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Las historias del Bambi

Por ~ Publicado el 16 diciembre 2008

Por Ignacio Bazán.

Héctor Bambino Veira es el gran personaje del fútbol en Argentina. Una especie de Borghi, pero con el doble de anécdotas y con un marcado gusto por la vida nocturna. Hace un par de meses publicó un libro con sus memorias. Todos sus admiradores se lo habían pedido hasta el hartazgo porque todo lo que cuenta el Bambino es divertido. El libro, sin pretención alguna se llama “Personaje de Buenos Aires” y ha salido en las listas de los mejores vendidos en no ficción desde el día de su lanzamiento.

El Bambino, sin ningún empacho, se dedicó a ser entrenador después de su licenciosa vida de jugador. A pesar de toda su fama de animal nocturno, consiguió la credibilidad de la mayoría de los planteles que dirigió. Entre otros logros, salió campeón con River Plate de la Copa Libertadores y del campeonato local el 86. Con San Lorenzo ganó el torneo argentino el 95, para luego dirigir el Boca Juniors de Maradona y Caniggia que sería la base del equipo que lo ganó todo con Carlos Bianchi. Impresionante, porque basta sólo una frase para definir su personalidad: “Si de mí dependiera, le pondría un toldo al día”, ha dicho con un pragmatismo que raya en lo poético.

Como jugador también fue exitoso. Si no hubiera sido por sus hábitos, dicen los que lo vieron jugar, habría sido más desiquilibrante de lo que fue. Después de una exitosa carrera, principalmente en San Lorenzo de Almagro, se retiró en Chile el 77, en la U, en un equipo en el que jugaba Pellegrini, Salah y Socías. El entrenador era Luis Ibarra, el mismo del campeonato mundial juvenil del 87.
Bambino era remolón y a Chile llegó más flojo todavía. Nunca fue hijo del esfuerzo, pero era un 10 talentoso. Según él mismo cuenta, tenía una especie de acuerdo con Ibarra para entrar en los segundos tiempos cuando hacía demasiado frío. Era el final de su carrera y Veira tenía los tobillos destrozados.

Una noche gélida en Santiago, Veira llega a la cancha con pocas ganas de jugar: “Le dije a Luchito, un mostro, que estaba para jugar los últimos 30 minutos ese día”, recuerda el Bambino. Luego parte rumbo al banco de suplentes con dos pares de vendas en los tobillos, además de tobilleras. “Parecía la momia”, remata.

Las cosas se ponen color de hormiga para la U en la cancha. El Bambino está sumergido en el banco, totalmente entumido viendo el partido. Ibarra lo mira y le grita ¡Bambino! ¡A calentar!
Bambino despega la espalda del respaldo, se asoma y responde: “¿Te parece, Luchito? ¡El 10 la está rompiendo!”.

 

Abajo, un video con sus mejores historias, incluída la de Chile. Imperdible.

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