja de Hernán Büchi. No es mi misión criticarla como periodista; yo tengo una visión, como Alberto, de los paraísos fiscales, pero como periodista me parece legítima. Ella es de la idea de que tener plata en paraísos fiscales es un deber moral porque cuando uno paga impuestos lo que uno hace es entregarle la plata de su trabajo y de esfuerzo a un estado que dilapida esos recursos. Ella se enojó mucho con esto. Al igual que le pasó a muchas personas, intermediaron abogados, hubo amenazas de que esto iba a tener consecuencias judiciales.


—[Pregunta de Liset Soto] ¿Piensas que esta va a ser una nueva forma o cambio en el periodismo de denuncia que se va a hacer en adelante? ¿Y tuviste algún cambio a nivel personal y profesional?
No sé si va a ser un cambio para el periodismo de investigación. Sí representa un hito en términos de periodismo de investigación colaborativo. Es un muy buen trabajo de investigación, sin duda, pero acá la gracia de este proyecto es el trabajo de colaboración y la coordinación de 110 medios de todo el mundo que logran en secreto una investigación durante un año y que tiene un impacto masivo y profundo en todos los continentes. Me atrevería decir que es una presión enorme que se ejerce respecto al entendimiento que puede tener cualquier ciudadano y también las autoridades respecto a lo que es una sociedad offshore y un paraíso fiscal y cómo se mueven los dineros de las personas más ricas del mundo. Fue un golpe muy fuerte a los paraísos fiscales.

» Respecto a lo que me pasa a mí, es el proyecto más fascinante en el cual he estado en toda mi vida, sin duda. Lo que hice fue aplicar los mismos criterios de investigación que se aplican en Ciper y que muchos de ustedes conocen. El principal desafío no fueron las técnicas o los métodos sino que cómo procesar un volumen de información gigantesco y poder darle cierta forma, ordenarlo, poder hacer los reporteos para cada caso, poder entender el contexto chileno.

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